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La primera representación del Belén Viviente de Fuensaldaña registró largas colas de visitantes. :: FOTOS ANTONIO QUINTERO
VALLADOLID

Un centenar de vecinos transforman Fuensaldaña en la ciudad de Belén

Unas 800 personas pasaron ayer por el Nacimiento, ambientado en los oficios tradicionales

LORENA SANCHO

Sábado, 24 de diciembre 2011, 01:42

Las pestañas de Esther, la carnicera que embucha chorizos, delatan que su figura es de carne y hueso. También hablan los ojos de Jesús, el leñador, apoyado sobre el hacha que calienta a pastores y labradores. Ni Esther, ama de casa en su día a día, ni Jesús, quiosquero de Fuensaldaña, son figuras de cera, pero lo parecen, «dan el pego» a los cientos de visitantes que se introducen en las entrañas del poblado del que forman parte durante cuatro jornadas de esta Navidad, en las que la explanada del castillo se transforma en el Belén de hace 2011 años. Y no son los únicos. Más de cien vecinos de esta localidad próxima a Valladolid cambian estos días los vaqueros y abrigos por túnicas y pañuelos que dejan al descubierto los rostros estáticos de este Belén Viviente, uno de los seis que recoge la guía promocional editada por la Diputación.

Desde hace 45 días la Asociación socio-cultural Castillo de Fuensaldaña se ha afanado en la construcción del pueblo que alumbrará el Nacimiento de Jesús. Pero no para ser un fiel reflejo de lo que aconteció, sino como un exponente de lo suyo, de los oficios tradicionales de Fuensaldaña, «de las palabras que fueron, lo que aún es y lo que permanece en nuestra memoria», señala la locución que narra este Nacimiento.

Aquí el mimbrero remata conachos, el alfarero amasa barro y el aguardentero sirve entre el lagar. No hay oficio tradicional que no se encuentre representado en un Belén estático donde el único movimiento posible es el de las decenas de animales que ambientan casi todos los pasajes y el de las respectivas adoraciones al Niño de pastores y Reyes Magos. «Todos los años procuramos introducir alguna novedad, algún oficio o momento distinto para que vayamos superándonos», comenta José López Villaverde, secretario de la Asociación organizadora de este Belén desde hace ya nueve años.

La edición de este año arrancó ayer, a las ocho de la tarde, con largas colas de visitantes ávidos por contemplar un Nacimiento que tiene marcado su recorrido. Unas ochocientas personas, según la estimación de los organizadores, pasaron en esta primera representación por el pueblo de Belén. Pilar, la pescadera (concejala del Ayuntamiento), daba la bienvenida a cada uno de ellos con sus gélidas manos entre sardinas. Más adelante Nieves García y Nieves Crespo, madre e hija, luchaban «forraditas» contra el frío mientras sostenían sobre sus piernas sendos cántaros.

Arranca la narración con la ambientación entre los oficios tradicionales. Llega el primero de los pasajes bíblicos y un novedoso cañón de luz se dirige hacia una de las almenas del castillo. Y ahí está el Ángel, anunciando a los pastores que esta noche ha nacido el Salvador. Tras su adoración llegará la de Sus Majestades, los Reyes de Oriente. Isabel y Adolfo, matrimonio de Fuensaldaña, se meten entonces en la piel de María y José. Su hijo, Alejandro, de diez meses, es el protagonista. «Cada año le toca a una familia, es la única escena que no se repite año tras año porque el niño tiene que ser recién nacido», comentan. La mula, el burro Rogelio, y el buey, un ternero recién nacido, lo aportan las granjas del pueblo. «El resto de animales los prestan los que pueden del pueblo», comenta José López.

Niños y mayores tienen cabida en el numeroso grupo de escenas que recrean los oficios, lago incluido para que las lavanderas den uso a la ripia. El más pequeño es Jesús, en el Portal, mientras que el mayor supera los ochenta años. «Empezamos con unos treinta participantes, con toldos y trapos, y poco a poco hemos ido superando el centenar y acondicionando el Belén con instalaciones de madera», añade el representante de la Asociación.

El año pasado más de 3.000 personas disfrutaron de este Nacimiento. En esta edición, si el tiempo no lo impide, confían en superar la cifra. «Habrá días que estaremos dos horas y media, pero eso es bueno».

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