
Su situación, a medio camino entre cuencas de Duero y Tormes, posibilitó un asentamiento romano (Carrelinares) justo cuando la romanización entraba en fase de profundización. Fuentesaúco encarnaba muy bien el enlace con la Vía de la Plata que luego nunca perdería pues se citan yacimientos visigodos en pagos de la Sepultura y Casa del Pastor.
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En este escenario, la primera noticia escrita alude a que en 1128, el rey de León Alfonso VII y su esposa Berenguela donaron al obispo de Zamora Bernardo el coto redondo de Fuentesaúco; luego, en 1133, le concede fuero de población a los 'popvlatores de Fonte de Savvgo'. Según parece el atractivo inicial no logró repoblación por lo que el nuevo rey Alfonso IX, tuvo que incrementar en 1224 los favores tributarios.
En el siglo XII quedó Fuentesaúco equidistante entre Zamora y Toro además de flanqueado entre el monasterio de Valparaíso y la orden de San Juan de Jerusalén. Se trataba de estrategia defensiva al supeditar el señorío temporal al prestigio de la Iglesia; pero esta filiación complicada del territorio generó «dannos, arrobos, quemas, sobre cortamientos ….».
1128: La primera noticia escrita alude a que en 1128, el rey de León, Alfonso VII y su esposa Berenguela donaron al obispo de Zamora Bernardo, el coto redondo de Fuentesaúco.
1612: Felipe III convirtió Fuentesaúco en condado, compartiendo abolengo con títulos de Jódar y Guadalcázar además de Mejorada y Arenales y sumando señoríos por Guadarromán, Villaguer, etc. Con el tiempo, ese condado fue acrecentado el distanciamiento con respecto a los saucanos para acabar radicando en Córdoba y concluir con la extinción del señorío a mero título nominativo.
En tales litigios, Fuentesaúco cumplió el rol de referencia y fue elegido por parte de la Cámara Episcopal de panera recaudatoria para el sur de la provincia; a cambio tenía que guardar la seña militar de Toro en hueste junto con hospitalarios. Hacia mediados del siglo XIII, el obispado aplicó un talante pactista con la villa virtualizado en recaudaciones y política municipal de aguas. Al obispo don Suero se deberá hacia mediados del siglo XIII, la construcción de un castillo que, reforzado por Acuña, fue derribado por el corregidor de Salamanca.
Fuentesaúco llegó a alcanzar tal entidad que fue sede de la corte y cancillería de Juan II en tres ocasiones, por lo menos. Protagonizó la trasferencia de la autoridad episcopal a laicos: primero, para la Corona, luego a la familia Alvarado, para finalizar en Deza y Águila toresanos.
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Texto de Santiago Samaniego, Cronista oficial de la Villa.
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