El rector de la Universidad de Valladolid que no quería jubilarse
Nombrado al frente de la Universidad con 70 años, Didio González Ibarra ejerció la docencia hasta los 82 y no pudo evitar verse salpicado por la política
Cuando en septiembre de 1921, hace justo 103 años, este periódico anunció su muerte, las crónicas destacaron su entrega total a la vida académica, que apenas había compaginado con otras responsabilidades de muy segundo orden. Y era cierto. Didio González Ibarra y Cachupín, nacido en Valladolid en agosto de 1836, no solo fue un reconocido catedrático de Derecho Canónico, sino que llegó a ser rector y decano y no se separó de su profesión hasta los 82 años. Y tampoco pudo evitar que la polémica política lo salpicara, por mucho que insistiera en que su única ambición era trabajar en pro de la institución universitaria.
Hijo del gaditano Juan González Ruiz de Cachupín y de María Casta Ibarra Pesquera, nuestro hombre estudió en su ciudad natal y en las Escuelas Pías de Getafe para obtener el título de Bachiller en Filosofía. Cursó Derecho en la Universidad vallisoletana, donde se licenció en 1858, y completó los cursos de doctorado, como era habitual en la época, en la Universidad Central de Madrid. En nuestra ciudad también cursó un año de lengua francesa y dos de lengua griega. Y comenzó muy pronto su periplo universitario.
Primero en Salamanca, donde, entre 1866 y 1869 fue, sucesivamente, y por oposición, catedrático supernumerario de la Facultad de Derecho, Sección Civil y Canónico, y catedrático numerario de Teoría y Práctica de Procedimientos Judiciales, además de Secretario de la Facultad. A Valladolid regresó en julio de 1869 para regentar la Cátedra de Instituciones de Derecho Canónico. Y ya no se marcharía nunca. Tanta fue su entrega a la docta casa, que agotó todas las posibilidades para retrasar su jubilación. Vicesecretario de la Facultad de Derecho en 1876, cuatro años después era nombrado decano por primera vez. Por entonces, los rectores de las Universidades eran elegidos generalmente por el gobierno, con lo que se supeditaban a las directrices y políticas del mismo.
Siendo Segismundo Moret presidente del gobierno, el entonces ministro de Instrucción Pública, Vicente Santamaría de Paredes, acordó con las Universidades que fueran los Claustros los que propusieran una terna de candidatos a rector, para que el Ministerio eligiera. En 1906, el Claustro de Valladolid presentó una terna encabezada, por 19 votos de 24, por Didio González Ibarra. Su nombramiento fue inmediato. Pero como estaba a punto de cumplir los 70 años, el vallisoletano pidió autorización para seguir en el servicio activo y eludir la jubilación. Y le fue concedido. El 14 de enero de 1910, sin embargo, el gobierno liberal de José Canalejas aceptaba su dimisión, según noticia publicada en la Gaceta.
Entonces estalló la polémica. Según determinados medios de opinión de matiz conservador -Didio González era un fervoroso católico que no había dudado en opinar contra las escuelas laicas-, fue el mismísimo Santiago Alba quien, a través del ministro Romanones, consiguió el nombramiento de un gobernador de confianza, a quien encargó forzar a los decanos y al propio rector para conseguir el voto favorable a un candidato a senador, afín al ideario del gobierno, por la Universidad de Valladolid. Como quiera que González Ibarra se negó, la Gaceta anunció que aceptaba su dimisión sin que aquel la hubiera presentado, siempre según el medio de comunicación. Le sucedió en el rectorado Nicolás de la Fuente Arrimadas.
Pero Didio González no solo continuó en la Universidad, sino que, como ha escrito Jesús Vallejo en su 'Diccionario de Catedráticos españoles de Derecho (1847-1984)', por tres veces más, en 1912, 1915 y 1917, solicitó las pertinentes autorizaciones para seguir en activo, consiguiéndolas. Los informes médicos, de hecho, certificaban «su perfecto estado de salud física e intelectual» y no ahorraban elogios hacia el desempeño de su actividad: «Durante los dos últimos años viene desempeñado su cátedra de Instituciones de Derecho Canónico con inteligencia, asiduidad y constancia, siendo por lo tanto muy digno de continuar». Es más, en 1913, con 77 años, era nombrado de nuevo decano de la Facultad de Derecho.
Jubilado finalmente en septiembre de 1918, es decir, con 82 años, Didio González Ibarra también se colegió como abogado en Madrid y Valladolid, fue miembro de la Academia Salmantina de Legislación y Jurisprudencia y ejerció como vocal de la Junta Provincial de Beneficencia de Valladolid entre 1876 y 1879. Entre sus obras destacan 'Influencia del Derecho de la Iglesia' (1868), 'Discursos de teoría y práctica de los procedimientos judiciales en España' (1868), 'Los principios fundamentales de toda organización social' (1878), 'Apuntes de Derecho Canónico' (1902) e 'Instituciones de Derecho Canónico General y particular de España' (1904).
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