Bacaletta y Jamonetta, el inolvidable sabor de la tradición entre la modernidad del momento

Cuando cuatro socios trabajadores dedicieron fundar Jamonetta (calle Ferrari, 5), tenían claro que deseaban abrir la tradicional tienda de ultramarinos de toda la vida adaptada a los tiempos más actuales, con una imagen atractiva, pero sin perder la esencia y el trato más próximo a sus clientes. «Lo que más nos importa son las personas», explica Raúl, uno de sus fundadores, a la vez que recuerda que hay «una frase que nos define: 'No existe modernidad sin una buena tradición'».

Después de llevar con éxito Jamonetta, hace menos de un mes decidieron abrir también Bacaletta (calle Del Val, 2), un pequeño gran reconocimiento a nuestros mayores. «Nos hemos propuesto emocionar, vender sensaciones a través de un establecimiento cuyo protagonista es el bacalao, un producto que forma parte de nuestra cultura, de nuestra mesa, de nuestra Navidad, de nuestra Semana Santa. Estamos convencidos de que vivimos muy deprisa, pero nosotros, como grupo de alimentación, pensamos ir un poco más despacio».

Bacaletta lo han creado los propios clientes, «y a ellos les brindamos un espacio con carisma, con alma, con una buena presentación; en él queremos hacerles sentir que están retrocediendo en el tiempo, entrando en una tienda antigua donde solo hay un tendero, penetrando en un establecimiento donde solo hay bacalao, y que huele a chicharra, salazón, cebolleta y ajo...».

Raúl y sus socios son conscientes de que montar una bacaladería es una empresa atrevida, arriesgada, pero «lo hacemos con el corazón; pensamos que los que quieren comer bacalao no desean que se pierda el vínculo con nuestros antepasados porque, al final, donde hay bacalao hay un buen vino, un chupito...; tampoco queremos que se olvide la oportunidad de hablar con el tendero. Lo mejor de Bacaletta es su gente, sus historias, sus familias..., el día a día y la confianza mutua que se crea viéndote la cara y escuchando».