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Un miembro del Regimiento de Artillería 73 vigila un lanza misiles Nasams, situado en el cerro de San Cristóbal durante estas maniobras. RODRIGO JIMÉNEZ

Artilleros antiaéreos mirando al cielo

La provincia de Valladolid acoge por vez primera estas pruebas, en las que participan unidades de Sevilla, Cartagena, Madrid y Asturias

Jorge Moreno

VALLADOLID

Jueves, 8 de febrero 2018, 20:01

Que la tecnología y la electrónica pueden ser utilizadas contra objetivos civiles y militares, provocando cuantiosos daños en minutos, es una hipótesis que cada vez más evalúan los medios de defensa de países occidentales.

Aeronaves comerciales, avionetas, pequeños helicópteros, o los cada vez más utilizados drones, pueden convertirse en piezas de destrucción que un espacio aéreo seguro que se precie debe de evitar. No solo es el Ejército del Aire el que puede responder desde el cielo a estas tripulaciones, sino que desde tierra la artillería también puede tras las correspondientes alertas de radares.

Por primera vez, la provincia vallisoletana ha acogido durante una semana unos ejercicios de artillería antiaérea, los primeros que el Ejército de Tierra lleva a cabo este 2018 (el anterior fue en Reus).

Un total de 338 militares de regimientos y unidades de Sevilla, Madrid, Cartagena y Asturias participan en este despliegue de simulación de defensa aérea (UDA), con el que se pretende responder a ataques mediante misiles o con la utilización de aeronaves pilotadas fuera de las ‘trazas’ de seguridad.

Las unidades que se han desplegado colocaron baterías de tiro en la base de Villanubla, en el cerro de San Cristóbal, en otro punto de Wamba, y en Renedo. Se trataba de cubrir cualquier posible riesgo, en un radio de 80 kilómetros y con Valladolid como epicentro. El núcleo de mando y control, dirigido por el teniente coronel Manuel Cervera, ha supervisado desde Villanubla estos operativos.

Un soldado revisa un lanzacohetes Mistral, de fabricación francesa. RODRÍGO JIMÉNEZ

«La artillería se complementa con el Ejército de Aire, cuando esta no puede dar una respuesta desde tierra. Nuestros equipos son de defensa a medio ataque, con los que se garantiza la seguridad del espacio aéreo español», explica Cervera, que justificó este despliegue por primera vez en Valladolid, como cualquier otra operación internacional que llevan a término las Fuerzas Armadas en Líbano o Iraq.

De este modo, cada seis meses los integrantes de estas unidades ‘se pasean’ por España para estar preparados, y en tan solo cinco días llegar a cualquier zona del territorio.

Con esta simulación antiaérea, el Ejército de Tierra desplazó radares, unos 40 vehículos y baterías, con munición sin activar. Una vez situados en las cotas más elevadas, los cañones cubren aquellos «huecos que el Ejército del Aire» no alcanza.

Desde el puesto de mando, el radar de impulsos RAC 3D permite detectar a 100 kilómetros de distancia aeronaves que vuelen a media, baja y muy baja altura.

«En ningún caso estas baterías responden de forma individualizada, sino que se esperan las órdenes del mando de operaciones central, que está en Madrid», apostilla Cervera.

Por su parte, el teniente Fernando López Denia, recuerda que el espacio aéreo español está protegido las 24 horas con cazas F-18 o Eurofighter capaces de derribar cualquier avión enemigo u hostil.

Según sus responsables, este tipo de despliegues está concebido para responder a ataques realizados mediante secuestros de avionetas o aviones comerciales, como sucedió el 11 de septiembre de 2001.

Para dar protección a todo este armamento, una unidad de Infantería de la Brilat, de Asturias, se ha desplazado también estos días hasta Valladolid. Junto a ellos, especialistas en transmisiones y armamento han colaborado para resolver cualquier incidencia en el material.

Misión en Turquia

Algunos de los militares que esta semana han estado en Valladolid, además de adiestrarse a lo largo del año en sus unidades, han participado en misiones internacionales, entre ellas la que actualmente tiene el Ejército de Tierra en Turquía.

En una de sus bases, situada en Adana, los artilleros españoles dan apoyo a este país frente a posible ataques con cohetes desde territorio de Siria. Y lo hacen con una unidad antimisiles Patriot, desplegada por indicación de la OTAN.

«Esa es nuestra única presencia en el exterior, por ahora, aunque estos sistemas de defensa que hemos traído se podrían utilizar en cualquier punto. De hecho, los llevamos hasta Fuerteventura, donde se tuvieron que trasladar en barco», explica el teniente coronel Cervera.

Objetivos a baja altura

Otro de los nuevos retos de la artillería está en la utilización de drones, que desde hace un lustro se pueden adquirir en algunas superficies comerciales o en Internet por algo más de cien euros.

Aunque con cierta dificultad, «si vuelan bajo», los radares de estas unidades militares pueden detectarlos e informar para comprobar si su ruta está programada y es conocida, tanto por la aviación civil como militar.

De los equipos antiaéreos trasladados, el de misiles Nasams es el más moderno desde el punto de vista tecnológico, ya que permite ser utilizado con poco personal.

Excepto los 41 militares del Regimiento de Artillería 73 de Cartagena y de la Brilat, que ‘pernoctaron’ en las inmediaciones de La Cistérniga, el resto se ha quedado en la base de Villanubla y en la del Empecinado de Santovenia de Pisuerga.

Mañana, viernes, al mediodía, terminarán estos ejercicios que se han hecho con equipos que disponen de electrónica noruega, norteamericana y española.

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