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SOFÍA FERNÁNDEZ
Valladolid
Domingo, 14 de marzo 2021, 08:30
Después de un año de pandemia, la incertidumbre se ha instalado en la toma de cualquier decisión a medio o largo plazo. Desde que la ... covid se instaló en nuestras vidas, es impensable hacer planes, proyectos o actividades de cara a los próximos meses. La maraña de restricciones que obliga a cambiar las normas, la tasa de incidencia que fluctúa de manera constante y la amenaza de nuevas cepas y oleadas es la nueva realidad a la que hay que hacer frente.
En este delicado escenario la indecisión azota a eventos tan especiales para algunos niños como son las primeras comuniones; padres, párrocos, hosteleros y trabajadores de la industria textil coinciden en lo difícil e incierto que les resulta trabajar en este tipo de celebración en tiempos de covid.
Tras el confinamiento y con la mirada puesta en la nueva normalidad, el año pasado las parroquias movieron el calendario, dando la alternativa a celebrar de forma muy íntima este ritual desde finales de verano hasta octubre. Este año, con la mejora en la situación pandémica, la esperanza puesta en el aumento del ritmo de vacunación y unos aforos que permitan algo más de libertad, las iglesias de Valladolid y provincia han decidido comenzar en mayo, mes por excelencia en el que los pequeños reciben por primera vez la comunión, eso sí, ampliando fechas que se alargan hasta principios de septiembre para ofrecer alternativas a las familias, aunque las opciones varían por parroquias según la cantidad de niños inscritos que hayan recibido la catequesis.
De momento, las celebraciones son ahora mucho más íntimas y las opciones varían, como lo hace la pandemia para cuadrar fechas y aforos; los curas hablan de grupos de tres a ocho niños por celebración cuando antes podían llegar incluso a la treintena.
«Al final todo va a depender de cómo caminen las cosas, pero las fechas que barajamos este año son el mes de mayo y principios de junio, aunque ha habido familias que nos han pedido para septiembre y nos parece bien, nosotros estamos aquí para hacer las cosas fáciles», relata Jesús Villacé, párroco de Nuestra Señora de la Asunción, situada en Laguna de Duero. «El año pasado lo teníamos todo organizado para mayo y tuvimos que moverlo de junio a octubre. Durante cuatro meses dimos 95 comuniones, entre sábados, domingos o días de diario. Este año tenemos 85 celebraciones que incluyen a doce niños que decidieron dejarlo para 2021 y, en este sentido, personalmente me ha sorprendido la respuesta de los padres. Además, tenemos 70 niños en catequesis que la harán el año que viene, estamos muy contentos con el interés que ponen las familias».
Similar situaciónes la que barajan desde la parroquia Nuestra Señora de Prado, ubicada en Parquesol. Su párroco, Jorge Fernández, mantiene la idea de celebrar las comuniones durante todo el mes de junio con el fin de dejar pasar unas semanas más. «De momento tenemos en torno a cuarenta niños y niñas, que se dividirán como mucho en turnos de ocho y hay que ir calculando los aforos –ahora son 168– pero igual en junio puede venir más gente. El año pasado dimos 70 comuniones en octubre y el hecho de dar menos se debe a que algunos han preferido retrasar la catequesis y comenzar el año que viene. Antes de la pandemia dábamos 90 de media, pero no solo por la covid se nota el descenso, el barrio se va haciendo mayor y la gente tiene menos hijos».
En el centro de Valladolid, el párroco de San Miguel, Javier Gómez, dará más de setenta comuniones desde mediados de mayo hasta agosto. «El número se mantiene respecto a otros años y, como en todos los aspectos, la Iglesia se amolda a estos tiempos que nos toca vivir cumpliendo con todas las normas y la seguridad para que las celebraciones sigan adelante, aunque el número de invitados será más reducido y las fechas algo distintas», puntualiza.
En ese baile de fechas, aforos e invitados no solo las parroquias han sufrido las consecuencias de la incertidumbre, ya que esta nueva situación se está dejando notar y mucho en las compras de los trajes y vestidos de los pequeños. En 2020 el sector pudo salvar las ventas puesto que el estado de alarma se decretó cuando ya estaban vendidos la mayoría.
«Ha habido un cambio importantísimo en este sentido, mucha gente ha dejado de celebrarla, otros no tienen fecha o están en duda y pese a que el año pasado se hizo una campaña normal, pues los padres suelen comprar los trajes y vestidos con varios meses de antelación, ahora nos encontramos con que vienen y nos piden que lo tengamos en menos de un mes. Así es muy difícil trabajar no solo por los plazos que nos piden sino porque las fábricas no han hecho mucho estocaje por no arriesgar. Hemos notado un descenso en las ventas de más del 30% y estamos haciendo trabajos ahora que normalmente tenemos terminados en diciembre», explican desde la tienda Circe, en la calle Portillo del Prado.
La hostelería es otro de los sectores que acusa el cambio respecto a la cantidad de reservas que cierran y el tipo de celebración que llevarán a cabo las familias. «Lo normal era que antes de Navidad estuviesen todas las fechas cerradas, con reservas que rondaban los treinta comensales, ahora la gente llama con muchas dudas para reservar algo, si hay suficiente espacio, si hay terraza... Antes de la pandemia dábamos unas 25, el año pasado dimos ocho comuniones y ahora tenemos cerradas unas doce, porque la gente se queda esperando hasta el último momento para fijar algo, aunque ya no cogemos ni fianza porque nos adaptamos y entendemos la situación que hay. Evidentemente, los banquetes no tienen nada que ver a lo que era antes y se han reducido casi a la mitad, ahora se trata de familiares directos y poco más», explican desde el restaurante Los Doce Arcos, en Traspinedo.
En la misma línea se pronuncia, Luis Martínez, director del AC Hotel Palacio de Santa Ana, «La gente sigue incluso reservando ahora, cuando lo normal sería que en octubre estuviesen todas las fechas fijadas. En este sentido hemos notado una reducción de reservas en torno al 60%, hasta el momento tenemos cerradas unas veinte –las que dimos en total el año pasado en septiembre y octubre– aunque lo normal sería llegar a celebrar sesenta comuniones. En cuanto al número de comensales se nota también una reducción de un 35%».
La esperanza que tienen tanto hosteleros como trabajadores en moda de comunión es que durante las próximas semanas se vayan cerrando ventas y fijando reservas debido a la ampliación del calendario de las comuniones que se celebrarán este año.
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