Una batalla contada por El Norte
Enrique Berzal narra la intrahistoria del Desastre de Annual ante un abarrotado auditorio en Caballería
Jota de la Fuente
Martes, 27 de mayo 2014, 07:54
El historiador y coalborador de El Norte de Castilla Enrique Berzal centró la atención de los asistentes a la conferencia titulada La opinión pública y el Desastre de Annual en el desarrollo de los sucesos acaecidos en aquella derrota bélica, y la posición adoptada por El Norte de Castilla en base a los editoriales publicados según iban llegando las negativas noticias del conflicto, así como las consecuencias que todo aquello tuvo para la sociedad civil y militar de aquel entonces. La Academia de Caballería fue el escenario que acogió ayer por la tarde un acto que se enmarca en los actos que se desarrollan simultáneamente con la exposición Alcántara, una laureada de vida, que está siendo visitada por miles de personas estos días en el picadero del acuartelamiento del Paseo de Zorrilla y en la que colabora el periódico por la celebración de su 160 aniversario.
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Con lleno absoluto en la sala y más de un centenar de personas, la mayoría militares en ejercicio interesados en esa batalla, Berzal comenzó a desarrollar la conferencia, a cuyo final tuvo que responder de innumerables dudas, anécdotas y curiosidades sobre las que fue interrogado por el público. Berzal situó a la concurrencia en julio del año 1921 en primera instancia, recorriendo los acontecimientos bélicos e históricos de la batalla de Marruecos, en la zona del Rif, con la derrota de las tropas españolas y el ajusticiamiento y sacrificios a los que fueron sometidos los combatientes nacionales.
Con censura
Una vez repasados los hechos ocurridos en el campo de batalla, Berzal se adentró en lo que entonces se vivió desde el decano vallisoletano, a través de sus escritos, crónicas y editoriales. Lo primero que hizo saber fue la situación realmente compleja con la que se encontraron los redactores por la dificultad a la que sometió el gobierno a El Norte de Castilla, al establecer la censura previa como medida cautelar el día 22 de julio de 1921, dejando escaso margen de maniobra.
Una vez comenzaron a llegar rumores gravísimos desde Marruecos de los sucesos, El Norte insistió en mantener la calma, considerando el acontecimiento como una «derrota aislada», dando esperanzas del rearme y recuperación del ejército español. A partir del día 24, una vez conocidos hechos y pruebas del desastre, lo primero que se hizo desde El Norte «fue atacar duramente la censura, por considerarlo un pésimo instrumento del Gobierno para informar, minando la moral de los ciudadanos», según explicó Berzal, animando desde sus líneas a la recuperación del ejército, aludiendo incluso en uno de los editoriales «al abandono tradicional de la opinión pública al ejército», calificándolo como un grave error.
La guerra, para los pobres
Berzal explicó que la guerra sirvió como aglutinante patriótico, a pesar de la impopularidad del conflicto. Aquí, hizo hincapié en la opinión generalizada de que «a la guerra solo iban los pobres para morir». Aportó pruebas en las que El Norte de Castilla publicó en esos días ejemplos de nobles y gentes de clase alta que se alistaron al ejército, si bien es cierto que la gente con poder económico podía evitar ser alistados pagando por ello.
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El historiador analizó cómo, entre los días 5 y 6 de agosto, se produjo la rendición de los españoles, pese a lo cual fueron casi todos degollados. El Norte de Castilla pidió en esos días en sus publicaciones un castigo ejemplar para los verdugos sin piedad. Días después, el 9 de agosto, en el Monte Arruit, murieron prácticamente todos los rendidos. Tan solo se salvaron unos 300 hombres, que fueron hechos prisioneros, ante lo cual, nuevamente el Norte, hace énfasis en «sosegar la impaciencia civil, buscando fórmulas para salvar a los prisioneros del enemigo», explicó Berzal.
Aquí entra en escena la figura de Santiago Alba, ministro de Estado en aquel entonces y propietario de El Norte de Castilla. El entonces ministro selló un acuerdo con el ejército marroquí y sus líderes del Rif, mediante el cual liberó a los prisioneros a cambio de cuatro millones de pesetas. El decano alabó los hechos en su editorial, aunque también sufrió las críticas.
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