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Cientos de personas hacen cola para visitar el mausoleo de Mao Zedong. / AP
CONTRAPORTADA

El cuerpo del delito

La prohibición de enterrar a los muertos provoca cientos de asesinatos en China para vender los cadáveres, que son incinerados con otra identidad

ZIGOR ALDAMA SANGHAI

Sábado, 10 de enero 2009, 03:15

Aunque su cuerpo se exhibe embalsamado en un espectacular mausoleo en el corazón de Pekín, Mao Zedong introdujo en China la cremación de cadáveres cuando accedió al poder, y la hizo obligatoria en la década de 1950. Con esta medida pretendía matar dos pájaros de un tiro: por un lado, conseguía que la tierra se utilizara con fines más productivos que un cementerio, y, por el otro, ponía fin a ciertas supersticiones de origen animista que chocaban de frente con su comunismo ateo. Lo que no pudo prever es que estaba creando una demanda clandestina de cuerpos humanos que, con el feroz capitalismo que se ha apoderado de su país, ahora adquiere una nueva dimensión.

Hace unos días, la Policía china arrestó a varios integrantes de una mafia que se dedicada a vender los cadáveres de personas a las que asesinaban en la provincia sureña de Guangdong, fronteriza con Hong Kong y Macao. En su mayoría, las víctimas, cuyo número cifran diferentes fuentes entre 100 y 500, eran ancianos y discapacitados físicos cuya desaparición los criminales suponían que no iba a ser descubierta en un tiempo prolongado y que sería imposible de investigar ante la falta de evidencias.

Su destino era el crematorio en el que debían incinerarse los cuerpos de los fallecidos de familias adineradas, dispuestas a pagar más de 10.000 yuanes (unos mil euros) por dar el cambiazo y quedarse así con el cadáver de un ser queridos, al que luego enterraban en secreto. Es una clara manifestación de que el régimen de Pekín no ha sido capaz de borrar muchas de las costumbres ancestrales de China.

Según el diario de Hong Kong 'South China Morning Post', las autoridades han detenido a siete personas. El periódico cuenta cómo los asesinos llevaban a sus víctimas a lugares deshabitados para envenenarlos o estrangularlos, de forma que el cuerpo no sufriera daños evidentes. Es posible que este caso sea únicamente la punta de un gigantesco iceberg. De hecho, el rotativo sugiere que, en algunos casos, las familias de los asesinados podrían estar en connivencia con los mafiosos, en un intento por deshacerse de la carga económica que suponían sus familiares impedidos; otra razón por la que el número de víctimas llegó a ser tan abultado y pasó desapercibido. Por si fuera poco, éste es un caso concreto que se concentra únicamente en la pequeña localidad de Puning. Todo apunta a que esta nueva lacra social, que se une a las del tráfico de órganos y de personas para destinarlas a la prostitución, tiene alcance nacional y podría estar extendiéndose también entre la población más pobre.

Según el 'Today' de Singapur, el caso de Puning fue descubierto gracias a que una pareja consiguió escapar a la estrangulación y alertó a la Policía. Hasta la fecha, ningún medio de comunicación chino se ha hecho eco de la noticia.

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