Portal de la calle San Juan Bautista, donde hace dos meses vive una pareja de okupas reincidentes. El Norte

Okupas en Laguna de Duero

«Vivimos con el miedo en el cuerpo por lo que nos pueda pasar»

Una pareja de conflictivos okupas que vivió de forma ilegal durante casi un año en la calle Maldonado se ha metido en un piso de San Juan Bautista

Sofía Fernández

Valladolid

Martes, 15 de agosto 2023, 19:53

En poco más de mes y medio la buena convivencia de un tranquilo bloque de tres alturas de Laguna de Duero se ha transformado en ... una continúa sensación de tensión por lo que pueda suceder. El problema de la okupación anida en 7 de la calle San Juan Bautista y las seis familias que residen en el edificio comparten preocupación, malestar e indignación por tener que convivir desde el pasado mes de julio con una pareja de okupas reincidentes que se han adueñado de uno pisos de la planta baja.

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Se trata de una mujer de unos 18 años y un hombre de 22, perteneciente al clan de los Píos y con antecedentes policiales para los que la okupación no es algo nuevo, ya que durante un año moraron de forma ilegal en otra vivienda en la localidad hasta finales de este mes de junio. «Aquí se metieron a principios de julio, a plena luz del día y delante de nuestras narices, claro que ya habrían cambiado el bombín unos días antes para hacerlo lo más rápido posible», dice uno de los vecinos del bloque. Ninguno quiere desvelar su identidad, «por un motivo muy sencillo: pertenecen al clan de los píos y sabemos que son gente muy problemática y conflictiva por el historial y por la fama que tienen», confiesa.

El mismo día de la okupación los vecinos alertaron a la Guardia Civil pensando que se pondría remedio a la situación. «Vinieron los agentes e incluso tuvieron la calle cortada, pero no pudieron hacer nada porque previamente habían amenazado de muerte a un vecino para que dijese a los agentes que llevaban tres días en el piso para que no les pudieran echar», continúa. Vieron entonces con rabia e impotencia cómo se instalaron y ven ahora cómo van transcurriendo las semanas con la sensación de que en cualquier momento pueda pasar algo. «No se han metido directamente con nosotros pero es cierto que las peleas, las amenazas y los gritos entre la propia pareja y a altas horas de la noche son constantes», lamentan los residentes.

Han generado daños en las zonas comunes. «Ya no vamos a arreglar la cerradura del portal que han dejado inservible porque sabemos que la van a volver a romper para poder entrar y lo que más nos preocupa es que tienen la luz pinchada y que pueda pasar algo por manipular el sistema, Iberdrola ya está avisada de todo», señala uno de los vecinos.

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Les preocupa además que puedan ser capaces de manipular el suministro de gas del que dispone el edificio. «Nos han dicho que es complicado que lo hagan pero nadie te garantiza que sea imposible y aquí puede pasar cualquier cosa si lo manipulan».

No solo las manipulaciones en los suministros o los daños en las zonas comunes mantienen en vilo a los vecinos, «aquí viven niños y jóvenes y genera intranquilidad que se topen con ellos y les puedan increpar. No hay derecho a vivir con tensión en tu propia casa», puntualizan.

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Lamentan que es casi imposible contactar con el administrador de la propiedad. «No da señales y tampoco dan respuestas desde la Sareb, entidad propietaria del edificio y a la que llamamos todos los lunes porque nos dicen que el piso ocupado es propiedad exclusiva de la inmobiliaria Aliseda. Se van pasando la pelota y los afectados somos nosotros. Marcan su territorio, te miran fijamente, se asoman a la ventana como diciendo aquí estoy yo. Son desafiantes«, explica uno de los vecinos de la calle.

Okupas reincidentes y conflictivos

Temen que la situación de convivencia pueda prolongarse en el tiempo y volverse más conflictiva como les sucedió a las doce familias de la calle Maldonado, quienes tuvieron que soportar un año de comportamientos incívicos por parte de la pareja que se instaló de forma ilegal en uno de los pisos propiedad del banco Santander.

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En Maldonado, como sucede ahora en la calle San Juan Bautista, las peleas entre la pareja eran constantes y a cualquier hora de la noche. Los gritos, las amenazas a los vecinos, los desperfectos en zonas comunes y los ruidos excesivos independientemente de la franja horaria eran constantes e incluso llegaron a amenazar a los vecinos con quemar el edificio si les echan de la vivienda, hechos que convirtieron la convivencia de las familias en una auténtica pesadilla que se prolongó desde el mes de junio hasta este mes de julio.

Los vecinos entonces tuvieron que movilizarse y denunciar, lo hicieron más de seis veces, al igual que las llamadas a la policía, que fueron constantes por lo que fueron numerosas las veces que la Policía Local o la Guardia Civil acudieron al piso okupado de la calle Maldonado.

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Ahora que se han trasladado a la calle San Juan Bautista, los vecinos comienzan a plantearse cómo afrontar un problema que puede tardar en resolverse. «Nos tendremos que reunir todos los vecinos para tomar cartas en el asunto y ver cuáles son las opciones que tenemos, pediremos también que pongan puertas antiokupas en otros pisos de la zona que estén vacíos para que esto no se convierta una reclamo de gente que dé la patada y se meta, pero de momento esto no parece que se vaya a remediar por el momento y le puede pasar a cualquiera», aseguran preocupados.

Precisamente, la pareja de jóvenes okupas que ha trasladado la tensión de la calle Maldonado a la calle San Juan Bautista de la localidad de Laguna tiene estrechos lazos familiares con las doce personas, entre ellas varios menores que, a principios del año pasado, okuparon una vivienda situada en la Avenida de Soria en La Cistérniga provocando una situación de gran tensión en la que las amenazas y los insultos a los propietarios -un matrimonio de octogenarios que vivía en la casa contigua- eran constantes.

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En aquella ocasión la presión vecinal, mediática, las denuncias y la intervención de un mediador social aceleraron la marcha de unos okupas que permanecieron unos veinte días, aunque para ellos tampoco la okupación ilegal de viviendas era algo nuevo, ya que habían ocupado previamente varias viviendas de la provincia de Valladolid, entre ellas un inmueble de la Urbanización La Corala durante nueve meses.

Los vecinos de San Juan Bautista saben que aún les quedan varios meses de convivencia con ellos y lamentan que hayan tenido que ir a parar a su bloque. «No estamos en contra de que se ayude a las personas vulnerables o que necesiten de un empujón puntual pero este no es ni mucho menos el caso, ya que se trata de personas que viven como quieren sin adaptarse a las normas y sin importarles lo más mínimo el resto», finalizan.

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