Tania Arcos, en la puerta de su bar tapado por las vallas de obra. R. Jiménez

Un bar de Valladolid, obligado a cerrar «por culpa de las obras del túnel de Labradores»

El establecimiento echa el domingo la persiana y su dueña lo achaca a las «interminables» intervenciones en la zona

Marco Alonso

Valladolid

Domingo, 9 de junio 2024, 08:26

El sueño de Tania Arcos toca a su fin 533 días después de comenzar. Esta hostelera de 31 años se ha visto obligada a cerrar ... el primer bar en el que ha ejercido como dueña y este domingo echará la persiana para siempre. De esta manera, esta vallisoletana «de toda la vida» dirá adiós a su objetivo de sacar adelante a sus tres hijos con el fruto de su esfuerzo en el bar La Pequeña, ubicado en el número 44 de la calle Labradores.

Publicidad

El cierre de este establecimiento podría ser uno más de los muchos que se dan la ciudad, pero los motivos que da la dueña para decir adiós a su negocio convierten la clausura de este local –que abrió el 22 de diciembre de 2022– en diferente. «Las obras del túnel de Labradores me han obligado a cerrar», asegura esta mujer para detallar acto seguido la sucesión de hechos que le llevan a espetar esta afirmación. «Antes de abrir, me fui a informar al Ayuntamiento del tiempo que iban a durar las obras. Me dijeron que iban a ser quince días, pero al final fueron cuatro meses. Nos comentaron que no nos preocupáramos, que no íbamos a sufrir más obras en la calle, pero no nos dijeron la verdad», lamenta Tania que, en el año y medio que lleva con el bar abierto, ha convivido con obras más de seis meses. «Después de esos cuatro meses del principio, han empezado las obras del túnel de vehículos de Labradores y nos han vuelto a colocar una valla y una lona delante del local que nos quita toda la visibilidad. Ni vemos ni se nos ve y, aunque al principio la gente seguía viniendo, poco a poco han dejado de venir clientes porque nadie quiere tomar algo con el ruido, el polvo y los problemas que genera una obra», explica esta mujer, que abrió La Pequeña con ese nombre en honor a su tercera hija, la pequeña.

Tania asegura que las vallas de obra han vuelto a tapar su negocio hace dos meses y medio, cuando el bar comenzaba a repuntar tras su complicada apertura. «Estábamos trabajando bien. Tenemos una carta que funciona, con hamburguesas que están gustando mucho. Pero todo cambió cuando volvieron las obras», asevera esta hostelera, que muestra una empatía absoluta con su clientela. «Yo no iría a comer a un sitio con este percal. Mi rato de ocio es para disfrutar y aquí no puedo hacerlo. En Valladolid hay muchísimos bares sin este tipo de problemas y la gente, como es lógico, elige otros sitios. Todo el trabajo que hemos hecho para que esto sea lo más atractivo posible no ha servido de nada por culpa de las obras», se lamenta para recalcar que se podía haber ahorrado todas las complicaciones si el Consistorio le hubiera dado una respuesta veraz. «Esto se podía haber evitado. Si cuando me fui a informar en el Ayuntamiento se me hubiese dicho la verdad, me hubiera buscado otro lugar», señala.

No ha sido mucho el tiempo que Tania ha estado al otro lado de la barra de La Pequeña, pero ha sido suficiente para que muchos vecinos consideren este bar como parte de su día a día. «Se lo he dicho a los clientes esta semana y algunos se han ido de aquí con lágrimas en los ojos», explica esta vecina de Las Delicias, a la que no le gustan las despedidas lacrimógenas, por lo que ha decidido decir adiós a su negocio con una fiesta que se celebró el viernes. «Vine con una fiesta y me voy con otra. La gente se lo merece. Debo a mis clientes una buena despedida», indica.

Publicidad

La idea que tiene Tania es que la despedida de La Pequeña no sea un adiós, sino un hasta luego. «Estoy buscando otro local y de momento no encuentro nada que me guste. Yo no me vuelvo a meter en una reforma importante porque no me ha salido bien esto. Vivimos en esta zona y queremos encontrar un local por aquí. A ver si tenemos suerte», dice esta hostelera con un discurso que mezcla ilusión y desesperanza. «El poco tiempo que hemos podido trabajar hemos recuperado parte de la inversión, pero no toda. Te vas con el disgusto de haber perdido dinero y eso te frena a la hora de meterte en algo parecido», añade.

Tania cerrará el domingo la persiana y dará carpetazo a un negocio que se ha convertido en un quebradero de cabeza. «Inviertes tiempo, ilusión, esfuerzo y dinero para tener un negocio del que poder vivir, pero la realidad te baja al sótano de un bofetón. Me voy triste y frustrada porque cuando algo no funciona por causas ajenas a ti es muy doloroso abandonar», concluye esta hostelera, que quiere seguir siéndolo, pero alejada del ruido de los martillos hidráulicos y de las excavadoras.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3€ primer mes

Publicidad