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Retablo del padre Hoyos en la basílica de la Gran Promesa (Santuario). :: HENAR SASTRE
VALLADOLID

Peregrinación por Valladolid

El Centro Diocesano de Espiritualidad y la parroquia de San Miguel se incluyen en una ruta por los escenarios de la devoción al Corazón de Jesús

LORENA SANCHO

Domingo, 18 de abril 2010, 03:17

«Aquí vivió el padre Hoyos y aquí tuvieron lugar las apariciones.» Con esta frase se recibe al visitante en el Centro Diocesano de Espiritualidad, antiguo colegio de San Ambrosio, fundado por los jesuitas en el siglo XVI, donde Bernardo de Hoyos estudió Teología y se preparó para el sacerdocio. Llegó en 1931 procedente de Medina del Campo, donde había estudiado Filosofía, y en este edificio ocurrieron algunos de los momentos más cruciales de los últimos años de su vida. Por eso se incluye en una ruta de peregrinación puesta en marcha por el Arzobispado que visita los lugares de la vida del nuevo beato.

En la capilla del padre Lapuente, un jesuita que murió con honores de santidad, tuvo lugar la primera revelación de Jesús a Bernardo de Hoyos. En este primer encuentro le dijo que a través de su persona quería «extender el culto de su corazón sacrosanto para comunicar sus dones». Ocurrió el 4 de mayo de 1733. La capilla ofrece hoy en día un retablo barroco, mientras que a los pies, junto encima de la puerta, existe un lienzo de la Virgen de la Misericordia cobijando a los jesuitas. Al abandonar esta estancia, el visitante se encuentra con un retrato del padre Hoyos colgado de una de las paredes de la sacristía en el que el joven jesuita observa el Corazón de Jesús.

El segundo gran escenario de este santuario de peregrinaciones de los devotos del joven Bernardo es la iglesia, desde 1964 con categoría de basílica. Presenta una ornamentación que corrió a cargo de Félix Granda y en la que existen numerosos motivos que aluden al Sagrado Corazón de Jesús y a Bernardo de Hoyos. En el presbiterio de este templo de principios del siglo XVII ocurrieron también algunas de las revelaciones del Corazón de Jesús, una especialmente relevante, la de la Gran Promesa: 'Reinaré en España y con más veneración que en otras partes'. «Justo en el lugar donde sonaron las palabras de la promesa, en el lado izquierdo del altar, se encuentra una evocación del momento, con Jesús sobre una nube y el padre Hoyos arrodillado escuchando. Debajo se puede leer 'Reinaré en España y con más veneración que en otras partes'», explican responsables de Nártex, una asociación integrada por un grupo de historiadores del arte que pretende difundir lugares religiosos y de arte sacro y que esta semana guiaron una visita en la basílica.

Las alusiones a la Promesa del Corazón de Jesús se pueden encontrar en otros lugares del templo. Una carroza de Cristo Rey, también de Félix Granda, que sale en procesión el día del Corazón de Jesús, presenta en la parte superior central un recuerdo a este momento vivido en el interior de la iglesia. También ha quedado reflejado en la cúpula, donde aparecen «las dos grandes promesas» con mayor devoción en España: la de la Virgen del Pilar a Santiago y la del Sagrado Corazón. En este caso, un relieve pone de manifiesto al padre Hoyos con la revelación.

En el brazo derecho del crucero, se ubica desde hace quince días un pequeño retablo dedicado al primer apóstol en España del Corazón de Jesús. Elaborado por los talleres de arte F. Granda, presenta en la parte inferior una inscripción que dice: 'Me mostró su corazón', y en el centro la imagen del nuevo beato.

La capilla de la Congregación, aneja a la iglesia, representa el tercer lugar representativo de la vida del padre Hoyos en este Santuario de la Gran Promesa. Aquí fue donde se celebró el primer culto público al Corazón de Jesús, la primera Novena, que tuvo lugar en junio de 1735. La capilla se llenó de devotos y el joven Bernardo pudo demostrar así que la difusión que había realizado empezaba a dar resultados. Hoy en día presenta un retablo presidido por una talla de la Inmaculada Concepción de la escuela de Gregorio Fernández.

La peregrinación por los lugares de su vida incluye además en la ciudad de Valladolid el colegio de San Ignacio (hoy parroquia de San Miguel). Bernardo fue ordenado sacerdote en el palacio de Fabio Nelli, que entonces pertenecía a la Compañía de Jesús. Su primera misa la ofició en la actual iglesia de San Miguel, lugar en el que murió con tan sólo 24 años víctima de un tifus. Aquí fue enterrado, aunque sus restos no han aparecido.

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