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Vermú a medio gas con aroma a incienso
Paseantes y turistas se mezclan en las calles del centro con los participantes en el desfile de uno de los días grandes para los católicos
La celebración de la solemnidad litúrgica del Corpus Christi, una de las fiestas grandes para los católicos, ha convivido en la mañana de este domingo sin agobios en las calles del centro con otros planes dominicales como dar un paseo tranquilo, ejercitarse haciendo deporte o aprender sobre la historia de la ciudad con ayuda de alguien que sepa.
Era el caso de Rubén, guía municipal que ilustraba a una treintena de turistas llegados «de todas partes», equipados con pinganillo, sobre el origen del templo de la Vera Cruz. Lo hacía desde la esquina de Lencería con Alarcón, donde se habían detenido al abrigo umbroso de un edificio. Sorprendidos, los visitantes descubrían que a pesar de su aspecto, «la cúpula solo tiene unos meses de antigüedad», después de que hubiera que reconstruirla tras caer a plomo sobre la nave central hace ahora un año (se derrumbó el 25 de junio de 2024).
Unos metros más allá Rosa, cofrade de La Oración del Huerto y San Pascual Bailón, explicaba delante de la imagen de este último dónde es posible venerarle durante todo el año. «Está en la iglesia de San Nicolás de Bari, donde las caminatas, nada más entrar a la derecha», detallaba con amabilidad a preguntas de dos señoras, mientras repartía estampas del fraile franciscano aragonés que vivió en el siglo XVI a quienes se acercaban al altar que habían instalado en Platerías. «Es nuestro patrón», añadía sonriente en referencia a su hermandad, como también es protector de los cocineros, los pasteleros, las mujeres –sobre todo las solteras– e incluso los hortelanos como él.
A esa hora de la mañana, pasado el mediodía, bares y restaurantes tenían montadas sus terrazas, pero ni mucho menos estaban llenas. Tampoco hora y media más tarde, como habría sido de esperar en una jornada caracterizada por la mayor afluencia de público al casco histórico. El hecho de que la festividad haya caído este año muy tarde, a finales de junio –con muchas familias ya de vacaciones desde el pasado viernes–, que tenga gran raigambre en los pueblos –donde asimismo es tradición que desfilen los niños que han tomado la Primera Comunión, tanto oriundos como descendientes de estos– y el calor propio de estas fechas han tenido como resultado un vermú a medio gas. Prueba de ello es que en torno a las 13:30 horas era posible encontrar mesa libre en vías habitualmente atestadas de público como Cascajares o incluso en la Plaza Mayor.
Sombreros y abanicos
Entre los que hacían uso de ellas predominaban las familias con niños, algunos de ellos procedentes directamente de la procesión a juzgar por su atuendo. Se veían además grupos de amigos y personas de edad que aprovechaban para hacer un alto y descansar. El aroma de las tapas se mezclaba con el del incienso, los pétalos de rosa y el romero, elementos estos últimos presentes en las paradas devocionales que habían preparado los fieles para honrar el paso del Santísimo Sacramento.
Todos se protegían de las altas temperaturas como buenamente podían, con sombreros, abanicos, pulverizadores y sobre todo buscando la sombra. En contraste con esto, un buen número de ciudadanos descansaban al sol a la orilla del Pisuerga, tumbados en la playa, a sabiendas de que continúa sin ser apta para el baño.
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