La solera del clarete cigaleño
Pablo Barrigón. 92 años. Impulsó el vino de Cigales
PPLL
Lunes, 6 de diciembre 2010, 01:49
La solariega y vetusta vivienda de la calle Las Armas desprende los aromas de las historias que elaboraron el clarete más afamado de Cigales. Las olfatea, las cata con una buena nariz, las deja reposar y dormitar hasta que el forastero osa tocar la aldaba de un gran portón. Es entonces cuando Pablo Barrigón, 92 primaveras a sus espaldas, asoma al rellano como aguardando la visita. Accede a su sala de estar, se acomoda, descorcha la botella de la memoria y sirve un trago de relatos gran reserva. «Yo no inventé el vino, pero lo comercialicé», desenfunda como carta de presentación. Y ahí empieza su historia, la de su vida, la que envejece lentamente en esta barrica del casco histórico cigaleño, la que arranca a principios de los 40 cuando un joven viticultor de Cigales coge un puñado de cántaros de vino y ejerce de sumiller de Galicia y la cornisa cantábrica para dar a conocer el clarete de su tierra. «Mi madre me animó a que lo hiciera. Poco a poco me fue yendo bien y en el año 1945 monté un almacén en Palencia», rememora Barrigón.
La marca entonces era impensable para un joven de apenas 27 años. Solo con el transcurso de los años, y ante las triquiñuelas de los gallegos, se dio cuenta de la importancia de diferenciar su producto con un nombre. «Sobre los años 70 fui el primer interesado en tener la Denominación de Origen porque venían a por el vino los almacenistas de Galicia, les dábamos una guía para que lo transportasen y luego mezclaban vino tinto con rosado y decían que era mi clarete porque aparecía en la guía».
Poco después empezó a embotellar con la primera marca, PB (Pablo Barrigón) «porque era fácil de retener», a la que le siguieron Viña Cigaleña y Viña Solana. «Los éxitos eran grandísimos», asegura, «y sin químicos ni nadie, solo mi mujer y yo». ¿El secreto? «Mezclábamos un 60% de uva blanca y un 40% de tinta y se elaboraba a pilón corriente. Era un vino muy rico en sabores, era como blanco pero manchadito, podías beber cuatro que no olías a vino porque era suavecito y frío, con 12 grados».
Barrigón apostó entonces con fuerza por su municipio. Su afición por el mundo del toro y su amistad con grandes figuras del toreo, como Paco Camino y El Viti, le animaron a organizar un festival en su pueblo con la presencia de los más grandes del momento. «Por la mañana era la fiesta de la vendimia y por la tarde el festival, que iba destinado al hospital Fray Antonio Alcalde».
En los 80, el bodeguero cerró sus instalaciones en el municipio que le vio nacer. Ninguno de sus herederos ha retomado las riendas de un negocio que hoy por hoy es el símbolo de Cigales. Ahora observa el futuro del afamado clarete y se lamenta de que el consumidor se decante cada vez más por el tinto. «Aquí la identidad es el clarete», dice con tono reivindicativo mientras apura un vaso de agua. «Yo el vino lo he catado siempre con esta», especifica mientras se toca la nariz. Nunca le falló.
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