Un día de playa sin salir de Valladolid
Tanto de dentro como de fuera de la ciudad, muchos vecinos bajan hasta Las Moreras para refrescarse sin meterse en el agua, algunos incluso, «pese a tener piscina en casa»
Lorena Arias Duque
Valladolid
Miércoles, 6 de agosto 2025, 07:14
Vuelven los días de playa con el ascenso de las temperaturas. En Valladolid, la playa fluvial de las Moreras, junto al paseo de Isabel La Católica, no permite el baño en sus aguas por la presencia de bacterias, pero ello no impide refrescarse en sus duchas o a la sombra de sus grandes árboles. Tampoco broncearse sobre la arena ni acudir al chiringuito en busca de buena comida y buena compañía. El encanto de este entorno no pasa por alto, desde luego, para los propios vallisoletanos, pero tampoco para quienes vienen de fuera. Y eso que en estos días «no se ha llenado lo suficiente», como asegura Carmen de Miguel, que se instaló en la Victoria hace más de cincuenta años y, desde entonces, le «encanta venir aquí».
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Con su amiga zamorana, pero también vecina de Valladolid, Juli Martínez, acuden a menudo, «aprovechando el buen tiempo» a sentarse a orillas del río. De «bajar a la piscina con mi marido» a «bajar al río con mi amiga». Así ha cambiado sus planes Juli desde hace un tiempo y asegura que está «mucho mejor aquí». Pero estas dos amigas no buscan refrescarse en el agua, «tan solo en la sombra» y, después de unas horas, suben a casa a comer. De esta forma tan sencilla disfrutan muchos vecinos de las mañanas y las tardes estivales en la ciudad del Pisuerga, sin aspiraciones más allá de la tranquilidad que ofrece este rincón verde y fresco bajo el tráfico caótico que ruge sobre los puentes y la calzada de Isabel la Católica.
Los baños son, en efecto, difíciles de avistar, porque solo quienes se atreven a saltarse la prohibición que rezan los carteles de 'agua no apta para el baño' se introducen en la corriente en el río a su propia suerte. La imagen de una mañana habitual en esta zona de playa fluvial es la de personas bronceándose sobre la arena o descansando en las hamacas bajo las sombrillas, al lado de las ocas y los patos, a los que, en definitiva, nadie impide bañarse. «Yo venía mucho a bañarme con seis o siete años, cuando se tomaron esas fotos que ahora salen por ahí de la playa hace mucho tiempo», explica Mercedes González, vecina de la zona, «pero ahora ya nada». Algunos prefieren, simplemente, darse una ducha en los grifos instalados junto a la arena con este propósito. Pero son muchos los que, con agua o sin ella, prefieren el río a la piscina. «Esto está más abierto, conoces gente y estás acompañado», asevera Joaquín S. Rodríguez, que baja a Las Moreras desde la calle de la Torrecilla, incluso, «teniendo una piscina en casa».
Otra parte fundamental de los días de playa tiene mucho que ver con los chiringuitos, donde también acuden los visitantes en busca de un trago fresco o, a veces, de una merienda completa para pasar el día de seguido en el río y, también, por qué no, de la compañía de vecinos o incluso desconocidos. Joaquín es de esos fieles amantes de estos locales, aunque admite que prefería «los de antes, porque salías un rato, te tomabas una coca-cola con un bocadillo de tortilla recién hecho y estaba extraordinario». Hay quien, no obstante, opta por traerse la comida preparada de casa o directamente, si vive cerca, «subir un momento, comer y luego volver al río».
Así es que los días de playa también tienen cabida en Valladolid. Aunque sea sin mar y sin posibilidad de bañarse, quienes buscan, por encima de todo, disfrutar las horas veraniegas, ya sean las del mediodía o las del ocaso, no dudan en bajar a Las Moreras para «refrescarse a la sombra y, sencillamente, relajarse» o para acercarse al chiringuito o, incluso, para pescar o coger la piragua, que es una de las pocas formas legales de meterse – sin mojarse – en el río.
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