Levedad estructural
La artista salmantina Dolores Román muestra en Valladolid una selección de los cuadros hechos en los últimos diez años
MARÍA AURORA VILORIA
Jueves, 19 de febrero 2009, 09:26
Dolores Román no titula sus cuadros, aunque a veces les llama estructuras y los numera. Sólo pone el nombre a los que muestran un lugar determinado, como su Salamanca natal, a la que ha visto transformada en azul, o la Catedral de Burgos, representada por una interpretación muy personal de su fachada, torres y pináculos. Sin embargo, lo comenzó como una pintura hiperrealista y luego lo destruyó hasta conseguir esa visión que transmite una sensación de misterio y equilibrada belleza.
Dice que todos ellos han nacido de una necesidad vital de dejar aflorar el sentimiento ante el lienzo en blanco, que, a través de la sensación de pureza que experimenta, le plantea el reto de consguir estar a la altura.
Con una larga lista de exposiciones individuales, colectivas, certámenes y bienales, la pintora, que reside en Burgos, muestra en la sala de Caja Duero en Valladolid una selección de su obra hecha desde el 2000, que ya ha colgado en Salamanca, Palencia, Zamora, Zaragoza y Soria.
Son cuadros de diferentes formatos -algunos de gran tamaño y otros combinados en dípticos- que sorprenden inmediatamente al espectador por su especial cromatismo, sinfonía de ocres, amarillos y grises rota con azules y a veces con rosas. Es evidente que parte de la visión real de un lugar, una ciudad o un paisaje, pero luego lo transforma de tal manera, que al final roza la abstracción o se sumerge plenamente en ella.
Movimiento
Como ejemplo de este particular recorrido está el retrato que pintó de sus tres hijas. A ellas no les gustó, así que lo destruyó y en la nueva pintura sólo permanencen las siluetas al fondo.
Algunos de estos cuadros de indiscutible atractivo trasmiten el movimiento de las nubes o de las aguas del mar, mientras que en otros las siluetas de las ciudades se recortan al fondo o los árboles y los caminos, que a veces casi se intuyen, dividen las singulares composiciones.
Además de la colección de óleos sobre lienzo, la artista cuelga también una serie de obras de 1998, temperas sobre cartón que permiten seguir su evolución cromática a través de paisajes con los trazos más definidos pero con la misma sensación de moviento.
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