Mujeres que rompen clichés laborales: «Me dicen que ya era hora de que una chica les pase la ITV»
Mecánicas, conductoras, operarias y matemáticas cuentan cómo es trabajar en plantillas sin paridad
El movimiento feminista ha conseguido importantes logros en materia de igualdad en las últimas décadas, pero la brecha de género en el ámbito laboral sigue ... siendo notable en distintos aspectos. En Valladolid los datos de afiliación a la Seguridad Social revelan que un 47% del total de la población ocupada son mujeres (107.693). Pese a representar casi a la mitad de personas empleadas en toda la provincia, las vallisoletanas cobran 5.424 euros menos que el 53% restante de hombres, según los últimos datos correspondientes al año 2022 de la Agencia Tributaria.
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Por sectores, del total de personas empleadas en el Sistema Especial de Trabajadores Agrarios, las mujeres solo representan un 23,8%. Pero sobre todo, las cifras son aplastantes si se analizan los datos del Sistema Especial para Empleados del Hogar, del que forman parte 3.476 mujeres, el 97,8% del total y tan sólo 75 hombres. Datos que evidencian que el peso de los cuidados y las labores domésticas sigue recayendo casi exclusivamente del lado femenino.
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A pesar del panorama que arrojan los números, existen mujeres que abren caminos y con cuya labor demuestran cada día que no existen empleos diferenciados para hombres y mujeres. La Formación Profesional (FP) es una puerta de entrada a profesiones que hoy en día aún están muy masculinizadas, aunque aquellas que se preparan para oficios relacionados con la automoción o el mantenimiento aún son minoritarias.
En el Instituto de Formación Profesional Cristo Rey las alumnas apenas representan de media en torno a un 6% de las matrículas en los grados asociados a las familias formativas de Electricidad y Electrónica (2,89%), Automoción (2,08%), Instalación y Mantenimiento (5,83%), Informática y Comunicaciones (6,45%) y Fabricación Mecánica (0,79%). Son datos del curso actual. No obstante, de su cantera han salido mujeres que hoy triunfan en ámbitos laborales muy masculinizados.
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Lendy Díaz Cambió el secador por la caja de herramientas
«La gente se sorprende, pero para bien»
«Causa sorpresa, pero para bien», cuenta Lendy Díaz, de 28 años, que ejerce de Oficial de II para calderería y mantenimiento en la empresa Tecnicalor. Traducido al lenguaje común, se dedica a reparar calderas de pellets y combustible. «Ahora mismo tengo un aviso para ir a reparar una de gasoil», cuenta al otro lado del teléfono. Lendy, que antes era peluquera y esteticién, cambió el secador por la caja de herramientas: «Estuve en Peluquería y Estética, no me gustó para nada así que me fui a Fasa Renault».
Allí descubrió su vocación por las reparaciones: «Estaba en un puesto que tenía muchas averías y me gustó. Mis compañeros me animaron a formarme». Pese a las dudas iniciales, dio el paso y estudió un módulo de Mantenimiento Electromecánico, en el que era la única alumna de 23 matriculados. Ahora complementa su formación con una FP Superior de Mecatrónica Industrial, en el que tiene dos compañeras, para seguir progresando en su sector. «En su día me dije, ¡Cómo me voy a meter en un mundo solo de hombres!», recuerda Díaz, que agradece que el empuje de sus compañeros y el ejemplo de su hermana, mecánica de coches, la animaron.
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Desde que cursó sus primeros estudios, hace dos años, no le ha faltado trabajo: «Estuve solo dos días en el paro». Antes de encontrar su empleo actual, estuvo ejerciendo de mecánica de línea de montaje en otras dos empresas. El del mantenimiento es un sector muy masculinizado que a ella la ha acogido con los brazos abiertos: «Yo no he sufrido ningún tipo de rechazo. La gente me dice: ¿Pero cómo te has animado a esto? Causa sorpresa, pero para bien». Ahora anima a otras congéneres a seguir su ejemplo: «Yo soy feliz con mi trabajo. Es un mundo encima muy bueno, muy agradecido».
Alba Temprana Pasión por la automoción desde la cuna
«Mogollón de gente te dice que ya es hora de que una chica les pase la ITV»
De las aulas de Cristo Rey ha salido también Alba Temprana, 25 años, apasionada de la mecánica desde la cuna: «De toda la vida he estado metida con los coches y las motos. Lo he mamado». Lo tuvo claro, así que en 2018, al poco de acabar el bachillerato se matriculó en la FP Superior de Automoción, que le abrió las puertas de la estación ITV San Cristóbal, donde lleva tres años trabajando: «Soy inspectora de vehículos, la que pasa la ITV». Junto con ella trabajan otras tres mujeres, incluida su jefa, la ingeniera a cargo del servicio, aunque la plantilla, con 11 empleados por turno, está mayoritariamente compuesta por hombres.
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Esta inspectora de vehículos considera que su profesión está preparada para la inserción laboral de las mujeres, pero advierte de que la automoción es un mundo duro en el que hay que mancharse: «No creo que no haya chicas porque no las cojan, sino porque no a todo el mundo le gusta». Para aquellas que se sientan atraídas por el mundo del motor aconseja seguir hacia adelante: «Las cosas están cambiando mucho».
Al igual que Lendy, señala que una de las reacciones más habituales al verla desempañar su labor es la sorpresa: «Mogollón de gente me dice que ya era hora de que se la pasara una chica». Pero no todo el mundo se alegra de que sea una mujer quien dé el visto bueno a su vehículo: «Notas más el rechazo del cliente de que los compañeros, con ellos no he tenido problemas. Sobre todo de personas un poco más mayores. No les gusta mucho que les pases la ITV». Su día a día también supone tener que hacer frente a quienes la intentan «amedrentar» ante un informe desfavorable para que «recules». Ante esto, la clave es «mostrarte segura», una confianza que no tienen por qué derrochar sus compañeros: «Nosotras tenemos que estar cada dos por tres demostrando si valemos o dejamos de valer».
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Nuria Alonso 27 años al volante de un autobús
«El machismo a mí no me perjudica porque voy a lo mío»
Demostrando su valía al volante de un autobús lleva casi tres décadas Nuria Alonso, de 54 años. Los últimos 22 años se ha desempeñado en la empresa pública Auvasa, que en su plantilla cuenta con 31 conductoras indefinidas y ocho temporales, en torno a un 10% del personal. Cuando ella entró solo eran ocho chicas y ahora celebra que en torno a la última década se ha triplicado, pese a que siguen siendo «muy poquitas»: «Yo creo que hay mucha gente que no se anima porque necesita un aliciente. Si te gusta conducir somos igual que ellos, no necesitamos la fuerza bruta para hacer estos trabajos».
A Nuria siempre le ha gustado conducir y ver a otras mujeres en vehículos pesados la animó a dar el paso. Después de un tiempo trabajando en una empresa de limpieza para poder pagar la autoescuela, con 27 años se sacó los tres carnés -el de coche, el de autobús y el de tráiler- a la primera y desde entonces su vida laboral ha ido sobre ruedas. En su larga trayectoria en una profesión muy masculinizada ha visto de todo: «Te llegaban a decir que les estabas quitando el puesto de trabajo a los hombres. Algunos se quedaban en la parada y no subían contigo». A ella nunca le ha afectado demasiado: «Yo decía bueno, si le estoy quitando el puesto a lo mejor valgo más que él».
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Ahora, aunque no son habituales los comentarios machistas, no se han erradicado: «Algún comentario siempre hay. A lo mejor si frenas porque se te cruza algún coche siempre está el que te dice algo». Hoy el escenario que se presenta es mucho más amable, quizás por el extendido el uso del móvil, que los hace estar «en otro lado» o por la educación en Igualdad, pero la clave para esta conductora siempre es la actitud: «El machismo siempre existe pero a mi no me perjudica, yo voy a lo mío».
María Paz Calvo Primera profesora de la UVA en Matemática Aplicada y Computación
«Si se han encontrado conmigo, que piensen que ellas también pueden»
La brecha de género es más visible en los oficios tradicionales, aunque en el ámbito universitario tampoco se ha alcanzado la paridad. A pesar de que la presencia de las mujeres es mayoritaria -un 57% de los estudiantes de nuevo ingreso- en los campus, al igual que pasa con la FP, el sesgo de género se denota en la elección de las carreras. Los grados con menos mujeres matriculadas se concentran en el ámbito de las Ciencias, la Tecnología y la Ingeniería. Matemáticas es una de las asignaturas pendientes, donde ellas representan en torno al 36% del alumnado, según un reciente estudio de ESADE.
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Un poco más alentador es el panorama que presenta la Universidad de Valladolid (UVA), donde las mujeres que estudian matemáticas se elevan hasta el 44%. Allí imparte clases desde hace 35 años María Paz Calvo, de 57, Catedrática de Matemáticas y coordinadora de la carrera. Tras un breve periodo como Ayudante de Escuela Universitaria, en 1994 se convirtió en la primera profesora titular del departamento de Matemática Aplicada y Computación. «Por aquel entonces éramos siete», recuerda Calvo de sus inicios en una unidad docente, por aquel entonces de reciente creación, en la que era la única profesora. Ahora, aunque ha crecido en número, la proporción de mujeres es menor: «De 50 profesores estamos cuatro fijas y después tenemos algunas haciendo tesis, pero creo que no pasamos de 10 en ningún caso».
La explicación no es sencilla, más teniendo en cuenta que en su orla universitaria de los 19 graduados 12, incluida ella, son mujeres: «Quizás la salida más directa era ir a los institutos y quedarse en la Universidad no era tan habitual. De alguna manera esos números los vas heredando. Ahora hay más movimiento, pero requiere que pase un tiempo». Si antes eran los institutos los que acaparaban el mayor número de profesoras, ahora lo son las empresas privadas, que captan a los alumnos nada más graduarse, frente al largo camino de doctorarse e impartir clases en la Universidad.
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Sobre su experiencia en un entorno laboral dominado por hombres, considera que en ese sentido su vida ha sido fácil: «Nunca sentí que se me haya tratado distinto de otros compañeros». Pero puntualiza que su experiencia no se puede generalizar: «Ibas a entornos en los que había muchos hombres y pocas mujeres, pero es verdad que en ningún momento me he sentido discriminada. Pero bueno, cuando hablas con compañeras a veces escuchas que en un momento dado algún hombre pasó por delante de ellas porque quien estaba dirigiendo lo prefería».
Calvo ha encontrado su sitio en las matemáticas y en la docencia universitaria, por eso anima a doctorarse y espera servir de ejemplo para que otras lo hagan. «Este año en unas jornadas de puertas abiertas han venido más chicas que chicos. Siempre me queda la esperanza de que si se han encontrado con una mujer matemática que coordina el grado de Matemáticas, que piensen que ellas también pueden».
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