Las psiquiatras Isabel Santos Carrasco, Soraya Geijo Uribe y Joana Gonçalves Cerejeira, en la unidad ubicada en el edificio Rondilla del Clínico de Valladolid. Rodrigo Jiménez

La pandemia multiplica el abuso de dispositivos electrónicos entre los menores de Valladolid

Un estudio del Clínico detecta entre sus pacientes cambios conductuales y emocionales en niños y adolescentes

Ana Santiago

Valladolid

Domingo, 5 de diciembre 2021, 08:05

La etapa de confinamiento durante la pandemia –del día 15 de marzo al 21 de junio de 2020– en la primera ola potenció el ... uso de dispositivos móviles tanto por la necesidad de seguir las clases como por entretenimiento al no poder salir a la calle.Pero la flexibilización del confinamiento no se tradujo en un uso más razonables de la tableta, el móvil o el ordenador. ras la etapa más dura del coronavirus, los niños y adolescentes mantienen un apego exagerado hacia estos sistemas de ocio e interacción. Este abuso, incluso adicción, parece haberse perpetuado. Y la vuelta a la calle, a las clases y a una vida cada vez más normal, no ha reconducido las cifras.

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Un estudio de la Unidad de Psquiatría Infanto-Juvenil del Hospital Clínico de Valladolid ha analizado el impacto del confinamiento en la salud mental de los menores, en su conducta y emociones. Para ello, ha realizado un seguimiento entre sus pacientes, analizando las alteraciones biológicas, la influencia del encierro y las reacciones posteriores con la flexibilización de las restricciones.

Explica la doctora Isabel Santos Carrasco, especialista en psiquiatría infantil y juvenil, que indudablemente la pandemia ha afectado a los menores, «les ha generado más ansiedad, angustia, cambios de comportamiento e, incluso, alteraciones en su ritmo biológico». Destaca que el Clínico ha querido aportar un análisis de estos efectos colaterales en menores porque no hay apenas estudios en estas edades.

La investigación del equipo del Clínico se centra en su área de salud, la Este, aunque sus datos son extrapolables. El estudio se realizó con 194 menores, el 60% varones y el 40% mujeres con entrevistas a sus progenitores desde el 20 de abril al 15 de mayo. El trastorno de diagnóstico más prevalente en el 50% de los casos era la hiperactividad y, el resto, problemas generales de desarrollo (8,2%) y de comportamiebnto (5,7%). La media de edad más frecuente fue la de los 12 y 13 años aunque esta unidad trata a personas de hasta 18 años.

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«Nuestro estudio ha sido llevado a cabo para examinar el impacto psicológico de la pandemia en niños y adolescentes, y si este se vio modificado por los cambios en las características del confinamiento. Conocer la situación emocional de esta población permitirá proporcionar a los padres y cuidadores pautas apropiadas que permitan reducir la afectación que la situación de confinamiento les genera», recoge el trabajo. La cuarentena ha repercutido, sin duda, explica la doctora Santos Carrasco, «de manera global en los menores». En términos generales, los progenitores percibieron una mayor repercusión en el estado emocional y conductual de sus hijos durante el período rígido, sin registrar grandes cambios tras la flexibilización del confinamiento.

Los pacientes que pasan más de 8 horas diarias ante el móvil o el ordenador han crecido del 3,9% al 11%, según un estudio del Clínico

El trabajo desvela que la mayoría de los menores dedicaba entre tres y cinco horas al juego por Internet o el móvil y otros usos similares. Al finalizar el confinamiento, un periodo en que el empleo excesivo de dispositivos digitales parecía justificado, los usuarios no volvieron a la normalidad. El retorno al colegio y la posibilidad de poder salir de casa y divertirse no frenó este abuso que, incluso, se potenció en algunos casos. Aumentó el porcentaje de menores que pasaban más tiempo ante las pantallas. Mientras en la época más rígida de restricciones eran un 3,9% los menores que usaban más de ocho horas estos dispositivos, cuando se acabó el confinamiento y se flexibilizaron las limitaciones, el 11% superaba ese tiempo.

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Diversos estudios de población general señalan que los niños españoles pasan casi cinco horas diarias frente a una pantalla. Un dato ya muy elevado para los especalistas. Esta tendencia «se consolidó y fue peor que el aislamiento social durante la primera etapa de cuarentena. El uso de Internet ya era compulsivo. Y este aislamiento social provoca que los menores estén más expuestos al abuso y al acoso en las redes sociales, los hace vulnerables. Ese uso abusivo está relacionado con la baja autoestima», explica esta especialista.

EL DATO

  • Publicaciones: 'Confinamiento y salud mental: análisis del impacto en una muestra de 194 pacientes de psiquiatría del niño y del adolescente' (Elsevier) e 'Ingresos por comportamiento suicida en una unidad de psiquiatría infanto-juvenil de referencia regional: impacto de la pandemia por covid-19' (64 congreso de AEPNYA)

Destaca la coordinadora de la Unidad Infanto-Juvenil del servicio de Psiquiatría del Clínico, la doctora Soraya Geijo Uribe, que «la conflictividad familiar se hace más evidente durante un confinamiento. Los padres les piden que dejen el móvil y hay enfrentamientos. Los juegos ahora son mucho más adictivos y han desplazado a los de la vida real. Lo virtual te permite además no tener que contar con nadie, termina siendo un refugio. Además, durante estas épocas, las familias han sufrido mucho, el paro y los problemas económicos que ha traído esta crisis crean peor ambiente familiar», destaca la doctora Geijo.

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Poner pautas y normas

El equipo es consciente de que estos casos no llegan siempre a la consulta y que habrá muchos más de los que tienen un seguimiento. En cuanto al tratamiento, destacan que «es similar al de cualquier adicción. Poner pautas y normas, horarios y límites y anteponer las obligaciones de estudios o labores en casa».

El aislamiento social provoca que los niños y adolescentes estén más expuestos al abuso y el acoso en las redes

Los estudios publicados hasta la fecha coinciden en que durante la cuarentena se ha aumentado el tiempo de uso por varias razones: los menores utilizaban la Red para el estudio debido al cierre de los colegios, pero también para el entretenimiento y la interacción social. En el estudio de Li Duan y otros autores –alude a él el equipo delClínico–, el 29,58% de los participantes invertían más de cinco horas diarias conectados a un dispositivo electrónico, lo que se consideraría un factor potencial de riesgo para la adicción a Internet o a teléfonos móviles. «Estudios previos han demostrado que el uso exacerbado de los dispositivos electrónicos puede conducir a problemas mentales o comportamentales, causando un pobre rendimiento académico, disminución de la interacción social en la vida real, descuido de la vida personal, alteraciones en las relaciones interpersonales, así como anímicas. Además, altera el sueño, su calidad durante la noche, lo que se asocia significativamente con síntomas depresivos».

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Mundo virtual

Pero el abuso de redes sociales y el mundo virtual no es el único efecto de la pandemia. Este trabajo revela también que entre los pacientes que acudían a consulta, el porcentaje que requirió un aumento de dosis del tratamiento psicofarmacológico, aunque se mantuvo en un nivel bajo, fue mayor en el período más rígido de confinamiento que en el de flexibilización.

En el grupo de trastornos del comportamiento y de las emociones en el comienzo de la infancia, el 6,7% de los menores necesitaron modificaciones en su medicación únicamente en el período rígido de confinamiento, lo que «nos hace pensar que al flexibilizar las medidas establecidas, el comportamiento de nuestros pacientes mejoró sin necesidad de regular el tratamiento psicofarmacológico». Y, el hecho de flexibilizar ligeramente el encierro «no trajo un beneficio para la patología mental del menor». No obstante, según recoge el trabajo, la situación clínica reflejada por los padres en ambos períodos era mejor a la percibida antes del confinamiento. La mayor libertad para salir de casa se tradujo en una mejora en el comportamiento de los menores.

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El periodo rígido de restricciones repercutió en la necesidad de aumentar la medicación de algunos pacientes habituales

En cuanto a los ritmos biológicos, la investigación detecta que, en general, los pacientes retrasaron sus horarios de sueño y despertar, muchos pasaron a irse a la cama pasada la medianoche y esto supone «una desregulación de las rutinas habituales del menor». Otro factor de peso fueron los cambios en la alimentación. La investigación detecta «un aumento mayor del apetito durante el período rígido de confinamiento, lo que podría explicarse por el mayor tiempo de estancia en el domicilio, la menor estimulación externa de los menores y la disponibilidad permanente de acceso a la comida». Un 25,2% de los pacientes durante el período rígido confirmaron un aumento del apetito.

Preocupación

En cuanto al nivel de preocupación detectado entre los consultados ante la situación pandémica, no fue alto; solo el 2,58% manifestó temores en este sentido y además, se señala en el informe, «no se ha relacionado con la existencia de duelo en los pacientes. Pero entre los que sí se sentían inquietos por la situación, ninguno había sufrido la pérdida de un familiar por covid». Por otra parte, en el grupo de pacientes que refirieron no estar preocupados por la situación de crisis sanitaria (35,05%) existía un 1,01% en situación de duelo y un 22,82% que contaban con un familiar enfermo, lo que sugeriría que «el grado de preocupación no tiene una rela ción directa con la afectación de sus familiares»; aunque otros estudios sí lo relacionan.

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