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LAURA ASEGURADO
VALLADOLID
Domingo, 21 de enero 2018, 20:05
Ni varitas mágicas, ni chisteras, ni conejos. Miguel Romero Luis, más conocido como Miguelillo, es un mago zamorano un tanto atípico. Viajar y hacer magia son sus pasiones, y las ha unido para hacer realidad uno de sus sueños: dar a conocer España de una forma mágica. Y así lo hace en 'Un país mágico', el programa de televisión emitido por la 2 de TVE con el que este ilusionista entretiene cada sábado a mayores y pequeños.
Sin cortes de cámara. Sin compinches. La magia es, sin duda, el hilo conductor de un programa en el que el turismo, la cultura y la música son los otros grandes protagonistas. A través de juegos e ilusiones, Miguelillo viaje en moto de punta a punta para dar a conocer los espacios más singulares del país. En cada una de las provincias por las que pasa deja una de las 52 cartas de la baraja francesa.
–¿Cómo le picó el bicho de la magia? ¿Qué le pasó o vivió de pequeño que hizo que la magia sea su forma de vida?
–Yo vivía en Venta de Baños, un pueblo de la provincia de Palencia. Allí hacía campamentos con los niños y yo me encargaba de hacer los juegos con ellos. Al final la magia nació como un recurso para captar la atención de los niños en actividades infantiles y juveniles. Con el paso del tiempo dejé a un lado las animaciones para convertirme en ilusionista profesional. Empecé a ver magia con 15 años, luego lo dejé durante una temporada y a los 18 lo retomé.
–¿Ni varitas ni conejos ni chisteras. ¿Cómo definiría su magia?
–Es una magia muy cercana, humilde y comprensible. La idea que yo intento transmitir, sobre todo cuando hay público infantil, es que los magos somos personas completamente normales y que, además, nos hemos formado para ello. Intento quitar el estereotipo de los poderes mentales y todas esas cosas.
–Con el tiempo y recorriendo caminos ha logrado ser mago profesional y poder vivir de su magia. ¿Cómo fue ese camino de ser aficionado a vivir de la magia?
–Yo me salté un poco el paso del ‘amateur’ porque, en realidad, cuando empecé a trabajar ya empecé a tener mis primeros sueldos, que evidentemente varían mucho de los inicios hasta ahora. Fue algo tan natural y tan casual que no me di cuenta. No hay un antes y un después, sino que una cosa llevó a la otra y cuando me di cuenta ya me dedicaba a ello profesionalmente.
–Entonces, ¿en qué momento diría que comenzó su andadura profesional?
–No sabría decirte muy bien. Lo que sí sé es que en el año 2005 pagué mi primera cuota de autónomo, de eso me acuerdo perfectamente. Por lo que esa podría ser una referencia, aunque antes de ese año ya me dedicaba a la magia.
–Tiene su propio programa de televisión en la 2 de TVE, ‘Un país mágico’. ¿Cómo surgió este proyecto? ¿Qué pensó?
–Fue por una llamada de TVE por un proyecto previo que nosotros habíamos presentado para mostrar nuestra Comunidad Autónoma de una manera mágica, y les gustó tanto la idea que nos propusieron hacerla a nivel de España. Lo recibí como un reto y encantado con los resultados.
–¿Alguna vez sus trucos le han jugado una mala pasada? ¿Alguna anécdota?
–Siempre hay fallos e imprevistos en los espectáculos, pero cuando planteas la actuación de una manera humilde y sencilla los espectadores te perdonan cualquier cosa. Otra cosa es que tu personaje sea un poco prepotente y ahí los espectadores cuando algo sale mal no les gusta tanto. Y como anécdota, una vez que tenía que ir a un pueblo y me fui a otro que se llamaba parecido. Llegué allí y al no ver a nadie y preguntar, me di cuenta de que me había confundido de pueblo.
–¿Quiénes son sus magos guías?
–Cada mago me gusta de una manera. Pero me quedo con Pepe Carrol, por su humor; Paco Herrero, por su concepción del mundo de la magia y su seriedad; y Paco González, por su creatividad. Cada uno tiene una cosa que me gusta. No hay uno en el que se den todas las partes.
–La crisis económica afecta a todas las ramas del arte, ¿cómo sobrevive un mago en un mundo de crisis?
–La crisis en mi mercado hizo daño, pero yo personalmente no me enteré de ella. Seguí trabajando bien, no tuve que bajar mi caché en aquella época. Pero entiendo que hay compañeros de compañías de teatro más grandes que llevan asociadas muchos más gastos de personal, desplazamiento, alquileres de material y transporte, etc. y, en ese caso, los ayuntamientos a lo mejor una actuación de un mago unipersonal se lo pueden permitir, pero una actuación de una compañía de teatro no se la puede permitir. En ese sentido ellos sí que han sufrido un poco más que nosotros.
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