Muere Serafín Moya, el vinatero que más vendía entre los años 70 y 80 en Valladolid
Bajo la marca El Carromatero elaboró y distribuyó vino a granel a bares y cantinas en la época de pleno auge de las cuadrillas de chateo
Tuvo tino para emprender en los tiempos del chateo, de bajar a la bodeguilla a la que los vecinos acudían con el jarrillo a por ... un cuartillo de vino para alegrar la comida. En aquella rutina levantó Serafín Moya Gómez su negocio, popular en la ciudad entre los años setenta y ochenta del siglo pasado y que en el sector vinícola evocan ahora con motivo del fallecimiento el pasado 31 de mayo a los 87 años de este vinatero, uno de los impulsores de la Denominación de Origen Toro a través de la bodega El Carromatero que fundó en la localidad vallisoletana de San Román de Hornija.
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Recordado como el vinatero que más vendía a granel en Valladolid, suministró miles de litros de tinto, clarete y blanco a bodeguillas señeras como La Orensana, que aún sobrevive en la Rondilla, y los desaparecidos Linares en la Victoria, El Socialista en la calle Zúñiga o El Boquerón de Plata y Padova, entre decenas de cantinas y bares de la capital, la provincia y también de la región.
Serafín y su esposa Carmen Tejeda eran el alma de una aventura en torno al vino que dio sus primeros pasos hacia 1956. En el sótano del bar Clara que regentaba su suegro en Toro (Zamora) comienza a elaborar su propio vino y tres años después se lanza a viajar a diario en furgoneta hasta Valladolid para venderlo. El negocio tiene futuro, pero será aún más prometedor cuando tres años después se decide a comprar una finca de recreo en la localidad vallisoletana de San Román de Hornija y crea su propia bodega: Serafín Moya El Carromatero. Es el momento del vino asequible a granel y embotellado y llega a elaborar más de tres millones de litros al año.
Sus tintos, claretes y blancos empiezan a introducirse de forma masiva en las barras de Valladolid, hasta llegar a montar en la calle Nogal una embotelladora con enormes depósitos para almacenarlos y distribuirlos.
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Corría el año 1972 en una ciudad emergente al calor de Fasa Renault, la creación de nuevos barrios donde se estrechan relaciones de vecinos recién llegados y coge auge el chateo diario de cuadrillas de amigos y compañeros de empresa en torno al ambiente de bares y cantinas antes de las comidas o al final de cada jornada laboral. «Fue una época dorada para el típico vinatero que distribuía su producto; Frutos Villar, Pablo Barrigón y El Carromatero eran las tres marcas originarias de Valladolid que vendían por toda Castilla y León», rememora José Ignacio Moya, uno de los cuatro hijos de Serafín.
En torno a los años ochenta y bajo el influjo de las denominaciones de origen Ribera del Duero y Toro soplan vientos de revolución en el mundo vinícola. El salto de calidad en la elaboración de los caldos está a las puertas y Serafín Moya quiere cultivar y disponer de uva propia. Planta 87 hectáreas de viñedo en San Román de Hornija. El mosto que entonces se adquiría a las cooperativas de Toro, La Seca o Morales de Toro no bastaba para abastecer una demanda al alza, así que con frecuencia se echaba mano de camiones cisterna con uva manchega traída desde Tomelloso o Valdepeñas.
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Vino de mesa y otras marcas
«A partir de 1986 se inicia un cambio radical en el mundo del vino: se mejora la calidad con producciones más reducidas y, lógicamente, con otros precios más altos», explica José Ignacio Moya ante los vientos de cambio que finalmente llevaron a su padre a dar un paso a un lado para dejar la bodega en manos de un hijo que también lleva su nombre y es enólogo: Serafín Moya, que sacaría su propio vino en 1990. «El Carromatero –resume– se quedaría como vino de mesa y se elaboran otras marcas».
En 2019 la bodega de San Román de Hornija en la DO Toro fue adquirida por Ernesto del Palacio
En 2019 la bodega –una de las 63 que integran la DO Toro (once de ellas en las localidades vallisoletanas de San Román de Hornija, Villaester y Villafranca de Duero– fue vendida. Serafín Moya apostó por la vinculación enológica con la Ribera del Duero, y sus hermanos estaban entregados a otras ocupaciones: a la banca José Ignacio, Fernando a la distribución, desde la que atiende a clientes de toda la vida en sus instalaciones de Cabezón de Pisuerga, y Alberto es militar.
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El propietario actual de la bodega es Ernesto del Palacio, exalcalde de San Román de Hornija, junto a otros dos socios. «Estamos introducidos en medio mundo», presume sin dejar de recordar a Serafín Moya Gómez como «el 'rey' del vino a granel, el que dominaba el mercado en Valladolid».
Con el nombre de El Carromatero en alusión a quienes distribuían el vino en carromatos, Serafín Moya Gómez comenzó repartiendo miles de litros en furgoneta mientras su mujer se ocupaba de la gestión administrativa. Hasta los últimos días antes de la venta de la bodega acudía a diario a ver cómo iban las viñas quien nunca acabó de entender «los precios desorbitados que alcanzan algunas botellas de vino», en palabras de su hijo José Ignacio.
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