Juan Echanove: «El alma no solo se expande por evasión, también por concentración y reflexión»
El actor se mete en la piel de Rafael Trujillo, el cruel dictador que protagoniza la versión teatral de la novela 'La fiesta del chivo'
La República Dominicana vivió durante más de tres décadas bajo el régimen de Rafael Trujillo, un dictador que terminaría asesinado en 1961. La historia de ... ese asesinato y el recuerdo posterior de las víctimas (una hija que regresa al país para ver a su padre moribundo) es el eje de 'La fiesta del chivo', novela de Mario Vargas Llosa que llega al Teatro Carrión (este domingo 5, a las 19:00 horas) convertida en montaje teatral, con la adaptación de Natalio Grueso, la dirección de Carlos Saura y Juan Echanove en el papel del dictador.
-Es un libro complejo de llevar a escena.
-El acierto de la versión es haber tomado el personaje de Urania Cabral como eje central y presentar todo lo que ocurre en el mundo Trujillo bastante sintetizado, porque si nos vamos a toda la descripción de la oposición sería más complicado... Se ha conseguido hacer todo ese mundo de Trujillo muy visible en cinco cuadros que son parte de la conversación que Urania pretende tener con su padre [un antiguo cargo del régimen, años después de todo aquello], que está hecho un guiñapo en una silla de ruedas. Y eso es para lo que Urania ha ido de Nueva York a República Dominicana: para ajustar cuentas con su padre. Las razones de ese ajuste de cuentas son visibles por la dramaturgia teatral. Y así, vemos ese mundo de Trujillo plagado de humillación, de barbarie, de megalomanía...
-El regreso de Urania es casi como el pueblo que mira al pasado.
-Sí, creo que sí. Y una forma de preguntarse: ¿Cómo es posible que estuvierais tan ciegos y no vierais lo que estaba pasando delante de vuestros ojos?
-Escribe Vargas Llosa: «Todos los domincanos, tarde o temprano, participaban como cómplices».
-A niveles increíbles. Dentro de esta corte o camarilla que se creó alrededor de Trujillo, él disponía de las vidas, de las almas de toda la gente que pasaba por allí. Y le daba igual si la mujer que quería llevarse a la cama era la esposa de un colaborador íntimo, de un ministro. Le daba igual. No por voracidad sexual, sino por voracidad de humillar a los que tenía alrededor.
-Era un manipulador de ingenuos, un aprovechador de vanidades y codicias, dice el escritor.
-La descripción de Vargas Llosa es meticulosa y exacta de lo que era ese entorno.
-¿Cómo meterse en la piel de un tipo como este?
-En el momento en el que uno tiene interpretar un personaje, si establece prejuicios o incluso una relación de entendimiento, entonces el trabajo pierde su razón de ser. Esto es un poco como los forenses, que tienen costumbre ya de trabajar con cadáveres y con el olor que desprenden. Nosotros tenemos la costumbre, cuando vemos un personaje, de analizarlo y darle nuestro trabajo para que luego sea el espectador el que tome decisiones morales, éticas sobre lo que ha visto. A nosotros no nos corresponde.
-Y eso llega al público.
-Claro, porque le damos la mayor credibilidad, la mayor verdad escénica. Y lo interesante es conseguir conmover al que está en el patio de butacas, que antes de entrar al teatro no tenía esa implicación con los personajes. Nosotros notamos que eso se consigue, porque desde luego el aire se corta durante la representación.
-Otra frase del libro: «La política es abrirse camino entre cadáveres».
-Depende del contexto en el que esté dicha esa frase. Ese es un recurso literario que emplea Vargas Llosa para dar credibilidad a un discurso general. Pero no hablemos solo de la dictadura. O de cadáveres. Estamos acostumbrados ya a ver que la política (y no solo la política) se hace a base de dentelladas. Y sí. No tenemos más que poner cualquier informativo para verlo, para ver que se hace a dentelladas. ¿Eso genera cadáveres? Son otras épocas y otras maneras de verlo, pero el peligro está ahí. Todo depende del grado de atención que queramos ponerle.
-Llegan a Valladolid con el montaje rodado.
-Hemos estado de gira desde que terminó el confinamiento. En el verano de 2020 arrancamos y acabaremos en diciembre de 2021. Ya quedan muy pocos sitios donde no hayamos estado. La gente necesita teatro. El espectador ha hecho un esfuerzo brutal durante todo estos meses que estamos viviendo. Y sabe que donde va es un espacio seguro. Y lo seguro es que durante un tiempo determinado va a poder sentir cosas y pensar cosas que no tienen que ver con lo que está viviendo cotidianamente, que es muy duro.
-Evadirse.
-Y no solo. También dar un poco de impulso a tu alma. El alma no solo crece y se expande por evasión, sino también por concentración, por reflexión... y eso, en el ámbito del teatro, está garantizado.
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-Esta una gira atípica.
-Nosotros hemos vivido las reducciones de aforo, los cierres de la hostelería. Cuando estás viviendo lejos de tu casa, te alojas, comes, cenas y desayunas fuera. Hacer el trabajo en unas condiciones en las que es muy difícil encontrar un sitio donde puedas estar, donde comer al aire libre. Hemos comido en las recepciones de los hoteles... Son cosas atípicas que las recordaremos como las de la gira inolvidable. La gira que hemos hecho con 'La fiesta del chivo' hasta ahora es enormemente bonita, pero dura como un ladrillo.
-Esperemos que sea la última en estas condiciones.
-Acababamos de llegar al 70% de vacunación con segunda dosis. Joder, qué buena noticia. Hasta me he alegrado. Por lo menos hemos conseguido un reto. No hemos dicho esto es imposible, no lo vamos a hacer. Ahí está. Vamos a ver cómo evolucionamos de todo esto. La incertidumbre domina todo. Pero a ver si en otoño podemos recuperar el cien por cien de los aforos en los teatros porque eso pondrá en marcha la producción.
-¿Ya hay próximo proyecto, entonces?
-Sí. Habrá otro montaje teatral con los mismos actores del montaje de 'La fiesta del chivo'. Pero aún no podemos desvelar el título.
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