Cierra la tienda Santiveri de Cebadería que albergó El molino de chocolate
Elena y Eva Sastre bajan la persiana del centenario comercio vallisoletano, que su padre Jesús regentó desde 1942
Adiós a otro centenario comercio de la capital. Elena y Eva Sastre Arranz abrirán por última vez la puerta del negocio familiar el próximo 15 ... de octubre, con lo que se pondrá fin a 171 años de un histórico comercio vallisoletano, en manos de la familia Sastre desde 1942. Ubicado en el número 15 de la calle Cebadería (hoy número 9) El molino de chocolate de la Estrella, «tostadero de café, fábrica de chocolate y despacho de comestibles», abrió sus puertas en 1854. Su fundador fue Juan Suárez, a quien dio el relevo su hijo, Alfredo Suárez Ramos, en los primeros años del siglo XX. La actividad industrial se desarrollaba en la planta sótano y la comercial, en la planta a pie de calle. «En el sótano se puede distinguir aún dónde estaba el molino de piedra, antiguamente tirado por un burro, donde se trabajaba el cacao», apunta Elena Sastre, actual propietaria del comercio, junto a su hermana Eva.
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El Molino de chocolate (perdió 'de la Estrella' en el siglo XX) «fue entregado sin remuneración alguna a los empleados entonces existentes, Eleuterio Maestro y Julio Santillana, por el entonces dueño, Alfredo Suárez», tal y como dejó escrito Jesús Sastre (Valladolid, 1928), padre de Elena y Eva, quien estuvo al frente del negocio hasta los primeros años del 2000, junto a su mujer, Carmen Arranz. «Nuestro padre estuvo pendiente del negocio hasta el último día», recuerdan sus hijas. El tostadero de café y la fábrica de chocolate ya habían cerrado en 1936 «por quitarles los cupos por parte de la administración». Y, al finalizar la guerra, el negocio ya era únicamente una tienda de comestibles. «En 1942, cuando nuestro padre compra el negocio a Julio Santillana, se realizó una obra para modernizar la tienda y la fachada con el rótulo El molino de chocolate. Comestibles y ultramarinos».
Fue en 1975 cuando Jesús Sastre decidió apostar por los «productos alimenticios de régimen y diabéticos«, para lo que habilitó para la entreplanta del edificio y, años más tarde, todo el local. »Santiveri tenía fábrica en Peñafiel y mi padre quiso apostar por un producto que se hacía en Valladolid. Hemos seguido vendiendo hasta el último día las primeras galletas, con zanahoria y almendra, que salieron de la fábrica vallisoletana. Nuestro padre tenía una relación excelente con don Santiago Santiveri (hijo de Jaime Santiveri, fundador de Casa Santiveri). Nuestro comercio se convirtió en la primera tienda de distribución exclusiva de productos Santiveri en Castilla y León«.
«La relación de la familia Sastre con la familia Santiveri, primero con nuestro padre y luego ya con nosotras, ha sido muy buena durante más de cuarenta años». «La multinacional Casa Santiveri ha decidido cambiar radicalmente su política de empresa y nos hemos visto obligadas a cerrar, después de 50 años dedicados a este negocio en exclusiva», lamenta Elena. «Tristemente nuestro negocio familiar no es el único que se ha visto afectado por este cambio. Somos uno de los muchos perjudicados en toda España», apostilla Elena, a la que todo el mundo conoce como Elena Santiveri. »Volveremos a recuperar nuestro apellido«, dice mirando a su hermana Eva.
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Jesús Sastre falleció en 2012 pero Elena y Eva ya estaban al frente del negocio desde 1988. La tienda de Cebadería no ha sido el único punto de venta Santiveri de la familia Sastre, que ha regentado dos sucursales en Valladolid, en las calles Chancillería y Tudela, y otra en Palencia; además de dedicarse a la comercialización de sus productos por Valladolid, Palencia, Salamanca y Toro. «Nuestro padre nos asesoraba siempre, nos reñía y nos aplaudía. Era el alma del negocio», recuerdan las hermanas. «La tienda ha sido nuestra vida». Aseguran que la decisión de cerrar «ha sido, y está siendo, muy dura, pero no nos ha quedado otro remedio». Estos últimos días «estamos recibiendo muchísimas muestras de cariño de nuestros clientes de toda la vida. Estamos muy agradecidas a todos ellos», dicen emocionadas.
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