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juan pascual
Jueves, 18 de septiembre 2014, 13:55
Ya dijo él que era un récord «por la ciudad de Valladolid». Alguno podía pensar que se iban a quedar en meras palabras, pero ayer demostró que no. Gregorio Pérez, el flamante récord Guinness de mayor número de horas consecutivas cortando jamón, 40 ni más ni menos, decidió ayer convertir sus palabras en hechos, y donó el 25% de lo cortado a la ONG Asalvo Valladolid. Pero como diría el famoso asesino londinense, vamos por partes.
Eran las 21:00 horas del viernes 5 de septiembre y mientras los vallisoletanos comenzaban las fiestas en honor a Nuestra Señora de San Lorenzo, Gregorio Pérez, cortador profesional de jamón y dueño de la tienda de productos delicatessen La Despensa del Caño Argales, comenzaba su intento de batir el récord de mayor número de horas consecutivas cortando jamón. Intento en ese momento, ya que ahora es una realidad. 40 horas, 36 patas de cerdo y 222 kilos y 400 gramos de jamón después, Gregorio Pérez lo conseguía. Ya era un récord Guinness.
Doce días más tarde, en la tienda de la que es regidor, decidió que ya que había conseguido el récord por la ciudad de Valladolid, debía demostrarlo. Y qué mejor manera de hacerlo que con un gesto solidario, simpatizándose con los que más lo necesitan. Y ayer, Gregorio Pérez, en aras de la generosidad, donó el 25% del jamón loncheado durante su récord a la Asociación de Alumnos Voluntarios, más conocida como Asalvo. Esta asociación se encarga de resolver las necesidades de personas en situación de indigencia y familias con parados de larga duración que no reciben ninguna prestación económica o que solo reciben los famosos 400 euros. En resumen, personas sin recursos para sobrevivir por sí mismos.
Y precisamente estas personas son las que recibirán los 60 kilos y 400 gramos que Pérez ha donado a la asociación. María Jesús Fournier (ella misma reconoce que lo único que tiene que ver con los fabricantes de barajas de cartas es el apellido), presidenta de Asalvo, no podía ocultar la felicidad que le proporcionaba esta donación. Y no porque fuera a ponerse morada a jamón, sino principalmente por los niños que lo iban a recibir: «Cuando lo vean los pequeños, van a llorar de la alegría. Si se les iluminan los ojos cuando les compras un paquete de jamón de York, imagínate cuando vean este». Y es normal, porque no es un jamón de recebo cualquiera. Nada más lejos. Son jamones ibéricos de bellota negra de Bernardo Hernández Guijuelo. Vamos, una delicatessen. Y por si el nombre no les dice nada, el dinero que a usted le costaría adquirir esta cantidad de jamón en una tienda como la de Gregorio Pérez asciende a unos 5.500 euros, que no es moco de pavo.
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