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Magda Piñeyro Bruschi, licenciada en Filofoía y fundadora de la plataforma 'Stop Gordofobia'. El Norte

Educadores de Valladolid se forman contra la gordofobia: «Hay salud en todas las tallas»

La filósofa Magda Piñeyro alerta ante futuros profesores de la discriminación estética: «Hay que respetar la diversidad corporal»

Víctor Vela

Valladolid

Miércoles, 12 de noviembre 2025, 19:36

«¿Y qué pasa con las personas gordas?», se preguntó Magda Piñeyro Bruschi (Uruguay, 1986) en aquellas acampadas del 15-M que llenaron plazas y ... sacudieron conciencias en el año 2011. «Mientras participaba en los encuentros y asambleas, me di cuenta de que hablábamos de delitos de odio, de transfobia, de homofobia o de racismo… Que debatíamos de políticas de igualdad y de antidiscriminación. Pero nunca se hablaba del cuerpo obeso como cuerpo político». Cuenta que, en conversación con otras personas gordas, comprobó que había muchas vivencias en común. ¿Por ejemplo? «Comentarios sobre nuestros cuerpos, dificultad para encontrar trabajo, discriminación en las consultas médicas, acoso escolar, problemas para comprar ropa de nuestra talla…». Así que, decidió convertir este asunto en materia de estudio. Cursó Filosofía, se especializó en estudios de género y políticas de igualdad, comenzó a elaborar una teoría en torno a cómo la gordofobia «es un sistema de discriminación más, igual que lo es el género, la raza o la discapacidad».

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Piñeyro participa este jueves en la novena edición de las Jornadas de Educación Sexual que la asociación Dialogasex organiza en la Facultad de Educación y Trabajo Social. Durante dos jornadas (miércoles y jueves), psicólogos, sexólogos, sociólogos, matronas o educadores sociales ofrecen a los estudiantes de Educación (futuros profesores y maestros) claves para contribuir a una ciudadanía igualitaria. Y junto a ponencias sobre LGTBIfobia o cómo afrontar desde la familia la educación sexual, también se incluye un análisis sobre la «gordofobia y la violencia estética».

-No es habitual este enfoque en jornadas de este tipo.

-Es verdad. Un factor determinante de la discriminación gordofóbica es que sitúa la responsabilidad y la culpa en la persona que la sufre. Nos dicen que somos discriminadas porque no nos esforzamos lo suficiente. Y eso provoca que nos sintamos culpables, que creamos que nos merecemos que nos traten mal, que sintamos vergüenza. Y hasta que nosotras mismas no hemos empezado a denunciarlo, no se hablaba de esto.

-¿Quién es alguien gordo?

-Ese es un temazo y algo muy complejo de definir. La mayoría de las personas gordas empezamos a identificarnos como tal desde muy pequeñas, porque a lo mejor somos más grandes que la norma. A la persona más grande de la clase se le llama gorda y desde esa primera vez que te señalan como tal, construyes una identidad que te identifica así. Luego la sociedad lo refuerza o no, pero tú te vas identificando a lo largo de tu vida como persona gorda. Y esto va más allá del índice de masa corporal. Hay gente, por ejemplo, que no se identifica como gorda, va al médico, y este le dice que está obesa o tiene sobrepeso.

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-En resumen.

-Es el señalamiento de la sociedad el que crea a las personas gordas. Y el baremo es muy amplio. No hay un solo tipo de cuerpo. Gorduras hay muchas.

-Y se subrayan más en las mujeres.

-El baremo cambia cuando eres hombre o mujer. Hay una variante de género muy importante en la gordofobia. Cuando las mujeres nos salimos de la 90-60-90 ya somos consideradas gordas. Sin embargo, los hombres tienen otra chance de corporalidad. El sistema patriarcal dice que el hombre tiene que ser grande y la mujer chiquitita. Así que el hombre tiene que ser mucho más grande para ser llamado gordo (porque se suele decir que está fuerte), pero las mujeres grandes nos salimos automáticamente de la norma.

-El encuentro es, sobre todo, con futuros docentes.

-Y eso es importante, porque el efecto multiplicador de lo que decimos es brutal. Los profesores tienen un importante papel en el aula. Yo tengo amigas gordas a las que su profesor de Educación Física obligaba a pesar delante de toda la clase, a las que les gritaba: «¡Corre, gorda, corre!». Son casos muy concretos, pero muchas veces el acoso viene porque el propio profesorado no entiende lo que pasa en el aula. Obviamente, no voy a culpar a todos los profesores, pero hay algunos que, desde un lado benevolente, de 'me preocupa la salud de esta criatura', pueden formar parte y participar de la gordofobia en el aula, por ejemplo, cuando hablan de índices de masa corporal o de la obesidad sin tener cierto tacto.

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-Antes ha comentado situaciones violentas en el médico.

-A las personas gordas nos cuesta mucho ser escuchadas en la consulta médica. Muchos médicos han recibido una educación en la que les dicen que las personas gordas comemos fatal, no hacemos ejercicio y mentimos sobre ello. Partimos de una interpretación prejuiciosa del cuerpo. Y eso afecta a los diagnósticos. Por ejemplo, el caso de una persona a la que le dolía la pierna y le mandaron a hacer dieta y ejercicio sin otras pruebas… Al final tenía necrosis en el fémur que encontraron ocho años después. Todavía hay prejuicios sobre el cuerpo gordo y se diagnostica sin hacer las pruebas suficientes. Eso es discriminación. Y esto se complica cuando se ponen de moda medicamentos adelgazantes o el Ozempic.

-¿La gordofobia ha existido siempre?

-Depende de la época. Y de la zona del mundo. Se ha gestado sobre todo en Europa, desde los siglos XVIII y XIX. Se intensificó a principios del siglo XX, cuando se empezó a medir el índice de masa corporal y se comenzó a excluir a las personas gordas de los seguros médicos en Estados Unidos. Esto se ha recrudecido y cada vez más a partir del siglo XXI.

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-¿Cómo es la situación ahora?

-El activismo contra la gordofobia y las personas que luchan por la aceptación de la diversidad corporal han logrado que se hable de gordofobia, que se entienda que hay salud en todas las tallas. Una persona gorda puede llevar hábitos saludables y tener un buen estado de salud. Puede que la dieta y el ejercicio no le funcionen, pero la solución no es medicación o cirugía. Y parece que hay un rearme de la gordofobia para decir que estamos enfermas. Se está patologizando nuestros cuerpos, medicándolos e interviniéndolos.

-¿Las redes sociales, sobre todo entre chavales, influye?

-Por supuesto, pero no solo en la gordofobia, sino en el canon estético en general porque parece que tienes que estar continuamente comparándote.

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-A veces el problema también está en el probador de las tiendas de ropa.

-A la gente le cuesta entenderlo. Cuando no lo vive es difícil explicar, pero hablar de ropa y de tallas no es coquetería, no es vanidad. Es una necesidad básica. A veces no es fácil encontrar abrigos de tu talla (a mí me pasa, que vivo en Canarias). Cuando me invitan a una boda, me arruinan el día. Me amargo. Porque tengo que encontrar algo que me quepa, que vaya con el 'dress code', el código de vestimenta...

-Y ante esto, ¿qué propuestas lanza?

-Que se acepte la realidad de que existe la salud en todas las tallas. Y que cada persona tiene derecho a tomar decisiones sobre su cuerpo que deben ser respetadas. Es importante que haya formación (desde la sanidad, la educación o el ámbito laboral). Que haya protolocos contra el 'bullying' gordofóbico y que aboguemos, respetemos y eduquemos por la diversidad corporal.

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-¿Qué se le puede decir a un chaval, un adolescente, que se vea señalado con el dedo?

-A las personas que sufren gordofobia hay que decirles que tengan claro que no son las culpables, que ese dedo debería darse la vuelta para que quien lo exitende se señale a sí mismo, porque la responsabilidad es de quien discrimina, no de la persona discriminada. Y a quien señala, hay que decirle que sea consciente de lo que hace, porque muchas veces no saben el daño que provocan, el dolor que generan. Tienen que entender que la diversidad corporal existe y que señalarla solo genera daño.

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