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Mandos de las Juventudes Hitlerianas con falangistas de Valladolid en un refugio para bombardeos, noviembre de 1937.

Valladolid, seducida por los nazis

Impactantes fotografías muestran cómo la ciudad del Pisuerga fue escenario de numerosos actos de pleitesía a Hitler en los primeros años de la Guerra Civil

Enrique Berzal

Viernes, 5 de diciembre 2014, 19:21

«Fueron ayer nuestros huéspedes de honor, durante algunas horas, los Jefes de las Juventudes Hitlerianas, que recorren las diversas capitales de la España liberada. Valladolid, durante su breve estancia, les renovó, con su simpatía, el fervoroso sentimiento de adhesión al gran pueblo alemán y al canciller Hitler». La noticia, a cuatro columnas, apareció publicada en El Norte de Castilla el 13 de noviembre de 1937, ilustrada con fotografías tan impactantes como las que ahora tiene ante sus ojos.

Lo cierto es que no era algo excepcional en ese momento. Bien es verdad que en la ciudad del Pisuerga se hizo cotidiana la presencia de voluntarios italianos al poco de producirse la sublevación contra la República, pero tampoco faltaron ejemplos de intensa colaboración con la Alemania de Hitler. Y es que el rápido triunfo del bando sublevado propició que Valladolid ejerciera, junto a Salamanca y Burgos, un papel determinante en el Nuevo Estado antirrepublicano: aquí se instaló el gobernador general, cargo para el que se designó al general Fermoso, se concitaron las nuevas fuerzas políticas que terminarían confluyendo en el partido único, se instaló Auxilio Social, se centralizó buena parte de las estructuras del sindicato único, en definitiva, Valladolid se erigió en capital política de los sublevados, además de albergar el Cuartel General del Ejército del Norte.

La colonia germana de Valladolid tenía su sede en el Club Alemán de la Acera de Recoletos, donde se celebraban todo tipo de fiestas, homenajes y demás eventos públicos. Mi Lucha, la célebre obra de Adolf Hitler, «un libro fundamental que no puede faltar en ninguna biblioteca», señalaba la publicidad de El Norte de Castilla, podía adquirirse en la librería Santarén, en el número 27 de Fuente Dorada, por 14 pesetas; no pocos escuchaban los discursos del Führer en la radio y tampoco eran infrecuentes las visitas entusiastas al Viceconsulado alemán, situado en el número 19 de la calle de Miguel Íscar, con motivo de su cumpleaños.

Los «flechas»

Cada vez más frecuentes durante el primer año de la contienda, la presencia en la ciudad de personalidades nazis y las iniciativas públicas a favor del Tercer Reich ejercieron especial influencia en la rama juvenil de Falange. Así ocurrió, por ejemplo, el 27 de julio de 1937 a propósito de la visita del jefe nacional de las Juventudes Hitlerianas, doctor Cerf, a quien los «flechas» vallisoletanos (falangistas de 11 a 15 años), liderados por José María Gutiérrez del Castillo, cumplimentaron y acompañaron en todo momento:

Después de pasar revista en el Campo Grande, los alemanes visitaron el cuartel de los jóvenes falangistas y se dirigieron a Cigales, donde el líder de la organización nazi pudo presenciar un simulacro de combate. «Camaradas flechas: Estoy muy contento de haber venido y quiero deciros que llevo la mejor impresión de todas vuestras cosas. Seguid trabajando siempre así. Tened por seguro que vuestro Ejército nacional va a ganar la guerra, y tenéis que ser dignos continuadores de él», les dijo el jefe de las juventudes hitlerianas. Esa misma noche, la «colonia alemana» celebró una concurrida reunión en el Café Avenida.

Mayor impacto causó la visita que esa misma organización nazi, de gira por la «España liberada», efectuó a nuestra ciudad el 12 de noviembre de 1937. El Ayuntamiento, en nota hecha pública en El Norte de Castilla ese mismo día, invitaba «a todo el vecindario a que engalane sus balcones con colgaduras, para recibir así con todos los honores a los jefes de las Juventudes Hitlerianas que visitan Valladolid, para testimoniarles públicamente la adhesión del pueblo vallisoletano al pueblo alemán y a su caudillo Hitler». Así se hizo.

Diez altos mandos hitlerianos fueron debidamente cumplimentados por los jerarcas falangistas, que les mostraron la sede del partido, ubicada en el número 32 de la calle Fray Luis de León, antes de entregarse a un baño de masas en la Plaza Mayor. Varias casas habían engalanado sus balcones con los colores de la bandera nacional y algunas, incluso, con banderas alemanas. Una vez que el alcalde, Luis Funoll, les hubo transmitido públicamente su agradecimiento por el apoyo que Alemania estaba prestando «a nuestra Santa Cruzada», pasaron revista a los «flechas» de Falange en el Campo Grande, visitaron el Museo Nacional de Escultura, almorzaron en el Hotel «Fernando-Isabel» y visitaron los locales de la Obra del Hogar Nacional-Sindicalista y de Auxilio Social.

No menos sonado resultó el viaje a Alemania de los «flechas» de Valladolid, en agosto de 1937, travesía patriótica liderada por el jefe falangista de Badajoz, teniente Ramallo, alentada por José María Gutiérrez del Castillo y despedida en la estación por cientos de ciudadanos en correcta formación. Según El Norte de Castilla, marchaban los chicos perfectamente equipados con su uniforme ordinario y otro de gala complementado con una «airosa capa». En la Alemania hitleriana vivieron durante dos meses en campamento, participaron en numerosas manifestaciones deportivas y asistieron al Congreso Nacional-Socialista de Núremberg.

Cine gratis

Instituciones de la Alemania hitleriana como el Frente Nacional del Trabajo y el Partido Nacional-Socialista, representados en Valladolid, respectivamente, por Georg Grosse y Hans Gross, también se implicaron en el quehacer político del momento, concretamente en labores dirigidas a instruir a militantes del partido único, además de celebrar los triunfos del ejército franquista. A lo primero obedeció la cesión a Falange, en agosto de 1937, de varias películas dirigidas a militantes del partido y soldados de guarnición. Se trataba, a decir de El Norte de Castilla, de «tres magníficas películas que divulgarán la gran obra alemana ante las justas aspiraciones nacional-sindicalistas de nuestro pueblo». Se proyectaron en sesiones gratuitas los días 23 y 24 en el Teatro Calderón y en el Cine Coca, y contaron con la asistencia, el primer día, de las principales autoridades de la ciudad.

Los alemanes Legión Cóndor incluida- también se hicieron notar en la multitudinaria celebración de la toma de Madrid por el ejército de Franco, el 28 de marzo de 1939. En ella, abundron los vivas al Führer y al Caudillo y se interpretaron los himnos de Alemania y España.

Con similar entusiasmo solía festejarse cada 20 de abril el cumpleaños del dictador alemán: el de 1937 contó con la proyección, en el Teatro Zorrilla, de la película Traidores, un film de la UFA dedicado al «alto espionaje, con la intervención de la poderosa Marina de Guerra, la Aviación Militar, la Policía Motorizada, Carros de Asalto y Tanques de Alemania», mientras en Radio Valladolid, Francisco Javier Martín Abril aseguraba que «Hitler en Alemania representa un concepto de coraje racial, encauzado por una voluntad de hierro y ensalzado por un temperamento de poeta, y que el Führer, que es inteligencia de apretados fuegos () ha sabido rodearse de insuperables técnicos y valerosos asesores: Goebbels, el propagandista; Goering, el organizador; y Schaft, el hacendista».

Más espectacular y concurrido fue el de 1939, no en vano Hitler cumplía 50 años. Tuvo lugar en la sede del viceconsulado, donde hubieron de colocarse pliegos de firmas ante el gran número de personas que se acercaron a mostrar su admiración por el Führer. En el salón, adornado con flores y una gran fotografía de Hitler, se dieron cita los representantes de las instituciones políticas alemanas, los niños de la colonia germana interpretaron cantos populares de su país y, para culminar, se escucharon el himno nacional, el Cara al Sol, el himno alemán y el del partido nazi.

Al año siguiente, concretamente en julio de 1938, el II Curso Nacional Sindicalista para propagandistas aglutinó a cerca de 250 personas en un día inaugural dedicado íntegramente al nacionalsocialismo alemán; el mismo Hitler envió un expresivo telegrama a Reinaldo Temprano, jefe de prensa y propaganda sindical, agradeciéndole sinceramente los honores dedicados a su causa.

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