Programa Rajoy
PPLL
Lunes, 19 de noviembre 2007, 01:40
LA Conferencia Política del Partido Popular, que durante tres días ha reunido en Madrid a dirigentes y cuadros de dicha formación para definir la propuesta programática que llevará a las elecciones del próximo 9 de marzo, se ha convertido en el mayor esfuerzo realizado desde que Mariano Rajoy asumiera la presidencia del PP para aunar criterios ante la opinión pública. Las diferencias internas, manifestadas al calificar la situación por la que atraviesa España de más o menos grave, parecen haber quedado superadas mediante la asunción de un programa que se orienta más hacia nuevas propuestas que a una revisión drástica de la legislatura que está a punto de finalizar. Desde los tiempos de José María Aznar, el PP se ha mantenido fiel a la máxima de avivar el ánimo de los incondicionales como estrategia fundamental para afrontar los desafíos electorales. Es evidente que lo consiguió mientras estuvo en el Gobierno, y que mantiene un alto grado de fidelidad por parte de su electorado a pesar de transitar durante cuatro años por la oposición. Pero los dirigentes populares son conscientes de que la movilización de ese voto seguro es condición necesaria, pero no suficiente, para afrontar con éxito la carrera del regreso a la Moncloa. Pero en la medida en la que el PP deje de lado la versión más dramatizada de su trayectoria y se disponga a la confrontación electoral sobre la letra menuda de la acción de gobierno, probablemente vuelvan a surgir voces inquietas ante la desmovilización de sus seguidores más entusiastas.
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La impronta de Rajoy se ha dejado ver estos tres últimos días tanto a la hora de matizar el alcance de la reforma constitucional que pretendería llevar adelante el PP desde el gobierno, como en el hecho de que anuncie modificaciones en el IRPF favorables a quienes poseen menores rentas. La llamada al «nuevo consenso» expresa la convicción de que la reconducción del mapa autonómico y el afianzamiento de los poderes del Estado requeriría un amplio acuerdo entre las dos grandes formaciones. La renuncia a cambios constitucionales de corte jacobino y a una reforma de la legislación electoral que pudiera minimizar el peso político de los nacionalistas forma parte del talante moderado con el que el candidato del PP pretende afrontar los comicios. La otra iniciativa destacada, la de eximir del IRPF a empleados y pensionistas que perciban menos de 16.000 euros y la de rebajar la carga impositiva que soportan las mujeres trabajadoras, trata de mantener e incrementar las actuales tasas de actividad. Pero parte sin duda de la confianza en que, a pesar de los síntomas de ralentización, el crecimiento de los próximos años invitará sobre todo a atender desde los poderes públicos a las economías menos favorecidas.
Separación unilateral
La victoria de un partido independentista (PDK) en las elecciones generales y municipales de Kosovo liderado por un ex jefe de la guerrilla albanesa parece abocar indefectiblemente a que se produzca una proclamación unilateral de independencia de esta región. Semejante escenario se perfila en un contexto en el que destaca la falta de preparación de las instituciones kosovares para gestionar un nuevo país y la casi segura confrontación con la minoría serbia. EE. UU. y la UE han endosado formalmente el Plan Ahtissari, favorable a una independencia tutelada internacionalmente y, si es posible, basada en un acuerdo entre Serbia y su provincia kosovar, pero hasta ahora no han existido progresos en las conversaciones y las dos posiciones, proindependencia y prointegración en Serbia con autonomía, se mantienen inamovibles.
El riesgo que planea sobre Kosovo, una vez declarada la independencia con el respaldo incluso de Estados Unidos, es que en la Unión Europea se produzcan posiciones encontradas facilitando que los serbios que viven en el norte de Kosovo promuevan la partición del nuevo país y las tensiones se extiendan, no sólo al territorio kosovar, sino a sus fronteras, dada la presencia de minorías kosovares en Macedonia. De hecho, el mediador de la UE ha propuesto pactar acuerdos de cooperación entre Belgrado y Pristina al margen del contencioso sobre el estatus de Kosovo a fin de ganar tiempo, pero esta comprometida situación únicamente podría reconducirse si la UE actúa de forma unida e inteligente en la resolución de la crisis y, por una vez, cuenta con un poderoso instrumento político para facilitar o no la futura adhesión a Serbia y a Kosovo.
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