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ARANTZA FURUNDARENA
Miércoles, 13 de agosto 2008, 14:07
Hay medusas. Y están por todas partes. Lo ha dicho la eminente bióloga Ana Obregón, a quien curiosamente nadie le había preguntado por la fauna marina, sino por su ex novio, Darek. Ignoro por qué extraño proceso subconsciente (y submarino) Ana asocia a Darek con una medusa, pero me da que tiene que ver con algo tentacular.
La licenciada Obregón sabe de lo que habla -me refiero a las medusas-, porque varias semanas patrullando las costas mediterráneas a bordo de un yate la han convertido en una especie de almirante Cousteau. Bueno, más bien, en un cruce entre almirante Cousteau y mascarón de proa (con claro predominio de lo segundo). De hecho, yo a esta mujer la considero capaz de ejercer de mascarón de proa hasta en el Ebrobús, barco fluvial que, a falta de yate, puede servir como perfecto escenario del próximo 'topless' de alguna ex novia de Paquirrín.
Ana Obregón -me pregunto- ¿no tiene amigos de su edad? Lo digo porque suele aparecer invariablemente rodeada de una 'claque' de maromos de gimnasio con gogó incorporada que, como atrezo, viste mucho y queda de lo más juvenil, pero que debe de estar saliéndole por un pico. Yo la observo ahí, en mitad de esa exultante alegría, todo el día bailando salsa de babor a estribor, de proa a popa, y sospecho que se trata de una fiesta más virtual y amañada que la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos. El segundo pensamiento que me viene a la cabeza es una frase que hace muchos años soltó una buena amiga mía en mitad de una agotadora verbena: «Uf, qué duro es divertirse». Porque intuyo además que el de Ana, como en la vieja canción protesta, es un baile con mensaje. Sí, ella en el fondo con ese desenfrenado contoneo está queriendo decirnos algo. A los demás. Pero sobre todo a sí misma. Y ese algo se resume en 'Carpe Diem'; lo que traducido al cristiano (al Cristiano Ronaldo, para ser más exactos) viene a significar: 'Que me quiten lo bailao'.
Ana quiere demostrar que aunque ya pasa de los cincuenta, ella, como Sharon Stone o como Madona, que el sábado cumplirá medio siglo, no está dispuesta a jubilarse todavía como 'sex symbol'. Yo desde aquí la apoyo. De hecho, un mascarón de proa no se jubila jamás. Si hace falta, se hunde con el barco. Aunque, francamente, no sé si compensa el sacrificio de estar metiendo tripa hasta los ochenta. Ana, cada día más parecida a Samantha, la de 'Sexo en Nueva York', nos viene a decir que aún está en edad de merecer. Y vale, lo está. ¿Pero merecer qué, otro Darek? A ella la creo capaz de sobrevivir a eso y a cosas peores, pero no sé si su cuenta corriente iba a resistirlo.
Impelida por este guateque sin fin, la Obregón acudió hace unos días con un microvestido destellante y escotadísimo a la tradicional fiesta ibicenca del 'Flower Power', donde coincidió con otros pitiusos accidentales como Paulina y Colate, Andrea Casiraghi, Borja Thyssen... En lugar de 'Peace and Love' aquello era 'Bizz and Show'. Tenían todos tanto de hippies como Putin de demócrata.
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