«Moriré con las botas puestas y cantando la 'Joven Guardia'»
La 'madame de Cibeles' conoció a las Trece Rosas durante su militancia en la Juventud Socialista Unificada
CARLOS LÁZARO
Jueves, 26 de junio 2008, 02:43
Hija de anarquista, hermana de maquis, militante de la Juventud Socialista Unificada y prisionera entre 1939 y 1942, Concha Carretero aún entona con soltura los temas que marcaron su juventud. Represaliada durante el franquismo, la 'madame de Cibeles' participó ayer en la proyección de un documental sobre las Trece Rosas en el centro cívico de El Campillo, titulado 'Que mi nombre no se borre en la historia'. Con 90 años, Carretero aún recuerda con fluidez decenas de nombres, fechas, direcciones, detenciones, bombardeos, humillaciones, engaños y, sobre todo, canciones.
-¿Cómo eran las Trece Rosas?
-Conocí a dos. Yo era muy amiga de Julia Conesa, que era muy maja y muy buena persona. Nos queríamos mucho porque luchábamos por la misma causa.
-¿Cómo entró en política?
-Primero pertenecí a las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas, luego fui JC (Juventudes Comunistas) y finalmente pasé a ser JSU (Juventud Socialista Unificada), a la que quiero con toda mi alma. A mí me llamaban 'la madame de Cibeles, porque era muy chula, muy castiza, aunque ya no lo soy tanto. Tengo 90 años, sigo siendo JSU y me moriré con las botas puestas y cantando la 'Joven Guardia'. La letra dice: «Somos la Joven Guardia que va forjando el porvenir, no templo la miseria...». La seguiría cantando, pero es muy larga.
-¿De dónde le viene su interés por la política?
-En mi casa ya teníamos ciertas inquietudes porque mi padre era anarquista. Cuando atentaron contra Alfonso XIII, le imputaron el delito a él y la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) le recomendó huir a Barcelona, donde nací. Mis raíces ya eran de izquierdas.
-¿Cuándo la detuvieron?
-A mí me cogieron en una reunión clandestina poco después de que Franco entrara en Madrid. Nos llevaron a la carrera de San Jerónimo y allí nos dieron todo lo que quisieron. A ellos, les partieron la cabeza y a mí me hicieron limpiar su sangre, lo que para mí fue muy doloroso. Estuve entre el 39 y el 42 en cautiverio, pero salí en libertad porque en todas las declaraciones decía que pertenecía a las Juventudes porque me gustaban los chicos. Me untaban, pero no firmaba, porque mi base eran los chicos y de ahí no me sacaron. No torturaron, pero palizas y humillaciones, recibí muchas.
-¿Merece la pena tanto sufrimiento por una causa política?
-Por un ideal, todo lo que haga falta. En el año 39 empecé una lucha por un mundo sin hambre, sin guerras y en libertad. Esa es mi lucha. Estoy convencida de que hay algo mejor por lo que luchar. El camino es largo, pero hay que seguirlo.
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