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Fachada principal del Palacio Episcopal de Segovia, que pronto tendrá un uso hostelero y museístico. :: JAVIER SEGOVIA
SEGOVIA

Cambiar para sobrevivir

La iniciativa privada ya ha salvado de la ruina varios inmuebles históricos de la provincia El Palacio Episcopal de la plaza de San Esteban tendrá un uso hostelero y museístico, por lo que correrá la misma suerte que el convento de San Antonio el Real o la iglesia de San Pedro de Cuéllar

SANTIAGO HERRERO MÓNICA RICO

Domingo, 26 de diciembre 2010, 02:52

R enovarse o morir. Es una de las máximas que se escuchan frecuentemente a modo de sentencia en algunas conversaciones. Y puede aplicarse a algunos edificios históricos de la provincia, que tras siglos de vida han visto como el uso para el que fueron concebidos y levantados ha variado para adaptarse a servicios más demandados en la actualidad. Bien por la iniciativa privada, o por la actuación de alguna administración, iglesias, monasterios o teatros han trocado en hoteles o proyectos de museos.

Esta adaptación, sin embargo, posibilita su restauración, lo que asegura su conservación y les salva del temible peligro que acecha en forma de ruina y olvido. Repasamos, a continuación, algunos de los ejemplos más significativos, recogidos especialmente en la capital, pero también en algún punto de la provincia, como es el caso de Cuéllar, donde la rehabilitación de la antigua iglesia de San Pedro ha dado lugar a uno de los bares más emblemáticos y atractivos de todo el territorio segoviano. Por lo demás, no están todos los que son, pero sí son todos los que están. El recorrido urbano arranca en el Palacio Episcopal, situado en la plaza de San Esteban. Su futuro está decidido.

Desde el pasado mes de marzo, el Obispado de Segovia tiene arrendado el Palacio Episcopal, una construcción del siglo XVIII que posee 4.200 metros cuadrados, ubicado en la plaza de San Esteban a la sociedad Museo Doña Juana SL. Mediante el acuerdo sellado entre la misma y el gobierno eclesiástico de la diócesis, aquélla gestionará, explotará y se encargará de la conservación del edificio durante 25 años. La participación de la mencionada sociedad privada corresponde al empresario de hostelería y coleccionista de arte y antigüedades Eleuterio Laguna, su mujer, Juana Lomillos, y el también hostelero Javier Ayuso.

Anteriormente a la firma de este acuerdo, la diócesis barajó varias ofertas. Algunas ideas no prosperaron porque sus promotores se apearon de forma unilateral antes de poner en marcha la maquinaria. Fue el caso de la Junta de Castilla y León, que se fijó en el Palacio Episcopal para ubicar en sus instalaciones el Museo de la Ingeniería Romana, proyecto que no se llevó a efecto. Por otro lado, algunas de las iniciativas no satisfacían al Obispado, aunque tampoco las llegó a descartar de manera tajante. Fue el caso del anuncio que realizó la entonces consejera de Cultura, Silvia Clemente, de instalar en Segovia en Museo de la Fotografía (MUSAF). Las jerarquías de la Iglesia segoviana se mostraron recelosas ante esta propuesta, al considerar que podría contravenir el ideario católico que debía presidir cualquier iniciativa que se pudiera llevar a cabo en el inmueble de la plaza de San Esteban.

Finalmente, la opción escogida por la diócesis fue la de la cesión del inmueble a la sociedad Museo Doña Juana SL. El propio obispo de Segovia, Ángel Rubio, precisó tras la firma del convenio que el palacio albergaría tres museos en un mismo recinto, algo que aún no se ha llevado a cabo a día de hoy, aclarando además que el acuerdo establece la condición de recuperar y mantener el Museo Diocesano. A éste se sumaría la aportación privada de Eleuterio Laguna y Juana Lomillos, que expresaron la voluntad de instalar dos exposiciones permanentes pertenecientes al vasto patrimonio artístico que poseen. Por un lado, incluiría la valiosa y amplia colección de pinturas y cerámicas de la familia Zuloaga, y por otro, el fondo de piezas de cristal y vidrio de la Real Fábrica de La Granja. El proyecto también contempla la creación de una librería y de un servicio de documentación, un restaurante, una cafetería y la habilitación de una sala de convenciones para la celebración de cursos, talleres, seminarios y conferencias. El acuerdo también dispone el desarrollo de exposiciones temporales.

El caso del monasterio de San Antonio el Real es bastante singular. Las clarisas firmaron, autorizadas por su orden y por el Obispado de Segovia, la cesión de una parte del inmueble (la zona de la Vicaría) que permite compaginar la actividad de estas monjas de clausura con la del alojamiento y restauración hostelera. La puesta en marcha de la iniciativa supuso la creación de 34 puestos de trabajo para atender las 51 habitaciones, dos suites de cuatro estrellas y el restaurante. Los beneficios reportados han permitido rehabilitar una parte abandonada y casi en ruinas del monasterio y, por medio del canon mensual que paga la empresa concesionaria, la comunidad religiosa dispone de unos fondos que facilitan el mantenimiento de los cerca de 12.000 metros cuadrados restantes de la finca de El Campillo, cedida por el rey Enrique IV a los monjes franciscanos en 1455 y que ocuparon las monjas clarisas en 1488. El acuerdo establece las bases para que el establecimiento hostelero, que ocupa la zona norte, no perturbe la vida monacal de las clarisas, que siguen habitando la parte sur del monasterio. En las obras se procuró mantener los elementos históricos de las edificaciones. De esta manera, en el Claustro y en los salones del hotel, la intervención realzó la belleza de los elementos decorativos originales, como el artesonado mudéjar de la sala de la biblioteca, que pudo ser sala capitular de la comunidad franciscana que ocupó la Vicaría. El proyecto comenzó a gestarse en 1997. Tres años después fructificaron las negociaciones y se alcanzó el acuerdo entre las dos partes para la cesión de parte del convento, y la tramitación de las autorizaciones, de los proyectos y las licencias llevó otros tres años. Las obras comenzaron en junio de 2005 y finalizaron en mayo de 2007; la actividad del hotel y del restaurante comenzó en agosto de ese año.

El antiguo convento de Mínimos es otro de los ejemplos de edificios históricos (en este caso también de naturaleza religiosa) que se han reciclado al uso privado y comercial en los últimos años. Así llamado por haber sido fundado por los Mínimos de San Francisco de Paula, fue construido en 1592, si bien otras fuentes señalan esa fecha como la llegada a Segovia de la orden, y la de la obra, años después. El edificio fue posteriormente abandonado y, en 1821, se vio afectado por la desamortización de Mendizábal. No se vuelven a tener noticias del inmueble hasta que a mediados de siglo el Colegios de Niños solicita una autorización para convertirlo en espacio teatral. Según cita García Gil en el proyecto, en 1897 tienen lugar en ese foro las primera sesiones de cinematógafo que se desarrollan en Segovia, bajo la denominación de 'Kinematógrafo, fotografías animadas'. En los años sucesivos es utilizado para distintas representaciones. Los datos de la época aseguran que tenía una capacidad, entre el patio de butacas y las plateas, para 400 personas. En esa época recibe, sucesivamente, los nombre de Teatro Principal, Teatro de la Victoria y Teatro Miñón.

Entrado el siglo XX el convento y su iglesia barroca se convierten en el Garaje España, taller de reparación de automóviles y concesionario de la marca Citröen. Posteriormente vuelve a quedar abandonado y la ruina empieza a amenazar seriamente su estructura. A principios de la década de los ochenta del pasado siglo, el Equipo de Gobierno municipal del PSOE fracasa en su intento de convertirlo en mercado de abastos. El convento fue rehabilitado hace unos años por la iniciativa privada, convirtiéndose en espacio de arte y restaurante.

La iglesia románica de San Quirce, tras ser utilizada como pajar y almacén, fue adquirida en el año 1927 por la Real Academia de Historia y Arte que toma su nombre. El grupo de estudiosos segovianos o, en su defecto, amantes de Segovia, que alumbraron la iniciativa académica en 1919 vio la ocasión de contar con un emplazamiento propio para sus actividades, contribuyendo con ello a salvar al templo de una posible desaparición. De tal modo, la antigua iglesia sirve como sede de esta conocida institución segoviana. Otro templo de la capital que sustituyó el culto por las actividades culturales es el de San Nicolás, cuyo emplazamiento es muy próximo al de la iglesia de San Quirce. En la actualidad, es de propiedad municipal y alberga la sede del Taller Municipal de Teatro. Además, su interior ha acogido otro tipo de actividades, como algunas representaciones del ciclo navideño del festival Titirimundi, entre otras.

El antiguo convento de las Oblatas también merece una mención, puesto que actualmente se desarrollan los trabajos que lo convertirán en un hotel.

No todos los ejemplos de patrimonio que han pasado a manos privadas para su explotación son de naturaleza religiosa. Y el palacio de San Facundo sirve para demostrarlo. Se trata de una casa noble, situada en el centro histórico de la ciudad (a escasa distancia de la Plaza Mayor) que, tras un proceso de transformación, ha sido convertida en un moderno hotel de cuatro estrellas. Así, las estancias y habitaciones contrastan la antigüedad del edificio con las comodidades actuales. Un ejemplo de ello es el patio central, coronado por una cúpula de cristal.

Si existe en la villa un monumento curioso en su uso actual, ese es sin duda la iglesia de San Pedro, que en la actualidad alberga el bar 'La Cúpula de San Pedro', regentado por Carmina Arenal. Se trata del templo documentado como el más antiguo de la villa, pues aparece en el año 1095 dentro del testamento del conde Pedro Ansúrez. Estuvo abierto al culto hasta aproximadamente el año 1600 y fue desamortizada en el siglo XIX.

Desde entonces ha tenido múltiples usos como fábrica de harinas y hace unos años como peñas donde los jóvenes pasaban las fiestas de Cuéllar. Fue entonces cuando uno de los locales habilitado como peñas fue pasto de un incendio y cuando a la actual gerente de 'La Cúpula' le surgió la idea de crear un bar. Carmina Arenal recuerda cómo durante el incendio se sentó en una zona cercana, en uno de los bancos situado junto a la Escuela Municipal de Música y la idea le empezó a rondar la cabeza, aunque de forma distinta a lo que es en la actualidad.

En ese momento pensó en construir un bar en la parte baja del templo, pero, según narra, el incendio imposibilitó la entrada por ese lugar y cambió el destino de la iglesia y de Carmina. Al entrar por arriba se encontró con una iglesia que según sus palabras «me pareció maravillosa». Entonces lo vio claro. La imagen de un bar diferente se hizo real en su mente y con el tiempo en la iglesia.

La idea fue tomando cuerpo poco a poco y comenzaron las obras. La mayor sorpresa la encontraron en la cúpula de la iglesia, hasta entonces toda ella tapada con cemento, que al ser picado fue descubriendo varios nervios y frescos. Las bóvedas se encontraban bien conservadas, pero hubo problemas en algunos puntos, por lo que las obras se prolongaron durante 13 meses, después de realizar las obras condicionadas en todo momento por Patrimonio.

Decorada con gran gusto, cuenta con una preciosa sillería al fondo, copiada de la existente en la catedral de Palma de Mallorca, con tallas salomónicas, según los expertos. Ahora, la iglesia de San Pedro es La Cúpula de San Pedro, un lugar diferente donde poder disfrutar de cafés y desayunos por las mañanas, un chateo a cualquier hora y copas por las noches. Éstas en ocasiones se ven animadas por conciertos y actuaciones en directo, que el próximo año se ampliarán a la magia y los monólogos.

De este modo, La Cúpula trata de dar un giro al bar y convertirse en un espacio multicultural, donde además de conciertos, en ocasiones se puede encontrar venta de libros, exposiciones de pintura, celebraciones, etcétera.

En la provincia se pueden encontrar edificios que han cesado la actividad para la que fueron construidos, adoptando una distinta en la actualidad. El monasterio cisterciense de Santa María de la Sierra, situado en el término de Collado Hermoso, se convirtió en propiedad privada merced a la desamortización. Se trata de un inmueble en el que en el año 1133, con ayuda del rey Alfonso VII, se instalaron los monjes benedictinos, para convertirse en 1212 en abadía cisterciense. Pese a encontrarse en ruinas, está declarado Monumento Histórico-Artístico desde 1931, mezclándose los estilos románico y gótico.

El proceso de rehabilitación aprobado para el monasterio lo convertirá en un hotel de lujo. Para ello, el Ayuntamiento de Collado Hermoso concedió la licencia de obras en noviembre de 2007, tras la autorización de la Comisión Territorial de Patrimonio de la Junta de Castilla y León.

El proyecto refleja la inclusión de cincuenta habitaciones para un negocio que creará 15 puestos de trabajo directos y otros tantos indirectos. El conjunto arquitectónico se halla entre la mencionada localidad de Collado Hermoso y la de Sotosalbos y ha sido utilizado como emplazamiento para una granja apícola.

La iglesia es lo único que se ha conservado con suficiente integridad, con tres naves sin crucero que aún se mantienen en pie.

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