Arte y costura. La simplicidad complicada
«El museo Thyssen devuelve a la actualidad a Cristóbal Balenciaga como uno de los referentes internacionales de una moda que hoy ha deparado en generalista como es el 'pret-a-porter'»
Se exhibe estos días de verano en Madrid una muestra irrenunciable para los amantes de la Alta costura bajo el título: 'Balenciaga y la pintura española, que conjuga una selección de lienzos y vestidos frente a los que el modisto vasco pudo inspirarse a la hora de desarrollar sus creaciones. El museo Thyssen devuelve a la actualidad a Cristóbal Balenciaga como uno de los referentes internacionales de una moda que hoy ha deparado en generalista como es el 'pret-a-porter' en su faceta productiva. Y es que el arte, bien llamado arte, es fuente suficiente para nutrir la imaginación de los mejores, de los más inteligentes y a su vez generar tendencia en toda su expresión. Balenciaga diseñó sus creaciones en base a ciertos detalles de aquellas otras telas de Velázquez, Goya o Zurbarán; y ese espejo le sirvió de punto de inicio para reglar la forma de sus sueños innovadores - a la par que añejos- con un gusto exquisito por la construcción de los detalles y las formas. Fue un arquitecto de lo textil y el único que verdaderamente sabía coser de todos sus coetáneos, como llegó a afirmar Coco Chanel al referirse al modisto español.
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La influencia del arte en la moda actual es un principio irrefutable si repasamos la historia reciente del costureo. De Andy Warhol y Versace a Dalí y Ruiz de la Prada, la generación de emociones icónicas a través de la ropa ha derivado en una necesidad que se retroalimenta por décadas. Ahora, cuando los ochenta y noventa han derivado en el 'todo vale', somos más conscientes de la totalidad combina con la mayoría, simplemente siguiendo unas pautas elementales de buen gusto y equilibrio en los estampados, colores y formas. En esa explosión de tonalidades del verano hallaremos fácilmente la clave combinativa en aquel cuadrado de Piet Mondrian denominado: 'Composición II en rojo, azul y amarillo' que, Yves Saint Laurent primero y Purificación García en la actualidad, han conseguido granjear para sus campañas con acierto y originalidad. El propio Saint Laurent definió este proceso de inspiración diciendo que : «La moda no es un arte pero para dedicarse a ella hay que ser artista».
El arte llega a nuestras prendas no por azar sino por preconcepción de valores y formas. Si un cuadro de Picasso puede estamparse en pañuelos, corbatas o sudaderas, no podremos obviar los orígenes de las rayas marineras de los bañadores de talle alto y de los sombreros gondoleros que evocan los costumbrismos regionalistas y románticos del Mediterráneo venidos de las costas italianas y francesas desde el siglo XIX. El verano simple, el de todos, ha venido para quedarse en nuestros armarios con sus bolsas de playa enormes y floreadas, cargadas de palmeras y piñas, serigrafiadas de pájaros exóticos y con sus bolsos redondos de esparto y paja a juego con unas buenas alpargatas o espadriles de aire ibicenco. Sólo el norte de España y sus grandes capitales son capaces de mantener la esencia y huir de las mallorquinas para seguir vistiendo mocasines como si esa influencia playera no hubiese afectado a los urbanitas del Cantábrico y sólo fuera verano en los termómetros. Esa tendencia también es inspiradora para una obra de arte que podríamos titular: «Estío en España, modos y modas». Pero quizás debamos antes tributar a Balenciaga con una visita a su exposición y repasar la historia del arte tan determinante en tantas y tantas cosas.
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