«El último año en el BM Valladolid comprobé que no hay tanta gente que merezca la pena»
La familia es lo único que Juan Carlos Pastor, técnico del Pick Szeged húngaro,echa de menos en su nuevo país, donde bate récords de triunfos con su nuevo equipo
PPLL
Lunes, 6 de enero 2014, 13:19
Fue uno de los muchos españoles que se vieron abocados a abandonar el país para buscar trabajo. El balonmano hispano había caído en picado pese a los éxitos de la selección y no había sitio para un campeón del mundo, plata europea, bronce olímpico y toda una leyenda con su equipo de toda la vida, el BM Valladolid. Hungría, más concretamente la localidad de Szeged, donde Pastor ganó en un par de ocasiones en competición europea, fue la que le adoptó para hacer del club de la localidad, el Pick, todo un campeón. Y no fue fácil. Una derrota ante el Metalurg Skopje dejó eliminado al nuevo equipo de Pastor de la Liga de Campeones. Un mazazo. Pero desde entonces el Pick no ha vuelto a perder. Más de veinte partidos seguidos convertidos en triunfos. Y uno de ellos ante el eterno rival el Vezsprem. Todos los records batidos... y lo que queda.
¿Qué tal le va por Szeged?
Mejor de lo que me esperaba. Es una ciudad pequeña, de unos 150.00 habitantes, muy acogedora y que mira mucho por el deporte.
El balonmano es el deporte rey.
Si. Es el primer deporte, pero también tiene equipo de baloncesto, de waterpolo, etc. Hay muchos días que tomó café con varios oros olímpicos de waterpolo, incluso hay un padre y un hijo campeones.
Además tiene a Marko Krivokapic de segundo entrenador.
Desde luego ha sido fundamental. Formamos un gran equipo de trabajo y me ha permitido adaptarme muy bien a la vida en Hungría.
¿Hay mucha diferencia entre su actual club y el BM Valladolid?
Aquí está todo muy estructurado. Está el dueño, que es también dueño de la empresa Pick, dedicada a embutidos y a muy diversas facetas. Luego hay un director general que se apoya en otras personas con cometidos muy específicos. Luego estamos los técnicos, el director de cantera y los demás entrenadores. Está todo perfectamente estructurado. El club dispone de muchísimos recursos y tiene todo a su disposición, incluidos 15 coches, 10 de ellos para los jugadores.
¿Sigue mandando en el club tanto como en Valladolid?
En mi equipo sí, e incluso a veces nos piden cosas que entendemos que se salen de nuestro cometido. Tengo planificado el trabajo del equipo para un par de meses.
Con su sistema de juego tan detallista le habrá sido complicado imponerlo en Szeged y además con el problema del idioma.
El idioma no fue gran problema porque estaba Marko. Ahora el equipo parece una torre de babel, porque hay términos que decimos en español, otros en inglés, otros en húngaro, pero al final todo es balonmano. Zubai, el pivote, fue de los primeros en coger enseguida la filosofía de juego. Otros tardaron más. Además no estaban acostumbrados a los videos. Por otro lado, impuse un régimen interno del equipo que el club agradeció. ¡Ah! y me llaman 'míster', una costumbre allí.
¿Y usted se ha adaptado al modo de vida en una sociedad como la húngara?
Mi vida en Szeged no es muy diferente a la que hacía en Valladolid. Me levanto, desayuno y al entrenamiento. Hay días que empezamos a las 9:30 con vídeo o bien a las 10:30. Cuando acabamos vamos a comer a un restaurante que paga el club. Luego a casa y por la tarde a veces tenemos entrenamiento o bien preparado los vídeos o veo partidos. Me he comprado una parabólica y con el ordenador puedo ver partidos de varias ligas europeas. Estoy perfeccionando mi base de datos... ¡También veo todos los días el telediario español! Y por supuesto también sigo la liga española y todo los deportes. A veces voy a un gran centro comercial que abre las 24 horas.
Y se relacionará con Roberto García o Niko Mindeguía, los españoles de su equipo.
No mucho. Creo que hay que mantener cierta distancia y no dar lugar a preferencias. Por supuesto que nos llevamos muy bien, pero ellos hacen su vida.
¿Hacer las labores de la casa se le da bien?
Ciertamente no hago muchas. La comida la hacemos en el restaurante y el club también me lava la ropa deportiva. Cuando estuvo mi mujer, Pilar, en Szeged, me dio unas nociones de como funciona la lavadora y la pongo de vez en cuando, así como la secadora, etc. La casa tiene tres habitaciones pero solo utilizo una, así que tampoco revuelvo mucho.
¿Le gusta la comida húngara?
Está bien. Hacen una sopa de pescado de río muy típica que está muy bien. Comer en Szeged es muy barato y a nosotros nos ponen siempre comida casera. Por la mañana como fruta y por la noche para cenar, cualquier cosa. Los menús son muy baratos. Prácticamente mantengo los mismos hábitos que en Valladolid.
Nada más llegar fue eliminado de la Liga de Campeones. Tuvo que ser un momento muy duro.
El Metalurg Skopje nos sorprendió en su casa y no pudimos remontar. Sin duda fue un palo muy fuerte, pero había que seguir. Afortunadamente solamente hemos perdido ese partido, por lo que, por ahora, se mantiene la confianza en mis propuestas. Ganamos al gran enemigo el Vezsprem en Liga y llevamos alrededor de veinte partidos sin perder, todo un récord del club. Pero ya sabe que mi filosofía es ir partido a partido.
¿El Vezsprem donde juega su amigo Chema se ha convertido en una obsesión?
No, para nada, pero hay que ganarle tres veces si queremos conseguir algo en la Liga. Hasta ahora solo han perdido con nosotros. Chema ha hecho un inicio de temporada espectacular, es el jefe del equipo junto con Laszlo Nagy.
¿Qué piensan los húngaros de España?
Pues se dejan llevar por las noticias que salen fuera y piensan que en España todo es corrupción, crisis y muchos parados. Los jugadores y gente que ha viajado a España te dicen que es un país donde se vive muy bien, pero que hay mucha corrupción. Desde luego la marca España se ha resentido.
¿Y cómo se vive en Hungría?
En Szeged viven mucho en la calle. No se nota tanto la crisis. Los restaurantes están abierto de 11 a 11 y hay sitios que abren las 24 horas. Hay muchas calles peatonales y organizan muchas ferias o fiestas, con la matanza, la carrera popular, el día del niño, etc y engalanan el centro con carpas y casetas. Y en todas estos eventos suele estar el equipo de balonmano. Socialmente somos un elemento imprescindible en la ciudad. También hay menos ruido por las calles, muchas bicis y la gente es más efectiva. Si tienen que hacer algo, lo hacen. Pero también hay gente que busca comida por la calle...
¿Qué le sorprendió de Szeged?
La normalidad. En Valladolid sentía mucha presión, mucha tensión que aquí parecía diluirse. Y luego me 'aconsejaron' no entrenar en domingo. Allí los domingos son sagrados y familiares. Y por ejemplo, el día 15 de marzo, que es la fiesta nacional, está prohibido jugar partidos. Se levantan muy pronto. A las 7:45 ya están todos los niños en la escuela, aunque también es verdad que a las cuatro de la tarde es noche cerrada en invierno. Las casas suelen tener suelo radiante y por ahora no ha hecho mucho frío.
¿Qué es lo que echa de menos?
Sin lugar a dudas la familia. Afortunadamente hablo todos los días con ellos a través del Skype con el ordenador. Nos vemos. Mi vida está dedicada al balonmano y a mi familia y ellos son los que me faltan. No hay muchas opciones de que puedan venir a Szeged porque Bea hace 4º de la ESO y Marta 1º y en Szeged tendrían problemas para adaptarse. Quizás menos en la Universidad, porque aquí hay muchas asignaturas que se imparten en inglés.
¿Y los amigos y la afición?
El último año en el BM Valladolid fue muy duro y me sirvió para comprobar como es la gente que te rodea. Quizás es muy duro lo que voy a decir, pero no son tantos los que merecen la pena y te das cuenta de los que siempre están a tu lado. Y ahora en Szeged habló casi más con algunos amigos que cuando estaba en el BM Valladolid.
¿Cuándo volverá por Valladolid?
Estoy supeditado al calendario deportivo. En Hungría hay colegio desde el día 2 ya que allí los Reyes los da el Niño Jesús. Empezaré a entrenar después de Reyes, aunque también iré al Europeo de Dinamarca a ver el España-Hungría junto con una delegación del Pick. ¿Para fichar? No sé, nunca e sabe, pero hay que estar en estos sitios. La competición decidirá cuando volveré, pero mi mujer me visitará en febrero e incluso nos veremos en algún partido de la EHF.
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