El templo que cura a los ciegos

Es uno de los muchos milagros que se atribuyen a la célebre imagen que atesora el templo de Villalcázar de Sirga, en Palencia, y que forma parte del Camino de Santiago. Protagonista de las famosas 'Cantigas de Santa María' escritas por Alfonso X entre 1257 y 1284, en ellas el rey sabio le hace responsable de al menos 12 hechos prodigiosos. Por eso se la conoce también como Virgen de las Cantigas. Por este motivo, la fama de esta iglesia, templaria por diseño y creación, llegó a tal envergadura que durante los siglos XII a XIV rivalizó de veras con Santiago de Compostela en leyendas milagrosas y devoción.

Y no solo por la Virgen Blanca. Cuentan, por ejemplo, que si durante el equinoccio de la primavera alguien se acerca a la iglesia y consigue golpear con fuerza el sitio exacto donde se posa el rayo de sol durante cinco minutos, tendrá inmediato conocimiento del lugar donde se oculta el tesoro templario. Pero lo verdaderamente atrayente es la fuerza milagrosa de la figura mariana. Solo con rastrear la variedad de historias relatadas cae uno en la cuenta del profundo significado que le atribuye la historia mágica del Camino de Santiago.

Porque no solo fue el conde francés, pecador y finalmente arrepentido, el que se topó de lleno con su poder. También un peregrino alemán, tullido e invidente y abandonado por sus compañeros, pudo sanar por completo gracias a la imagen. Lo mismo hizo con una muchacha paralítica, hija a su vez de un hidalgo francés, y con una ciega a la que, después de asistir a una vigilia, otorgó la vista. De igual manera, un cazador que había perdido su azor lo recuperó con solo acercarse al templo, plantarse ante la Virgen Blanca y mostrarle otro de cera.

No menos portentosa fue la salvación de aquel hombre al que habían condenado a morir ahorcado: según la leyenda, la Virgen de Villalcázar nunca olvidó el gesto que tuvo en su día, regalando un sillar para edificar el templo. A un sordomudo de Saldaña ayudó a recuperar el habla, y unos marineros italianos pudieron salvar la vida en plena tempestad gracias a su devoción mariana. Cuentan que, días después, se acercaron a la iglesia para regalarle un Cáliz, llamado desde entonces «de los italianos». A otro francés que peregrinaba hacia Santiago libró del bordón de hierro que arrastraba en señal de penitencia, y unos halconeros pudieron sobrevivir a una increíble tormenta gracias a sus invocaciones a la Virgen palentina.

Claro que en otras ocasiones, la figura mariana castiga fechorías y reprime a falsos aduladores. Por eso dicen que arrebató un buey a un campesino que se lo había prometido pero que no cumplía su palabra, y dejó ciegos a unos moros que pretendían derribar la iglesia en tiempos de Alfonso IX. Y es que la fama de la Virgen Blanca llegó a ser tan universal, que, según la leyenda, unos marineros que a punto estaban de naufragar en el Mediterráneo, después de comprobar que sus invocaciones a San Pedro y Santiago no daban resultado, oraron y cantaron una Salve a Santa María de Villasirga y, de repente, el mar se calmó.