El gremio de Plateros exhibe las tallas de sus patronos en Valladolid tras su restauración
Los profesionales destacan su historia con el reencuentro con las tallas de la Virgen del Val y San Eloy
Javier Burrieza
Lunes, 29 de noviembre 2021, 21:53
A través de las esculturas de la Virgen del Val (siglo XIII) y San Eloy (siglo XVI), el gremio de plateros, joyeros y relojeros de ... Valladolid ha vuelto a desglosar los principales episodios e hitos de su historia profesional en la sala de conferencias del Centro de Espiritualidad del Sagrado Corazón. Estas dos tallas de gran antigüedad se encontraban en siglos pasados en la ermita de este gremio, en su antigua ubicación en la esquina actual de la calle Zapico y Francisco Zarandona, junto al Mercado del Val. Al ser derribado aquel templo, fueron trasladadas a la antigua parroquia de San Esteban el Real donde han permanecido sin una excesiva valoración histórica. El propio Centro de Espiritualidad, dirigido por Julio de Pablos, ha procedido a la restauración de las imágenes y el presidente del gremio, Antonio Zúñiga ha querido con motivo de la festividad de su patrono, San Eloy, el 1 de diciembre, llevar a cabo esta presentación y reencuentro entre aquellas imágenes y los herederos de sus devotos profesionales, por el placer de saber quiénes somos en esta ciudad.
Publicidad
El gremio de Joyeros, Plateros y Relojeros de Valladolid no quiere vivir de espaldas a su historia, como lo prueba la existencia de una calle tan carismática como la de la Platería, con tanto sabor comercial, de producción de mercancías de lujo, procesional, además de modélica urbanísticamente. Todo ello unido a las devociones de estos maestros con sus oficiales y aprendices, vinculadas al obispo San Eloy –orfebre de profesión que se ganó la confianza de los reyes francos– y, muy especialmente, a la Virgen del Val, una talla de principios del siglo XIII y que, desde el XVII, dispuso de una ermita en la ciudad. Un pequeño templo que permaneció en pie hasta 1869, que se encontraba en las cercanías del actual mercado del Val, al final de la antigua calle del Corral de la Copera.
Los plateros estaban muy vinculados a la condición que Bennassar otorgó a este Valladolid en el Siglo de Oro: una ciudad de servicios, de lujo y de consumo. Trabajaban para la demanda de una sociedad sacralizada –pensemos en los objetos y vasos litúrgicos, en custodias procesionales en la festividad del Corpus Christi– pero también para una nobleza en torno al monarca y sus instituciones, en palacios llamados a ser pequeños espacios para el lujo y la apariencia. Se unían los hombres de negocios, banqueros, grandes comerciantes, que no estaban en principio entre los privilegiados de los estamentos, pero sí de la circulación del dinero. En todos ellos, los plateros pero también los joyeros –con una calle de la Sortija– tenían notables clientes. En esa centuria tan importante para Valladolid, con el emperador Carlos morando en ella o con Felipe II trasladando la Corte –la del siglo XVI–, la villa que recibió el título de ciudad se convirtió en un importante centro de producción de estos objetos de lujo, con una dimensión social cada vez más destacada de sus maestros como se apreció en la familia de los Arfe. Juan de Arfe fue el autor de la custodia de asiento que le encargó el cabildo colegial –que no todavía catedralicio–, para la festividad del Corpus de 1590, casi al mismo tiempo que Juan de Herrera entregaba las trazas de una nueva Iglesia mayor que se iba a convertir en 'catedral inacabada'.
Como relata Brasas Egido, la presencia continuada del tercero de los Arfe por espacio de treinta y cuatro años situó el cénit de este gremio en la ciudad. Él se consideraba «escultor de oro y plata e arquitecto, oficios muy diversos del de platero». La salida definitiva de la Corte en 1606 cambió el rumbo de los acontecimientos. Naturalmente, encontramos grandes obras como el trono de la Virgen de San Lorenzo o el magnífico relicario de la Verdadera Cruz, para una cofradía antigua que tuvo alcaldes plateros. Y aunque la actividad prosiguió en el XVIII, Eugenio Larruga en su informe hablaba del «estado infeliz, dibujo imperfecto, idea antigua, bruñido grosero y sus manufacturas casi no pasan de hebillas, rascamoños y cosas semejantes» de este gremio. Los centros productivos se encontraban más alejados y aquella ermita de plateros del Val, hoy ni siquiera es recordada con una placa. Todo desde un 1 de diciembre, festividad de San Eloy, obispo y orfebre, patrono del gremio.
3€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión