«La UE es la única posibilidad de tener un impacto positivo»
Enrico Letta y Nick Clegg abordan en una de las charlas nucleares del Hay Festival, celebrada en el campus de Santa Cruz la Real de IE University, el declive del viejo continente, que aspiran a unir para recoger el testigo del sueño americano
Luis Javier González
Viernes, 12 de septiembre 2025, 22:04
Quizás Enrico Letta, ex primer ministro italiano, y Nick Clegg, ex vice primer ministro británico, fueran hombres demasiado cabales para un mundo histérico. Por eso sus mandatos fueron breves y el foro de sus reflexiones de viejos sabios sobre una Unión Europea en declive no es una mesa redonda del G-8 o de la ONU, sino el Aula Magna de una iglesia reconvertida en campus universitario. «Las decisiones importantes tienen consecuencias. Y la consecuencia del Brexit es que llevamos ocho años de declive financiero en Europa», ahondó el primero para explicar cómo las presidencias de Donald Trump, un aliado de aquella ruptura, han bloqueado el sueño americano con su política hacia la diversidad: «No os queremos en EEUU». Una oportunidad que, visualiza, debería aprovechar Europa para ser el nuevo territorio en el que soñar. «Sería fantástico atraer gente de todos lados». Una idea en la que profundizó su interlocutor, partidario de la unidad para pelear en el ring internacional: «El shock de Trump puede traer beneficios para Europa si empezamos a hacer lo correcto para nosotros mismos».
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La 20ª edición de Hay Festival Segovia, galardonado con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, reúne hasta el domingo a escritores, pensadores, artistas y representantes de la vida política y académica internacional. IE University acoge una treintena de paneles y mesas redondas en su campus de Santa Cruz la Real. Si una charla puede resumir la línea temática de esa edición fue la de Letta y Clegg, que usaron su experiencia como aviso de los peligros que penden sobre el viejo continente.
La periodista Helena de Bortodano, moderadora de la charla, desgranó los ingredientes de un «desastre inevitable» para que Letta, decano de la IE School of Politics, Economics & Global Affairs, describiera con cierta añoranza el mundo «completamente diferente» de hace tres décadas frente al auge las potencias orientales. «Éramos los países muy importantes del mundo. La fatiga que tenemos es cómo aceptar la consideración de países medios. La UE es la única posibilidad de tener un impacto positivo. Sin ella, solo queda el declive». Ve el actual contexto adverso, no solo con Trump, sino con la amenaza de Rusia, como una «oportunidad» para poner en práctica ese «ejercicio colectivo de Europa».
Lo primero que hizo Clegg, que ya se define como «expolítico», fue estar de acuerdo con todo lo anterior. «No esperen una entrevista de desacuerdos», dijo sonriente. Para después analizar el cambio que percibe desde el tono esperanzador de finales de los 90 al miedo actual. «Parece que estamos constantemente describiendo el peor futuro posible».
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Un hilo narrativo en el que Europa, con tantas normativas nacionales –y dentro de los propios países– presenta una evidente «fragmentación» que le aleja de la eficiencia de otros grandes poderes.
Tres móviles encima
La consecuencia de esa fragmentación, por ejemplo, en cuanto a las compañías telefónicas es que Letta lleva tres móviles encima. «Eso hace que sea imposible que compitan con operadores estadounidenses o chinos. Cada iniciativa económica en EEUU empieza con el pasaporte americano, seas de California o de Arkansas. En Europa, empiezas con un pasaporte nacional, no con uno europeo. El primer obstáculo no viene de fuera, sino dentro de su propio país». Esa competencia interna. «Estos campeones europeos son la consecuencia del mundo de ayer, pero no pueden jugar el mundo de hoy». La consecuencia es que estas empresas emigran a otros contextos más favorables. «En mi país, el fracaso es un pecado, algo para siempre. Y no es así. Cuántos jóvenes he encontrado que se van a EEUU porque hay mejor regulación, más dinero y la oportunidad de empezar de nuevo».
Clegg vio en primera persona cómo Sillicon Valley pasó de convertirse en un entorno «hippy» apolítico a ser uno de los principales motores del mundo en poco más de una década: cuando él era vice primer ministro británico, el PIB europeo estaba a la altura del de EEUU, que ahora supone 1,6 veces el del viejo continente.
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Una parte de la ecuación fue el Brexit, la antítesis de su partido, el Liberal Demócrata que rompió moldes entrando en un gobierno de coalición de un país acostumbrado a grandes mayorías y ejecutivos monocolor. La paradoja es que el primer ministro al que aupó, David Cameron, acabó activando, aunque fuera a su pesar, la gran ruptura en 2016, el mismo año de la llegada de Trump a la casa blanca. «Fue un shock tremendo para Europa. Como dijo Mario Draghi [mandatario italiano, expresidente del Banco Central Europeo], el mundo de la Guerra Fría ha colapsado. Boom. Ha muerto, no va a volver». Cuanto más tiempo tarde Europa en encontrar su lugar en el nuevo, más pequeño será.
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