El palacio de arquitectura plateresca, renacentista y barroca, que llegó a Valladolid con la aparición del telégrafo
Valladolid, piedra sobre piedra ·
El Palacio de Correos y Telégrafos de la capital vallisoletana es la sede principal de dicha Sociedad Estatal en la ciudad y se encuentra en la Plaza de la Rinconada, rodeado por la Plaza Mayor y la Iglesia de San BenitoSARA BECERRO ALONSO
Valladolid
Martes, 8 de diciembre 2020, 09:00
El Palacio de Correos y Telégrafos de la ciudad de Valladolid, se encuentra en la Plaza de la Rinconada, en pleno centro de la ... capital y está rodeado por la Plaza Mayor y la Iglesia de San Benito. Se inauguró y abrió sus puertas en 1922 habiendo sido adjudicadas sus obras al contratista Mariano Tranque y actualmente este edificio es la sede principal de la Sociedad Estatal Correos y Telégrafos en Valladolid.
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En los años setenta la construcción sufrió una intervención que modificó la fachada original del edificio, se demolió la balaustrada de coronación y la torre y además, se amplió el edificio con un cuarto piso anodino, lo que hizo que el edificio de Correos perodiera, en gran parte, su retórica palaciega.
Su historia
La aparición de nuevas tecnologías de comunicación, como fue la llegada del telégrafo, exigía entonces en Valladolid la construcción de un edificio para albergarlas y se llevó a cabo esta construcción.
El edificio, fue situado en una de las zonas más importantes de la ciudad y para ello se utilizó un solar existente en el centro: el Ayuntamiento de la capital cedió al Gobierno en marzo de 1913 los solares donde estuvieron las casas-posadas del Ángel, de la Cruz y de las Ánimas, y donde se situaría el Palacio de Correos y Telégrafos.
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En noviembre de 1915 ocho arquitectos presentan sus proyectos y un año después, Jerónimo Arroyo, arquitecto palentino y autor en Valladolid de la Casa del Príncipe, gana el concurso de 1913 para su construcción, firmándose en el año 1922 el proyecto definitivo. Las obras, se adjudican ese mismo año al contratista Mariano Tranque.
El primer problema que planteó su diseño fue la forma triangular del solar. Para solucionarlo, se recurrió a organizar todo el edificio alrededor de un patio central cubierto como centro de operaciones, aunque su valor más importante es la composición de las fachadas.
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Una reforma que lo desfiguró
En los años setenta del siglo XX, el edificio de Correos sufrió una intervención que, lejos de conservar su estética y estado inicial, modificó la fachada original del edificio, se destruyó la balaustrada de coronación y la torre y se amplió el edificio con un cuarto piso anodino.
Los alzados perdieron con esta modificación gran parte de su nobleza originales, y el edificio, al perder la torre, perdió ambién en gran parte su retórica palaciega. La reforma, arruinó por completo la centralidad que tenía entonces la esquina principal ya que se rebajó su altura hasta hacerla coincidir con el resto de la fachada.
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La balaustrada coronaba el palacio imitando el estilo plateresco y se pretendía con ella dar al edificio una mayor sobriedad que hiciera concordar su imagen con la rectitud moral propagada por el franquismo, -según cuentan algunos expertos como Diego de Miguel, arquitecto de Ciudadanos por la defensa del patrimonio en la provincia de Valladolid-, que también desapareció con esta reforma.
Arquitectura y decoración
El Palacio de Correos y Telégrafos de Valladolid adoptó un estilo en su construcción que entonces fue clasificado como: estilo neorrenacimiento español, inspirado en la arquitectura plateresca, renacentista y barroca española; ya que, en España existía en aquellos momentos un importante debate sobre la composición formal que debía adoptar una verdadera arquitectura nacional.
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El alzado, se organiza a través de grandes arquerías que abarcan dos pisos que tienen alguna resonancia del estilo 'beaux-artiano' francés, y un tercer nivel de ventanas de medio punto que están hechas en ladrillo, rememorando la tradición mudéjar. Hasta la reforma de los años 60, el edificio estaba coronado con una balaustrada con diferentes escudos de Valladolid, y cuyo diseño estaba tomado del Renacimiento.
Además, durante casi cuarenta años -hasta las obras-, la entrada al edificio, que se encuentra en una esquina, estaba marcada por una gran torre que recordaba quizás, a la realizada en el Palacio de Comunicaciones de Madrid.
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Todo el alzado del edificio de Correos de Valladolid está adornado a través de las obras artesanales realizadas por los distintos oficios: las rejas son de inspiración renacentista, los azulejos llevan temas decorativos del siglo XVI, y los estucados, con molduras y elementos arquitectónicos tomados de los estilos plateresco y renacentista.
El exterior
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En cuanto al exterior de este edificio, -al igual que el resto-, es de estilo neoplateresco y también renacentista; y además, en todo el edificio, se puede observar como aparecen elementos como frontones, pináculos o pilastras, muy característicos.
La puerta principal del edificio de Correos es de arco de medio punto, y sobre ella en su construcción original, se alzaba una torre con tres vanos, rematada con pináculos y greca que fue destruida y con la que la construcción perdió su retórica palaciega. Con la reforma, se arruinó la centralidad que tenía entonces la esquina principal ya que se rebajó su altura hasta hacerla coincidir con el resto de la fachada.
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Los ventanales están fabricados con rejería plateresca y los del primer piso y la planta baja están unificados: cada arco de medio punto del primer piso recoge el ventanal de la planta baja. En el segundo piso, se observa que los ventanales son más pequeños, aunque también están realizados con arcos de medio punto en ladrillo, que además, se enlazan entre ellos con cornisa también de ladrillo.
Los entrepaños están decorados con azulejos que llevan motivos florales y escudos y toda la fachada al completo, estaba rematada en su construcción original, con una balaustrada que tenía forma de greca y que desapareció junto con la torre con la remodelación de los sesenta.
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En la parte central de la fachada principal podemos encontrar tres frontones con arcos de medio punto que están ubicados entre pilastras y cuenta también con grandes ventanales en toda la fachada con los que se iluminan el vestíbulo y la escalera interior.
En la esquina con la calle de Los Molinos tiene construido un porche con dos arcos de medio punto que dan acceso al interior. En este porche, se encuentran los tres famosos buzones que todos los vallisoletanos conocen.
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El interior
El edificio, en su construcción original, constaba de una planta baja, dos pisos y un sótano, construcción que con la remodelación incluyó un piso más, dejando el edificio con cuatro alturas.
La entrada principal, tras pasar el vestíbulo, consta de dos escaleras en curva que suben a la primera planta y dan acceso a un 'hall' con grandes dimensiones y doble altura que además está cubierto con un lucernario.
Desde la calle Correos hasta la calle Los Molinos, el edificio tiene un pasaje, -utilizado en su tiempo para la entrada de carruajes y que separa las oficinas postales y las aduanas del resto de dependencias del palacio de Correos- y, en él, hay una escalera que da acceso a la segunda planta del edificio.
El edificio está divido en zonas según las funciones que se llevaban a cabo, siendo así la planta baja la zona de atención al público, el primer piso los despachos de dirección y la segunda planta estaba destinada a viviendas. En el sótano, se encontraban los servicios de distribución, clasificación, almacenamiento, etc.
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En la actualidad el edificio consta de un tercer piso cuya construcción, hizo desaparecer la balaustrada y la torre de la entrada principal, y además, se llevó con los escombros la belleza original de este edificio palaciego, quedando solo el recuerdo en la mente de aquellos vallisoletanos que lo pudieron ver.
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