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Jesús de la Calzada, metido en la cara del quinto, en un emocionante arrimón. Jaci Navas

Valladolid

El valor seco de Jesús de la Calzada impacta en la novillada de Tordesillas

Triunfó al cortar tres orejas, al igual que Pepe Luis Cirugeda, ante un notable encierro de la ganadería de Toros de Brazuelas

Lunes, 16 de septiembre 2024, 23:15

El valor desnudo, sin artificios, del novillero salmantino Jesús de la Calzada, que cortó las dos orejas de su primer oponente, y una al exigente ... quinto, junto con el notable juego de los utreros de la vacada vallisoletana de Toros de Brazuelas, fueron los dos ejes fundamentales sobre los que giró un festejo dinámico celebrado en Tordesillas. Diego Bastos, que desorejó al cuarto, un novillo al que se le concedió el premio póstumo de la vuelta al ruedo, y Pepe Luis Cirugeda, que igualó en trofeos a Jesús de la Calzada, completaron el cartel de una terna que no dejó indiferentes a los aficionados que completaron algo más de la mitad de los tendidos del moderno coso levantado a orillas del Duero.

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El encierro del hierro de titularidad de Jesús Pérez Carbonero, con la presencia de las dos líneas de procedencia (La Palmosilla –los tres primeros- y Gómez de Morales, previo paso por El Vellosino –los tres últimos-), permitió contemplar reses de lámina propia de plaza de segunda (Tordesillas es de tercera), con seriedad en las arboladuras y hechuras diversas, reconocibles en sus orígenes. Un elemento, clave, para lograr que se pueda otorgar carta de naturaleza a un festejo. Además, la movilidad y la nobleza como datos comunes en el juego de los astados, con la parcial excepción del sexto, dotaron a la tarde de un interés sostenido.

Si hace apenas cuatro días, literales, Jesús de la Calzada salió en hombros del salmantino coso de La Glorieta, dejando claras sus credenciales como diestro de valor y capacidades amplias, en Tordesillas ha mostrado, con un toreo más vertical, y sin las legítimas concesiones al toreo de hinojos, que su proyección es de largo alcance. Combina el novillero de la Sierra de Francia la potencia del valor seco con el mando en los muletazos, no exento de elegancia en el trazo que hace discurrir con las telas. Su figura enjuta, y su rostro de aire bizantino, desvelan una voluntad determinada y determinante. La búsqueda de un triunfo que alcanzó, tanto por su toreo de mando, de temple cadencioso, como por el arrojo de quietud y desprendimiento.

A la ennoblecida movilidad de su primer astado le ofreció un toreo de colocación impecable, que tuvo su prólogo en unas cadenciosas verónicas, cargando la suerte con sinceridad (siempre hay quien, en realidad, no adelanta la pierna de salida, sino que retrasa la más cercana a las astas…). Una faena en la que Juan Antonio Agudo, en un certero y medido puyazo, y Rubén Sánchez, con dos soberbios y arriesgados pares de banderillas, estuvieron cumbre. Al de Toros de Brazuelas, de cara abierta, le recetó De la Calzada sendos muletazos cambiados por la espalda en la boca de riego para desplazar la emoción a los tendidos. Y lo consiguió.

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Pese al viento, dibujó, sobre ambas manos, tandas de muletazos de limpia factura, gracias a la sostenida humillación del astado, en una faena de entrega y equilibrada arquitectura. Enterró la tizona el joven novillero casi entera, con impecable colocación, lo que se tradujo en una muerte fulminante e impactante del utrero. Dos orejas a ley, de peso.

Ante el quinto, De la Calzada se jugó el tipo. El novillo, menos pastueño y con temperamento, sin ser agresivo, exigía una demostración castrense de mando. De proporcionadas hechuras, y con dos astas de ofensividad desafiante, el chaval de San Martín de Castañar le dibujó lances que, por uno y otro pitón, irradiaban vibración. Eso que algunos llamaron emoción estética. Y, después, cuando el toro agotó su dinamismo, metido en la cara del astado, firme, con serenidad pasmosa, culminó una tarea de clima amenazante, solo apta para arriesgados inversores del IBEX. Una colosal estocada hasta la gamuza, tras un cierre de clásicas, y ceñidas, manoletinas, le permitió cosechar un valioso apéndice, sustentado en su intrépido espíritu.

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Pepe Luis Cirugeda demostró también, en sus dos faenas, que es un joven valor a seguir. Contó así mismo con la energía eólica como inconveniente renovable, pero dejó clara su búsqueda sincera del toreo de calidad y temple esmerado. A su primer oponente, de pelo entre melocotón y colorado, lo desorejó tras una faena en la que el astado, noble y con clase en su modo de colocar la cara y seguir los vuelos de los engaños, potenció las buenas maneras del espada. Al sexto, el de peor condición del encierro, le cortó un apéndice tras una labor de entrega y porfía.

Diego Bastos tocó pelo por duplicado en la faena al cuarto, un buen novillo, encastado y de inmarcesible nobleza. Variedad y temple, virtudes de un quehacer de notoria calidad, aunque la estocada, casi pescuecera, emborronó una faena de gran interés.

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