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En manos del infiel

Turquía se desintegra cuando nadie lo esperaba y se puede ir a casa si pierde esta tarde ante España

J. M. CORTIZAS

Lunes, 5 de septiembre 2011, 03:59

Toca cerrar la persiana de Panevezys. Turquía será esta tarde el último obstáculo de España, un rival de los de verdad, duro, serio, alto, bueno. De esos que hacen que cada equipo muestre el ritmo real de sus constantes vitales. Son los propuestos por la tropa de Ene Orhun partidos sin retorno, ejercicios de madurez, pruebas de entereza. Ganaron la plata mundial como anfitriones y desataron la histeria por ello en Estambul como epicentro del resto del país. Pero las dudas sobre el recorrido que le esperaba a la marea roja surgieron al instante. En Lituania se está viendo que, como dice el director deportivo de la Federación, Ángel Palmi, «si el guión está claro y cada uno interpreta su papel, la función es un éxito». La mala noticia para los turcos es que no han sido capaces de seguir el texto, de hacer suyos dos finales en los que su favoritismo cotizaba al alza. El ambiente les pudo frente a Lituania y la sequía mental y física frente a la sorprendente Polonia.

Tienen mucho donde elegir los opositores de España. Por fuera, su nómina es racial. Tipos de pelo en pecho, rasgos que les supondrían un cameo en las filas de los malvados de cualquier película. Tunçeri como estibador de balones y líder espiritual; Onan en el rol del estrábico voluntario para todo, incluso para misiones sin posibilidad de regreso; Arslan, torciendo la mirada en los primeros planos. Por delante de ellos, muchas veces usurpando sus funciones, uno de los últimos bocados celestiales que compiten con el baklava. Emir Preldzic, dorsal 6, es el espingardo en cuestión. 205 centímetros de polivalencia, de manejo de balón con el descaro de un base, con los raíles que le dejan moverse por cualquiera de las posiciones del juego medio.

Con él, el pabellón de la estrella y la media luna estará a buen recaudo. Comparte camerino con Türkoglu, del que succiona cuanta información le brinda el también alero de Orlando. Y por dentro, la batería de castigo alinea a Ilyasova, Savas, Asik y Kanter. Uno sobre otro llegarían a un tercer piso (8'41 metros). Pero ayer se esfumó su credibilidad. No supo imponer su superioridad ante Polonia. Así, los subcampeones del mundo están ahora a expensas del infiel. Si España le gana hoy su bandera ondeará a media asta. Y los de Scariolo tan contentos. Mejor no dar opción de volver a la vida a un rival imprevisible, capaz de todo. No llegará a Vilnius si hoy pierde y Polonia le gana a Gran Bretaña.

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