Las provincias de Palencia, León y Segovia son las más amenzadas por la exclusión financiera en la comunidad
Un estudio de UGT alerta de que la transformación de las cajas en bancos hace prevalecer la rentabilidad a la hora de mantener las sucursales
Á. BLANCO
Martes, 24 de septiembre 2013, 19:26
La provincia de Palencia ha visto cómo desaparecían 45 oficinas bancarias de su zona rural en el periodo 2008-2013, una cifra que supone nada menos que el 19,9% del total. En esos seis años, León ha visto como dos de sus municipios, San Justo de la Vega y Sariegos, se quedaban huérfanos de sucursales, mientras que en Segovia ha sucedido lo mismo en Espirdo. Estas tres provincias son las más amenazadas de lo que se conoce como 'exclusión financiera' en la comunidad autónoma. Un estudio de la Federación de Servicios de UGT alerta del cierre de más de 7.000 oficinas bancarias como consecuencia de la reestructuración financiera, que ha provocado que más de 133 municipios españoles se hayan quedado sin ninguna sucursal, lo que supone la exclusión financiera de 226.340 personas. UGT advierte de que la falta de acceso a los servicios financieros representa «un serio obstáculo para la integración económica y social de cualquier ciudadano».
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Las comunidades que han sufrido los mayores recortes de sucursales entre 2008 y 2013 han sido Cataluña (24%), Galicia (20%), la C. Valenciana (18%), Murcia (17,3%) y Madrid (16,5%), mientras que las provincias más afectadas por el cierre de oficinas han sido Orense (28,5%), Gerona (28,4%), Barcelona (24,3%), Pontevedra (21,6%), Alicante (21%), Palencia (19,9%) y Tarragona (19,9%).
La exclusión financiera provocada por la desubicación geográfica de las entidades financieras provoca que los vecinos que la sufren se encuentren «con el handicap de tener que desplazarse a otras localidades para conseguir el acceso a estos servicios, lo que perjudica a poblaciones enteras y, de forma más intensa, a las personas de mayor edad, discapacitados, etc.», señala el informe de UGT,
Los autores recuerdan que históricamente han sido las cajas de ahorros las que han rescatado de la exclusión financiera a muchos particulares, «demostrando la vocación social con que fueron creadas». Siempre han mantenido «una filosofía de proximidad al cliente e impulso al desarrollo económico regional», garantizando la accesibilidad a los servicios financieros a todas las áreas geográficas. Además, tradicionalmente han contribuido a «la cohesión social en el ámbito en que estaban implantadas», permitiendo el acceso a la banca a la población rural.
Obsesión por los resultados
Sin embargo, continúa, debido al proceso de reestructuración en que se encuentra inmerso el sector, se está produciendo una significativa reducción en el número de sucursales bancarias. Ello ha provocado que el número de habitantes por oficina haya pasado de 1.024 en el año 2008 a los 1.247 de 2013, la cifra más alta de los últimos 16 años, según UGT.
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Para el sindicato, la bancarización de las cajas está suponiendo un cambio radical en lo que ha venido siendo durante muchísimos años uno de sus fines sociales, «produciéndose una transformación paulatina hacia objetivos más economicistas, en los que el retorno al accionista y la obsesión por los resultados priman sobre el servicio a una clientela global y su tradicional labor social».
Ahora, van cerrando oficinas que consideran poco rentables, «aunque no tengan pérdidas», fundamentalmente en las zonas rurales y la periferia de las zonas urbanas, al mismo tiempo que «van seleccionando a los clientes que, a su juicio, consideran dignos de tener cuenta abierta en su entidad», critica UGT.
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