Vida de barrio
Pinar de Antequera, la única zona de Valladolid donde se soterró: «El plano urbanístico en sí es una pena»Fueron aproximadamente 800 metros de la línea a su paso por el barrio los que fueron enterrados en 2009
Ya desde la Edad Media se tiene noticia de la zona que hoy ocupa el Pinar de Antequera, el barrio de Valladolid situado entre Covaresa y Puente Duero. Se trata de un espacio natural único de la ciudad, que en sus inicios era una densa masa boscosa de pino y encina donde se suministraban productos y alimentos para los habitantes de entonces y para la ganadería.
A diferencia de lo que ocurrió con otros pinares que pasarían a manos privadas, en 1859 el Ministerio de Fomento lo declaró monte público. Gracias a esto, se evitó que fuese desamortizado y dividido en múltiples parcelas. Durante ese largo periodo, permaneció con poca edificación, pues apenas tenía una vivienda en el siglo XIX, la del guarda forestal.
A comienzos del siglo XX la historia de este barrio único dio un giro de 180 grados. La apertura del apeadero ferroviario en 1903 permitió una mayor conexión con Valladolid y facilitó la urbanización gradual del entorno. Así pues, se impulsó la construcción de nuevas viviendas, calles asfaltadas y alumbrado en toda la zona. Desde entonces, el Pinar de Antequera fue utilizado como lugar de paseo y disfrute del aire libre por vallisoletanos que veían en aquellas arboledas una alternativa al centro urbano.
Pero sin duda alguna, lo que más destaca de la historia reciente de esta zona es que estamos ante el único barrio de la ciudad en el que se realizó un tramo del soterramiento de la vía del tren. Fueron aproximadamente 800 metros de la línea a su paso por el barrio los que fueron enterrados en 2009.
Esto permitió liberar la superficie para crear un bulevar inaugurado en 2014 que ahora sirve como espacio de ocio y deporte para los vecinos. Como todos sabemos, el proyecto del soterramiento es actualmente un quebradero de cabeza que, además, fue abandonado en el año 2015, lo que significa que ese casi kilómetro es el único legado de una compleja obra que, visto lo visto, no parece que vaya a ser ejecutada.
«El plano urbanístico en sí es una pena, muchas calles son demasiado estrechas y cuesta pasear»
Antonio López
Vecino del Pinar de Antequera
Hace cuarenta años, Antonio López llegó al Pinar cuando muchas zonas «aún eran campo y calles sin asfaltar». Es más, este veterano vecino asegura que, en los años 80, «las calles prácticamente no estaban urbanizadas, había pozos negros, y muchas parcelas eran pinos» recuerda mientras indica con su mano derecha a qué zonas se refiere.
Claro que actualmente, aquel terreno rústico se ha convertido en un barrio peculiar, con alma de pueblo y cuerpo de ciudad, pero que todavía arrastra las contradicciones de crecer a golpe de iniciativa vecinal más que de planificación urbanística. Esto es algo que Antonio lamenta y no duda en criticarlo a pesar de la notable evolución del Pinar. «El plano urbanístico en sí es una pena, muchas calles son demasiado estrechas y cuesta pasear» apostilla.
Eso sí, a pesar del amplio margen de mejora, este simpático vecino tiene claro que «es el mejor sitio de Valladolid sin ninguna duda». Y lo dice con convicción, pues mientras mira a su alrededor, destaca el aire, espacio y naturaleza que hay, aspectos que no se compran y que muy pocos barrios tienen.
«Aquí vienen muchísimas familias, vienen niños, vienen a pasar el día. Es un sitio muy familiar»
Joana, propietaria del Bar Antequera
En medio de esa calma se levanta el Bar Antequera, un pequeño templo gastronómico que lleva casi un cuarto de siglo dando vida al barrio. Su alma es Joana, una mujer de sonrisa fácil y energía inagotable. «Llevamos 23 años, casi 24. Cerramos un año por licitación, pero hemos vuelto con fuerza», cuenta orgullosa mientras muestra las reformas de un bar que ya es un histórico del barrio y que alimenta y da de beber a cientos de vecinos de la zona.
Y es que el Pinar de Antequera no se podría entender sin sus familias, sin esas comidas al sol y esas sobremesas que se alargan hasta casi la noche. «Aquí vienen muchísimas familias, vienen niños, vienen a pasar el día. Es un sitio muy familiar, muy nuestro» afirma. No obstante, esta veterana hostelera tiene claro que hay aspectos con los que no está nada de acuerdo. No se atreve a mojarse, aunque asegura que «hay cosas que no están bien, pero si lo digo me hago daño, y no me merece la pena», un silencio que muchos vecinos tal vez sepan leer entre líneas.
«Aquí encontré un sitio donde puedo trabajar en paz»
Freddy López
Artista
Ya adentrados de lleno, con una calma tal vez excesiva si uno busca el clásico ambiente de barrio, el sonido del martillo y del soplete rompen el sosiego. Freddy López, artista colombiano afincado en el barrio, ha llenado su rincón de esculturas hechas con chatarra. Caballos, toros, motos, barcos… piezas únicas soldadas con imaginación y fe. Una atracción manual que es todo un regalo para los ojos de los vecinos que pasan por allí.
«Solo llevo un año aquí, en Colombia hacía arte industrial pero no quería seguir viviendo allí por los problemas de seguridad. Aquí, en España, encontré un sitio donde puedo trabajar en paz», cuenta con humildad mientras abre las puertas de su taller, el cual, un vecino de toda la vida del Pinar se lo prestó después de ver el gran talento de Freddy. «Yo este taller ya no lo uso y cuando vi sus obras no dudé en dejárselo» explica. En cuanto al barrio, el artista colombiano es muy feliz porque en esta zona de Valladolid ha encontrado un sitio «de paz y tranquilo», ideal para concentrarse en su arte.
El Pinar de Antequera es hoy un barrio maduro, de casas amplias y vecinos veteranos. Muchos como Antonio, se lamentan de que ya no llegue gente joven. «La mayoría somos mayores, y mucha gente de nuestra generación ya falleció. Los que vienen durante el año son familias pudientes que tienen aquí su chalé de fin de semana». Y la consecuencia es clara, en invierno el Pinar se apaga mientras que con el buen tiempo, vuelve la vida a una zona donde los paseos en bicicleta, pistas de fútbol y bares se llena de cientos de familia que huyen del ruido y las aglomeraciones del centro de la ciudad. El Pinar, más que un barrio, es la calma que buscan los vallisoletanos.
La próxima semana...
Nos acercamos hasta el barrio de La Overuela, distrito que se encuentra a las afueras de la ciudad, en la zona norte.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión