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Acto de Fuerza Nueva en el hotel Olid Melia. Sentados, Blas Piñar y Javier Hernández de la Rosa; de pie, José María Vázquez de Prada.
Franquistas sin Franco

Franquistas sin Franco

Herederos del “espíritu del 18 de julio de 1936”, los representantes de Fuerza Nueva pretendían restaurar el régimen franquista y plantar cara a la reforma democrática

Enrique Berzal

Sábado, 10 de enero 2015, 17:51

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«No podemos aceptar de ninguna manera la monarquía liberal, de la cual salimos un 14 de abril y para siempre». Así hablaba en Valladolid, en un Teatro Calderón abarrotado de fervorosos militantes y saludos brazo en alto, quien a esas alturas ya se erigía en líder indiscutible del grupo más fuerte de la extrema derecha española. Era marzo de 1977 y Blas Piñar, fundador de Fuerza Nueva, alababa en la ciudad del Pisuerga a cientos de jóvenes que se decían seguidores de Onésimo Redondo, José Antonio Primo de Rivera y Ramiro Ledesma Ramos, los mismos que en aquel escenario, pero 43 años antes, habían bendecido la unión entre Falange Española y las JONS.

Eran los franquistas sin Franco, aquellos a los que el mismo Blas Piñar, en julio de 1975, ya había alertado, también en el Teatro Calderón, con el dictador aún en vida, de la «traición» que se avecinaba: una calculada transición a la democracia, orquestada desde las entrañas mismas del Régimen franquista.

Cuentan líderes de la formación ultraderechista que todo surgió en abril de 1966, a raíz de unas jornadas de ejercicios religiosos celebradas en el monasterio de San Miguel de las Victorias, en la localidad conquense de Priego. Las convocaba el notario madrileño Blas Piñar y darían pie, el 2 de mayo de ese mismo año, a la constitución de «Fuerza Nueva Editorial S.A.», empresa encargada de publicar un semanario con el mismo nombre, pero también libros y folletos dirigidos a salvaguardar las esencias políticas del Régimen nacido con el levantamiento militar de julio de 1936, alertar y cargar contra el aperturismo político y denunciar la «peligrosa» desvinculación de una parte del clero español de los postulados del Nacionalcatolicismo.

Constituida en asociación política en el Ministerio de la Gobernación el 9 de julio de 1976 (su inscripción en el registro se verificaría el 15 de octubre), Fuerza Nueva perseguía, según el historiador José Luis Rodríguez Jiménez, una doble estrategia: afianzar un partido político con representación en Cortes y con capacidad para erosionar a las fuerzas de derecha que no habían aceptado la reforma política, o, en caso de fracasar dicho planteamiento, alentar a los sectores involucionistas del Ejército a interrumpir el proceso democrático mediante un golpe de Estado.

Su retórica apocalíptica estaba convencida de que la conspiración judeo-masónica que denunciaba Franco avanzaba sin remisión- hizo que desde un primer momento contemplara la posibilidad de crear un gran «Frente Nacional» con otras plataformas franquistas, sobre todo con los Tradicionalistas y Falange, pues, según señalaba Blas Piñar en 1969, «ahora percibimos que el enemigo está perfectamente organizado, y si ante esta realidad estamos divididos, desagrupados en infinitas asociaciones, podremos considerarnos como derrotados». De hecho, ya en julio de 1976, propuso en Valladolid avanzar en dicha unión junto con Guerrilleros de Cristo Rey, Cruz Ibérica, personas y sindicatos del Movimiento.

El objetivo crucial de la formación liderada por Blas Piñar consistía en convertirse en eje de un movimiento aglutinante del integrismo católico y de todas las corrientes que se identifica­ban con el franquismo para hacer posible la continuidad del Régimen.

En Valladolid, el primer delegado provincial de Fuerza Nueva fue el conocido político y empresario agrario Francisco Bocos Cantalapie­dra, hombre muy significado en las instituciones del Régimen. Nacido en Pedrajas de San Esteban en 1913, Bocos militó en FET-JONS, combatió en la Guerra Civil, presidió la Hermandad de Alféreces Provisionales, fue procurador en las Cortes franquistas y consejero provincial del Movimiento, presidió la Cámara Oficial Sindical Agraria, el Consejo Provincial del Instituto Nacional de Previsión y la Cooperativa Agraria Provincial (antigua UTECO), además de ser nombrado gobernador civil de Cáceres en 1963.

A finales de 1976, Bocos fue sustituido por Jaime Martínez Beltrán, que además de miembro del Consejo Político del partido asumía el cargo de delegado regional para Castilla la Vieja. Acompañado en la secretaría por José María Sanz Lorenzo, cuyo piso de la calle Mantilla sirvió de sede al partido, bajo su presidencia se celebró el impactante acto presidido por Blas Piñar en el Teatro Calderón, el 27 de marzo de 1977, en el que también intervinieron Isabel Martínez Iranzo por Fuerza Femenina y Jesús María Vega por Fuerza Joven. Este último alertó sobre «la hecatombe que se nos avecina», al tiempo que arremetía contra Santiago Carrillo. Blas Piñar denunció el retorno de la Monarquía liberal, criticó duramente al gobierno de Suárez por liquidar el régimen franquista y abrir la puerta al «caos y al desorden», y no ahorró ataques a la derecha de Alianza Popular por aceptar el sistema democrático.

El acto concluyó con una numerosa manifestación de jóvenes cantando el «Cara al Sol»; luego, cerca de 200 militantes se dirigieron al Restaurante Rinumar, en la Feria de Muestras, donde celebraron una «comida de hermandad» que a los postres acogió encendidos discursos del vicepresidente nacional, Ángel Ortuño, contra las «libertades formales», y del propio Blas Piñar contra Santiago Carrillo, a quien se refirió como «duque de Paracuellos». Precisamente, la legalización del Partido Comunista, el Sábado Santo de 1977, fue contestada por la formación extremista vallisoletana con una manifestación de una veintena de vehículos que recorrieron las calles del centro enarbolando banderas nacionales y de Fuerza Nueva, tocando el claxon y cantando el «Cara al Sol».

Tras las primeras escisiones por disconformidad con la presencia de Sanz Lorenzo en la secretaría del partido (escisiones que darían lugar a la asociación cultural «Cisneros»), Fuerza Nueva trató de acelerar las gestiones a favor de un «Frente Nacional» junto a FE-JONS, Confederación Nacional de Ex Combatientes, Comunión Tradicionalista, Unión Nacional Española y Unión del Pueblo Español, propuesta que finalmente no cuajaría por diferencias personales entre los líderes, pero también por la pretensión de Fuerza Nueva de hegemonizarla y por la existencia de Alianza Popular como heredera del «franquismo sociológico».

A lo más que se llegó fue a una unión electoral estratégica, de cara a las elecciones de junio de 1977, entre Fuerza Nueva, FE-JONS, Comunión Tradicionalista y Confederación de Excomba­tien­tes, denomina­da Alianza Nacional «18 de Julio». La candidatura vallisoleta­na al Congreso la encabezaban el conocido ingeniero agrónomo y empresario Dionisio Martín Sanz, fundador del Servicio Nacional del Trigo que también había sido consejero del Reino y ex vicepresi­dente primero de las Cortes; María Adela Jurado Martínez de Velasco, que se definía como «ama de casa» afecta desde siempre al Movimiento Nacional; José María Vázquez de Prada, médico, militar profesional desde 1954 y representante del tradicionalismo carlista; Frncisco Fernández Menéndez, graduado social de FASA y miembro de Falange; y Félix Municio Gañán, falangista desde 1936.

Para el Senado se presentaban Siro Severino García Rodríguez, almacenero muy significado en las filas de la Falange vallisoleta­na, el inspector de Hacienda Javier Hernández de la Rosa, que a finales de 1977 sustituiría a Martínez Beltrán al frente de Fuerza Nueva, y Jesús Martín Fernández de Velasco, más conocido como «Chus Calero», destacado empresario agrícola que, según su propio testimonio, decidió militar en Fuerza Nueva como reacción a la aprobación de la Ley para la Reforma Política. El programa electoral de la formación se limitaba a mantener inalterables tres fidelidades: a los ideales del 18 de julio de 1936, al recuerdo y a la obra de Franco y a la Monarquía católica, tradicional, social y representativa.

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