La lucha de clases sitia Tailandia

Bangkok se encuentra desde ayer bajo estado de emergencia tras vivir los peores disturbios desde 1992 tras las masivas protestas que, desde hace una semana, protagonizan los opositores al primer ministro, Samak Sundaravej, cuyo Gobierno reemplazó en las elecciones de diciembre a la junta de generales que dirigió el país desde el golpe de Estado de septiembre del año 2006.

Sin embargo, los que acosan ahora al Ejecutivo tailandés no son esos militares, sino una turbamulta controlada por parte de la élite económica y, sobre todo, la clase media urbana. Dicho sector de la población, aliado con el Ejército y con el venerado rey Bhumibol, se ha levantado contra el Gobierno porque está formado por seguidores del anterior primer ministro, Thaksin Shinawatra, depuesto en la asonada de hace dos años y exiliado para evitar ser juzgado por corrupción.

Aunque Thaksin se ha refugiado en Reino Unido después de que su esposa fuera condenada a tres años de cárcel por evasión de impuestos, sus detractores creen que se encuentra detrás de la agenda populista del primer ministro Sundaravej. Éste ha recogido el testigo como defensor de los campesinos porque constituyen la base de su triunfo electoral. Por eso, lo que ocurre en Tailandia es una lucha de clases entre la moderna sociedad urbana, que se ha beneficiado del crecimiento económico, y el depauperado entorno rural, aferrado a las promesas de mejora y la compra de votos de líderes populistas como Thaksin o Samak.

En otro revés para el primer ministro, la Comisión Electoral recomendó ayer la disolución de la formación en el Gobierno, el Partido del Poder Popular (PPP), al descubrir indicios de fraude en los comicios de diciembre. En un proceso que puede durar meses, los fiscales decidirán si remiten el caso al Tribunal Constitucional para que dicte un fallo final que podría tumbar al Ejecutivo.

Manipulaciones

Mientras, los seguidores y detractores del primer ministro seguirán disputándose el poder enarbolando la causa de la clase media urbana o de los campesinos. Ambos son manipulados por grandes empresarios que los usan para controlar el país y seguir lucrándose con sus negocios. En el primer bando figuran el antiguo magnate de los medios de comunicación Sondhi Limtongkul, quien al principio apoyaba a Thaksin y luego propició su caída; y Chamlong Srimuang, un antiguo general y alcalde de Bangkok que jugó un papel crucial en las protestas democráticas de 1992. Ambos han formado la Alianza Popular por la Democracia (APD), cuyos partidarios juran lealtad al rey Bhumibol, han tomado la Casa del Gobierno y exigen la dimisión del primer ministro Samak por ineficiente y corrupto.

A pesar de su nombre, la APD no es demasiado democrática, porque se ampara en que los campesinos son tan ignorantes y pobres que sus votos son habitualmente comprados. Por eso, defiende que sólo el 30% del Parlamento sea elegido mediante consulta popular, mientras que el resto ha de ser directamente nombrado. A ello se opone el Gobierno, que ayer decretó el estado de emergencia en Bangkok para imponer el orden después de que sus partidarios se enfrentaran a los seguidores de la APD, que ha sacado a 30.000 personas a la calle. Los altercados se saldaron con un fallecido y 44 heridos, algunos por impacto de bala.

Los españoles salen

Medio centenar de turistas que pasaban unos días de descanso en Phuket y que se encontraban atrapados por las manifestaciones antigubernamentales consiguieron llegar a Bangkok tras viajar 16 horas en autobús. Desde allí, algunos cogieron un vuelo el lunes para regresar a España y otros lo hicieron ayer. Además, los alrededor de 600 residentes españoles en el país no han tenido ningún problema, según Exteriores. Se recomienda, por el momento, no viajar a Tailandia.