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No llueve y todo apunta a que continuará sin caer una gota hasta los últimos días de mes. Así que noviembre, salvo sorpresa, mantendrá la tónica general que arrastra el presente año desde su inicio, con un déficit acumulado de precipitaciones a estas alturas que alcanza el 57%, con tan solo 153,2 litros por metro cuadrado recogidos desde enero, cuando lo habitual son 355. Este mes, por ejemplo, solo ha llovido un día, el 3, cuando se recogieron 8,6 litros. Poco si se tiene en cuenta que la media de estos treinta días es de 55. Así que no es de extrañar lo que reflejan los más que significativos mapas que acaba de publicar la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), que muestran una comparativa a vista de satélite de la evolución de la vegetación durante los últimos tres años y en los que destaca especialmente la provincia, y el conjunto de la comunidad, donde los tonos verdes prácticamente han desaparecido.
La provincia se seca y a día de hoy, según muestra la imagen del satélite NOAA-19 el 31 de octubre, apenas cuenta con un índice de vegetación del 5% en amplias comarcas del norte, sur, este y oeste; con un porcentaje ligeramente superior en el centro. Hace tres años, el mismo índice oscilaba entre el 20% y el 30%.
La mortífera combinación de temperaturas elevadas, que este año prolongaron el verano desde comienzos de junio hasta prácticamente noviembre, y la prolongada ausencia de lluvias desde hace un año y medio están desertizando la provincia a pasos agigantados y secando los ríos que la recorren. Así lo muestra el caudal del Pisuerga, que acaba de superar por vez primera estos días los diez metros cúbicos por segundo –un nivel ínfimo, aún así, para el otoño–, pero que llevaba cuatro meses consecutivos sin hacerlo, lo que supuso su cuarto menor caudal acumulado en medio siglo, con una marca de 4,61 metros cúbicos por segundo en agosto y de 6,17 en octubre –también la cuarta más baja desde el año 1969–.
De manera que con los ríos en mínimos históricos, como mostraban hace un par de semanas las fotografías del nacimiento del Duero en Soria, que estaba literalmente seco, tampoco es de extrañar que los embalses del conjunto de la cuenca estén a día de hoy al 18,5% de su capacidad, es decir, menos de la mitad que hace un año (39,3%) y menos aún que su media habitual de los últimos diez años (41,4%), según los datos facilitados por la Confederación Hidrográfica del Duero a día 16.
Un panorama negro que no tiene visos de mejorar a medio plazo. Pocas veces las predicciones de la Agencia Estatal de Meteorología son tan claras, como la que lanzaron el pasado jueves, en el que advertían de que los modelos del centro de predicción europeo apuntaban a que no se producirían lluvias a diez días vista, es decir, hasta finales de la semana que viene o comienzos de la siguiente, o sea, casi hasta diciembre. Y de llover, además, las precipitaciones serían escasas. Salvo sorpresa.
La estabilidad, provocada por la eterna situación de bloqueo anticiclónico sobre el Atlántico, que desde hace meses impide la entrada de borrascas en la península, parece que volverá a ser la tónica de los próximos días, con heladas localmente fuertes de madrugada en algunos puntos de la provincia y máximas diurnas superiores a lo habitual, que oscilarán entre los 16 y los 18 grados. En Sardón de Duero, como ejemplo de estas variaciones térmicas, el jueves se registraron -6,1 grados por la mañana y 19 por la tarde, una diferencia que alcanzó los 25,1 grados. Y así será durante los próximos días.
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