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: PATRICIA GONZÁLEZ
Lunes, 20 de diciembre 2010, 01:50
Hace ocho años José Antonio López cambió la escoba por las tijeras. Este hombre natural de Medina del Campo, de 45 años y miembro de una familia numerosa (tiene 10 hermanos), es jardinero, pero antes de pasarse ocho horas entre plantas, podas y abonos fue panadero, cestero y formó parte del personal eventual del área de limpieza del Ayuntamiento. «Yo he trabajado en muchas cosas y se hacer de todo», dice José Antonio, mientras coloca con precisión varios arbustos. Sabe cocinar, planchar, lavar y demás tareas de ámbito doméstico y asegura estar encantado en su nueva faceta laboral y, por supuesto, «me llevo muy bien con mis compañeros y nos divertimos mucho», dice este hombre quien según sus jefes, los hermanos Erasmo y Francisco García, «tiene mucha picardía, es muy irónico, hace muchos chistes y de vez en cuando hasta nos vacila».
José Antonio López tiene una discapacidad mental del 33%, además sufre epilepsia y tiene una patología que le impide ver con precisión y nitidez. Pero estas trabas no son impedimento alguno para que pueda estar integrado en la sociedad. «Cuando limpiaba en el Ayuntamiento trabajaba media jornada y ahora trabajo la jornada completa. Estoy muy contento por este paso que he dado en mi vida».
Las condiciones especiales de José no son las únicas en su centro de trabajo ya que el cien por cien de los empleados del vivero Campo Ciudad de Medina del Campo tienen algún tipo de discapacidad física o mental.
Esta pequeña pyme comenzó su andadura en 2002 cuando los hermanos Erasmo y Francisco García decidieron emprender su aventura comercial. «Nosotros sabíamos por amigos de la existencia de centros especiales de trabajo y cuando comenzó el área de desarrollo local del Ayuntamiento nos pusimos en contacto con el técnico David Muriel y decidimos crear lo que es hoy esta empresa», recuerda Erasmo, quien agrega que «trabajar con gente que tiene una discapacidad es muy satisfactorio ya que cada día aprendemos algo nuevo. Fíjate como será que muchos de ellos nos han enseñado a nosotros todo lo referente a las leyes laborales y bajas por diversas causas».
Los cinco trabajadores de este vivero, que tiene una extensión de ocho hectáreas, tienen una media de edad de 45 años y una discapacidad no superior al 33%. «Algunos son discapacitados mentales o psíquicos y otros tienen alguna discapacidad motora que los limita en cierto modo» explica Erasmo, quien agrega que «durante estos ocho años nunca hemos despedido a nadie y sólo uno de los trabajadores nos dejó porque se cambió al sector de la construcción».
Tareas rutinarias como hacer zanjas o instalar sistemas de riego o siembra son algunas de las que todos los días realiza Martín Cuéllar, de 42 años. Martín, al igual que José Antonio, tiene una discapacidad mental del 33%. «Yo estoy muy a gusto trabajando en el vivero», dice Cuéllar al que le encantan los dibujos animados pero, sobre todo, «hacer vídeos y cortar y pegar las imágenes».
«Todos los días tenemos alguna anécdota. Son muy buenos chicos y grandes trabajadores», aseguran los dos hermanos, quienes ganaron el concurso de jóvenes emprendedores de Medina del Campo.
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