El menú de Victoria

I nsistimos en la necesidad de prestar atención a los ejemplos claros y rotundos de cocina rural y familiar, por cuanto tienen de reserva espiritual de la cocina de casa en inminente peligro de extinción. La señora Victoria y su cocina son un buen ejemplo. Entrar en el comedor de este pequeño establecimiento de la localidad abulense de Mengamuñoz es trasladarse al sencillo comedor de casa. Precisamente, una estancia en la que ya hemos dejado de comer porque las madres y las abuelas ya no están al frente del comedor.

Aprovechando un viaje a Gredos -que es la madre de todas las montañas- la propuesta de esta semana sugiere detenernos en el restaurante El Paso de Gredos, en lo alto del puerto de Menga. Una familia al frente y más de 20 años en la plaza: doña Victoria y sus hijos David y María Ángeles. Su cocina, su comanda y su oferta no defraudan, pues encajan en el ambiente. Platos de cuchara, guisos (judías con carne), carnes de Ávila, patatas revolconas, migas, filetes, sopas, cocido... y una delicia para curiosos: las carillas con tomate. Se trata de esas alubias de pequeño tamaño -poco más que un grano de arroz (arrocina)- que la señora Victoria prepara muy bien. Comer en este tipo de restaurantes es como un examen de conciencia que nos aparta de la ortodoxia de la nueva cocina que todo lo inunda, y nos aleja por un momento de tanta textura, gelatina, sirope y tempura. Esta estampa culinaria suena a música celestial, al menos de vez en cuando. Si además unimos que la factura está dentro de lo razonable, miel sobre hojuelas. El menú del día no pasa de los 9 euros y comer a la carta roza los 20. David es un buen tipo, inquieto e integrado en el colectivo de sumilleres abulense. Él es quien recibe siempre sonriendo y atiende en el comedor.

Este es el plan para esta semana. El restaurante y su cocina es una buena disculpa para lanzarnos a conocer esta parte de la provincia de Ávila por el puerto de Menga, que nos lleva a Arenas de San Pedro, al Puerto del Pico y al Barranco de las Cinco Villas y, antes, a Navarredonda y Hoyos del Espino, que son las puertas de la montaña.