El escaño 82: tocadas desde dentro

(*Cada semana, Susana Escribano -experta en los entresijos políticos y conocedora de los protagonistas de la actividad parlamentaria en la comunidad- escribe sobre las claves políticas de Castilla y León. Si eres suscriptor, apúntate aquí a esta newsletter.)

Con permiso del virus que está sondeando el nivel de vulnerabilidad de países avanzados, entre ellos el nuestro, la semana empezó con el archivo por parte de la Fiscalía de Valladolid de la investigación sobre el pucherazo de las primarias autonómicas de Cs. Las que hace un año estuvo a punto de ganar la histórica dirigente del PP Silvia Clemente a Francisco Igea, hasta que salieron a la luz los 82 votos dopados que inclinaban la balanza hacia el fichaje estrella que Albert Rivera reservaba para Castilla y León.

Lejos de rehabilitar a los responsables del voto telemático de esas primarias, que no es otro que el aparato del partido, las explicaciones oficiales sobre ese archivo apuntan a un proceder poco democrático y nada regenerador. Esos 82 votos se emitieron con nocturnidad, de madrugada, en dos tandas y todos a favor de Clemente.

Igea había ido siempre por delante, hasta que, en la recta final de la votación, entre las 2 y la 4 de la madrugada, la expopular acortó distancias con una inyección de 53 votos mientras Igea no recibía ninguno. Sus partidarios dormían a esas horas. Pero la ventaja de Clemente (12 votos) era vulnerable y, entre las 8 y las 10 de la mañana, momento en que se cerraba la votación, recibió otros 58 apoyos del tirón. Con una cadencia prusiana.

Las pesquisas de la Fiscalía descartan que algún extraño jaqueara el sistema de votación. «Los 82 votos detectados emitidos por vía telemática pero no validados a favor de doña Silvia Clemente fueron realizados, en principio, por usuarios autorizados como afiliados», recoge la nota oficial que informa sobre un archivo que se lleva a efecto «al apreciar que no existen indicios bastantes de infracción penal».

Fueron unos afiliados burgaleses partidarios de Igea quienes alertaron del patrón viciado de voto que se había producido de madrugada, no la organización del partido, que definió esos apoyos fraudulentos como una «incidencia» y dijo que no se podían adjudicar a un «emisor válido». Pues la Fiscalía de Valladolid dice que salieron de «usuarios autorizados como afiliados» y llama la atención el nulo interés de la dirección de un partido regenerador, que apoyó en bloque a Clemente, en que se sepa desde qué direcciones IP se emitieron.

La propia fiscal tuvo que requerir con insistencia el informe de la empresa contratada por Cs para analizar el sistema. Cabe preguntarse si la policía habría llegado a constatar la trazabilidad de esos 82 votos que, de no haber sido descubiertos, habrían puesto en el cartel autonómico naranja la cara de Silvia Clemente. En Murcia ha intervenido la UDEF (Unidad de Delincuencia Fiscal y Económica de la Policía Nacional) y su peritaje constata concentración de votos a favor de la ganadora en una sola «geolocalización», como si sus partidarios hubieran quedado a votar todos desde un único ordenador.

Aquí, las Cortes de Castilla y León investigaron si pudieron usarse ordenadores del parlamento. Concluyeron que no podía concluir nada al respecto. El día del archivo, Inés Arrimadas se mostró exultante: «Los que han hecho las acusaciones son los más indicados para valorarlo». Cogió a Igea y a su gente de bajón. Normal, le había arrollado un día antes en las primarias nacionales.

Pero unas primarias no tapan otras. El origen de los 82 votos de Castilla y León no válidos, emitidos desde dentro, todos a favor de Clemente que iban perdiendo hasta entonces y de madrugada está lejos de ser casual. Tampoco limpio.