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Fachada del colegio de los Padres Redentoristas en la localidad leonesa de Astorga. / J. CASARES
LEÓN

«No hay vocación»

La falta de frailes docentes obligará al colegio de los Padres Redentoristas de Astorga a cerrar sus puertas el curso que viene tras 54 años de vida

EL NORTE

Lunes, 25 de febrero 2008, 01:45

La falta de nuevos profesores como consecuencia del decaimiento de la vocación religiosa entre las nuevas generaciones llevará al cierre, a partir del próximo curso y tras 54 años de vida, al colegio de los Padres Redentoristas de Astorga, toda una institución en la comarca leonesa.

«Me da pena, es toda una vida dedicada a la tarea más importante», confiesa a Efe Luis Mariano Angulo, director de un centro que abrió sus puertas en 1954 como parte de las diversas iniciativas desarrolladas, en la capital maragata, por esta orden religiosa desde su llegada a Astorga a finales del siglo XIX. La educación de miles de jóvenes ha pasado por las manos de los Padres Redentoristas en estas cinco décadas, aunque, hoy en día, apenas medio centenar de niños permanecen en el colegio, en régimen de internado, al cuidado de dos frailes de la congregación: el propio director, de 49 años, y el padre Bernardino García, de 54, un fraile natural de Brimiedo, una localidad cercana a Astorga.

Cincuenta internos

«Dos personas para atender la educación y el cuidado de 50 niños durante 24 horas todos los días requiere un esfuerzo», explica el director del centro, a la vez que asegura que «necesitamos más gente, más frailes, pero no hay vocaciones». El futuro ahora para todos los internos, para sus dos educadores e incluso del propio edificio, es incierto ya que, los niños, estudiantes de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato, tendrán que buscar colegio para el curso que viene.

Sobre la situación de la pareja de frailes a cuyo cargo se encuentra el centro, Angulo asegura que «nos iremos donde quieran nuestros responsables de la dirección en Madrid, a parroquias o al cuidado de ancianos; no lo sé».

El mismo devenir le espera al edificio de los Padres Redentoristas, situado en la plaza de San Bartolomé de Astorga , un lugar del que «no se sabe qué va a pasar, ya que no hay un planteamiento del todo seguro», indica este religioso.

Con el cierre de esta escuela, se pierde, a su juicio, una «educación humana, académica y religiosa, que es necesaria en estos tiempos, para que los chicos aprendan normas, disciplina, convivencia e incluso a seguir un horario».

La raíz del problema, en opinión de este educador, se encuentra en la falta de vocación religiosa, que cada año incrementa de manera significativa y que se debe, en parte, a la educación, un elemento al que el director del colegio de los Padres Redentoristas añade el factor «social». «Hoy se deja todo por lo material; la falta de vocaciones se debe a un tema social en su amplitud, como la forma de vida; ahora tenemos de todo», reflexiona este fraile, quien considera que «se está maleducando a los niños». «Ni las guarderías, ni los abuelos, ni las chachas, nadie puede sustituir a los padres en la educación de los niños», sentencia.

El caso del cierre del colegio de los Padres Redentoristas de Astorga no es más que un ejemplo de una situación cada vez más generalizada, que afecta especialmente a zonas rurales, con tendencia a la despoblación.

«Momentos difíciles»

«El Señor sigue llamando, pero no crece la planta de la vocación», asegura el vicario de la Diócesis de Astorga, Marcos Lobato, que habla de un «desierto vocacional» que lleva a que se produzca una escasez de jóvenes que deseen ordenarse como sacerdotes y a que, por tanto, no haya «materia prima». Actualmente, la Diócesis de Astorga cuenta con 26 alumnos en el Seminario Menor, pero tan sólo tres en el Mayor, además de dos diáconos, paso previo a la ordenación como sacerdote.

Aunque reconoce que, en Castilla y León, el proceso de relevo generacional de los sacerdotes atraviesa una situación «verdaderamente negativa», Lobato confía en que esta tendencia pueda invertirse, como ha ocurrido en diócesis como las de Madrid, Córdoba y Getafe, entre otras.

«No hay pueblos desprovistos del servicio humano de un sacerdote», puntualiza el vicario de Astorga , aunque admite que, en ocasiones, «un mismo cura se encarga de dar misa en ocho o diez pueblos y, en muchos de ellos, no se puede darse todos los domingos». Sobre el futuro, Lobato afirma que «no se puede perder la esperanza», confiado en que, según sus propias palabras, «el Señor no va a abandonar a su Iglesia».

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