Adrián Lastra: «No soy cómico de por sí»

Es la primera vez que Adrián Lastra interpreta una obra de teatro en la capital pucelana, aunque el actor recuerda que «hace unos ocho años» ya había visitado el teatro Calderón de Valladolid con el musical Hoy No Me Puedo Levantar. Por ello, reconoce que tiene ganas de enfrentarse al público vallisoletano, y más con una obra de teatro como El Discurso del Rey, junto a actores de la talla de Roberto Álvarez, Ana Villa, Gabriel Garbisu, Lola Marceli y Ángel Savín.

¿Qué te parece Valladolid?¿Qué esperas de la obra? ¿Saldrás después?

Ya estuve en Valladolid con Hoy no me puedo levantar en el teatro calderón y me encantó el lugar, pero no pude ver la ciudad. Tengo ganas de enfrentarme al público de Valladolid y de que la gente vea lo que hemos hecho. Tenemos que disfrutar de Valladolid. Nunca pude visitar una ciudad mientras estábamos de gira, pero en esta ocasión sí que espero ir a tomar una cerveza, como que me llamo Adrián.

Cuando se levanta el telón para dar comienzo a la obra, aparecen cuatro personas vistiendo a Berti, ¿estás completamente desnudo en ese momento?

(Risas) Sí, estoy completamente desnudo, estoy como Dios me trajo al mundo. Pero esa escena es una metáfora de Magüi: tú naces y no eliges dónde naces. Naces, te visten, pero no eliges nacer en Francia, Bulgaria, Australia, en una familia rica, pobre. Esto es lo que intentamos representar.

¿Supone una presión el hecho de representar una historia tan consolidada en los cines?

Un poco de presión sí que hay, pero no le doy demasiada importancia. Al fin y al cabo estamos representando la misma historia, pero desde un punto de vista totalmente distinto.

Después de un ensayo, sufriste un ataque de ansiedad. ¿Cómo fue ese momento?

Es algo que tenía que suceder, no paré de tartamudear durante cuatro horas. Salí del ensayo, estaba hablando por teléfono con mi madre y a los treinta segundos me dijo: «Para que estás tartamudeando un montón». Pero no podía expresarme con claridad. Cogí un taxi y el taxista me dijo que no sabía que era un actor tartamudo y que interpretaba ese papel para que no se me notase.

Resulta curioso que a ti, que te echaron de We Will Rock You porque hablabas demasiado rápido, ahora tengas que interpretar a un tartamudo...

Sí, ahora mismo solo les diría que gracias. Sino me hubieran echado de We Will Rock You, no habría hecho Hoy no me puedo levantar. Todo en la vida pasa por algo. Además, tenían razón. En ese momento hay dos opciones: o que te caigas y no te levantes o que te caigas, pero te levantes mucho más fuerte.

La historia de Jorge VI es la de un hombre que debe enfrentarse a sus frustraciones y a sus miedos, ¿cuáles son los tuyos?

Tengo muchos miedos, como cualquier persona. Hoy por hoy me da miedo enfrentarme a las situaciones que está viviendo este personaje. Berti tenía miedo de hablar ante el público. En el momento en el que estoy representando algo. Mi miedo es el que tenga el personaje porque estás viviendo su vida. A nivel personal tiene el miedo de si funcionará o no su trabajo, miedo a llegar a fin de mes. Los miedos son muy generales.

¿En qué te pareces a Berti?

Creo que en la valentía. Berti es bastante valiente por enfrentarse a uno de los retos de su vida, que es hablar de cara al público y también el enfrentarse a un cargo público que no quiere, pero tiene que hacerlo por cojones porque tiene que ser el rey. Él ve que cada día lleva mejor sus problemas de elocuencia. Yo cada día lo hago un poco mejor.

¿Qué es lo que te ha resultado más complicado a la hora de representar la obra?

El mayor miedo es que el personaje fuera creíble, que la tartamudez fuese creíble, que la gente no viese en el escenario 'al chico de Velvet tartamudeando', sino que viera a un rey y que se crean la forma de andar, de mirar, de hablar. En un principio te dan el guion, lo lees y dices: yo no voy a poder, yo no voy a poder y yo no voy a poder. Me acuerdo que estaba comiendo una hamburguesa, me dieron el guion y dije: yo no voy a ser capaz de hacer esto.

¿Te llegaste a plantear el no aceptar el papel en algún momento?

No, en ningún momento, Para eso soy un poco cabeza loca. Cuando te ofrecen un personaje así, es un gran reto, pero entonces dices: sí voy a poder, cojo esto y me lo como con patatas. Luego te sientas y dices: a ver, por dónde empiezo, qué hago. ¿Lo adapto,..?

¿Te ha costado mucho dejar a un lado la comedia para realizar un papel tan serio como Berti?

No porque yo no soy cómico de por sí. Tengo un abanico, a veces me cojo el rojo, otras veces el negro o el amarillo. En este momento, me he cogido este color, que es el drama. 'Primos' era comedia por la situación que vivía ese personaje, pero no era una comedia de ja, ja, ji, ji, yo digo una frase y la gente se ríe. Te puedes reír del drama.

¿Cómo te has preparado el personaje?

Por intuición y también gracias a la dirección de Magüi. En este curro siempre va por intuición, a no ser que tengas una cosa muy clara. Es muy rico, aunque si no aciertas, te pegas una gran leche, pero ¿y si aciertas? Es bastante lindo hacer un personaje que tenga esta cosa humana y personal. Si hiciera otra persona este papel, no lo haría igual. No es el típico personaje que hace cualquiera.

¿Siempre intentas recrear la tartamudez de la misma forma o algún día dices voy a improvisar a ver qué sale?

Nunca lo hago de la misma forma. Intento que cada día sea diferente porque me gusta mucho improvisar y trabajar por impulsos, aunque algunas palabras sí que hay que hacerlas de la misma forma.

¿Cómo es trabajar con Magüi Mira y con tus compañeros?

Muy bien porque es una persona con una locura creativa. No había trabajado con ninguno de mis compañeros antes. Tenía muchas ganas de trabajar en un teatro porque he hecho musicales, pero nunca teatro y trabajar con personas de la talla de Gabriel, Ana, Roberto, Lola, Ángel es maravilloso.

Este año has hecho dos películas, además de Velvet y de la obra, ¿sientes un poco de vértigo al estar tan arriba?

Este mundo es un mar que está lleno de olas, las olas te suben, te bajan Me da vértigo que baje y que tarde mucho tiempo en coger otra ola. Por suerte nunca me ha pasado.