San Lorenzo
El barrio segoviano era, hace cien años, un arrabal de modestos hortelanos y molinos harineros
CARLOS ÁLVARO
Miércoles, 24 de marzo 2010, 01:45
Esta misma tarde, invitado por la Obra Social y Cultural de Caja Segovia, tendré el inmenso placer de contarles en el centro cultural Los Molinos un pedacito de la historia del barrio de San Lorenzo, concretamente la que está ligada a sus calles y plazas. Les propongo un recorrido imaginario y sentimental por el San Lorenzo de hace cien o ciento y pocos años, un barrio impregnado del olor procedente de los molinos harineros y del frescor de las huertas cercanas, y atravesado por el rumor del río y el traqueteo de las carretas, únicos sonidos níticos que a comienzos del siglo XX profanan el silencio de un lugar entregado al trabajo cotidiano y honrado.
Descenderemos al arrabal por la calle Gascos, marcada por la leyenda de la yegua ciega que trajo hasta Segovia la imagen del Santísimo Cristo, y llegaremos a la plaza de San Lorenzo a través de Antonio Coronel. Después, seguiremos la margen del Eresma por las calles de Los Molinos y Echar Piedra, y visitaremos las fábricas de Riber, Carretero y Vargas, pues no hay que olvidar que San Lorenzo fue el primer polígono industrial que tuvo Segovia. Por el cerro de Las Nieves y la carretera de Boceguillas regresaremos al Azoguejo.
Las calles más antiguas de San Lorenzo tienen nombres con solera e historia. Por ejemplo, Echar Piedra. Cuentan los historiadores que esta denominación se debe a la ceremonia que parroquias, clero, gremios y oficios celebraban durante el tiempo que duró la construcción de la Catedral de Segovia, allá en el siglo XVI. Se trataba de llevar al templo una ofrenda o donativo que consistía no sólo en dinero -monedas de oro, plata y cobre- sino también en materiales de obra, pues el cortejo subía a la Plaza Mayor carretas llenas de arena, cal y piedra, todo ello rodeado de gran ornato: pendones, cruces, tambores y otros instrumentos. Era la ceremonia de 'echar piedra', y así se rotuló la calle, ya en el XIX, en recuerdo de aquellas ofrendas que también contribuyeron a erigir la basílica segoviana.
Esta tarde les espero en Los Molinos con más historias.
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