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Jamás olvidarán el «infierno» que han vivido. Han sido tres meses «durísimos». Eternos. De escuchar cómo la covid se cobraba otra víctima. Porque durante semanas, el repique de campanas tocando a clamor, lamentando otra muerte, fue lo único que camufló al silencio espeso que devoró la vida en el triángulo letal de la pandemia en Castilla y León, que encuentra sus vértices en las zonas básicas de salud del Real Sitio de San Ildefonso y Sacramenia, ambas en Segovia, y en Pedrosillo el Ralo, Salamanca.
En estas áreas, que engloban un total de 9.998 tarjetas sanitarias, las tasas de mortalidad por coronavirus son las más elevadas de la comunidad. En la de Sacramenia, cuyos municipios suman mil empadronados, se han registrado doce fallecimientos, un índice del 1,46%. El más alto de la región. En el Real Sitio (5.241 censados), la zona castellana y leonesa donde se ha detectado el porcentaje más elevado de enfermos por carnés médicos, han perdido hasta la fecha a 48 vecinos. Por último, en Pedrosillo, cuyo centro sanitario incluye a 17 localidades (3.678 habitantes), entre ellas dos de Zamora, han muerto 25 personas.
Pero no son solo cifras. Son personas. Son historias. Como la de Marina Pérez, de Sacramenia, que dio el último adiós a su centenaria madre a través de la pantalla de un teléfono móvil. O la de Eugenio Pérez, vecino de Valtiendas, que con 88 años pasó «solo, en casa» cuatro días con fiebre alta. También la de Juan José Lázaro, que en cuestión de días perdió a sus dos tíos, ingresados en una residencia de Móstoles y de quienes no pudo despedirse.
Sabían de la gravedad de la emergencia. La «gran mayoría» hizo caso y guardó un estricto confinamiento en sus domicilios. Un encierro que les protegió del contagio, pero también les aisló en cierta medida de la realidad que fuera, en la calle, se estaba batallando. Ellos mismos lo reconocen: no empezaron a ser «conscientes de las muertes que había habido» hasta que el Gobierno permitió un alivio en las restricciones con los paseos. Aún a día de hoy, más de un mes después de aquella suavización en el reclutamiento, numerosos residentes reconocen que «cada día nos enteramos de que alguien ha muerto o lo ha pasado». No conocieron cómo la pandemia estaba azotando a la comarca hasta que cruzaron opiniones con otras personas.
No saldrán reforzados de la crisis sanitaria. No serán mejores ni peores. Simplemente serán otros, diferentes. Porque el virus les arrebató una parte de su identidad como pueblo. Se llevó por delante la vida de demasiados vecinos. Cuando todo pase, cuando el coronavirus no sea más que un trágico recuerdo, ahí estarán ellos. Para devolver al presente aquellos días en los que parecían no avanzar las horas. Pero ahora, tras varias semanas sin nuevos contagios ni fallecimientos, es hora de volver. Poco a poco. Un nuevo «tiempo de esperanza» se abre paso. Sin olvidar quiénes son y de dónde vienen. Porque solo así, coinciden los alcaldes de los municipios cabecera, será la única forma de no caer en los errores del pasado. Si es que los hubo. Porque, dicen, dieron e hicieron todo lo que estuvo en su mano para frenar su expansión. Multiplicaron recursos. Miraron de tú a tú al SARS-CoV-2. Pero este virus mortal e invisible entró en casas y residencias. No saben por dónde. Sí tienen sospechas, pero «de poco sirve señalar».
Avanzan en la desescalada, pero apenas ha cambiado el paisaje en estas zonas de la fase 0 a la fase 1. Salen a la calle «con miedo y precaución». En Sacramenia, los bares no han levantado la persiana. Sí lo ha hecho el hostal de Pedrosillo y la gran mayoría de las terrazas de La Granja.
Pedrosillo
Lo «peor» que podía ocurrir en los municipios que forman parte de la zona básica de salud de Pedrosillo el Ralo era esto. Cuando su reducido padrón municipal (el pueblo más grande del entorno es La Vellés, con 537 habitantes) comenzaba a estabilizarse, llega la pandemia y se cobra la vida de 25 vecinos.
Real Sitio de San Ildefonso
No poder decir adiós es la herida más profunda que les queda. Y «siempre» estará ahí. Porque los vecinos del Real Sitio de San Ildefonso «nunca» olvidarán la fuerza con la que el virus arreció sobre su municipio. Se llevó a 48 empadronados.
Sacramenia
«El mayor problema que hemos tenido ha sido la residencia; ahí arrancó todo y es donde se ha acumulado. Hemos pasado días muy malos, pero ahora parece que poco a poco vamos saliendo». Así resume el alcalde de Sacramenia, Carlos Pascual, la situación vivida en esta zona segoviana durante los últimos meses.
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