Lorenzo Rosania muestra su último libro, 'Plus Ultra. Un libro de viajes poco convencional'. Roberto Arribas
IE University

Lorenzo Rosania y su puente de historias entre Segovia y Ecuador

Este aspirante a diplomático, que publicó su primer libro a los 15 años, recoge sus dos años como estudiante de IE en la ciudad con un libro de fotografías por una docena de países

Jueves, 16 de octubre 2025, 08:43

Lorenzo Rosania es un ecuatoriano destinado a acabar en Segovia, aunque no lo sabía cuando cogió el avión. En su periplo de dos años como estudiante de IE University, entendió la leyenda de la Iglesia de San Francisco, en Quito: un pacto de un indígena con el diablo para construir el templo a cambio de su alma, pero se guardó el último ladrillo bajo el poncho. ¿Les suena? «Resultó ser una historia robada del Acueducto de Segovia». La niña harta de llevar agua sustituida por el indígena. Lo cuenta en un libro de fotografías que acaba de salir a la venta y que ilustra cómo la ciudad ha dejado un sello permanente en el pasaporte de una vida que se presume viajera, pues este escritor desde la adolescencia quiere ser diplomático.

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El primer libro que devoró Lorenzo, que ahora tiene 20 años, fue 'El Principito', ese atractivo entre historias emotivas y las ilustraciones. De ahí a García Márquez y Borges. Al primero le conoció con 'Cien años de soledad', la novela que le abrió un nuevo mundo a los 13 años. «Me voló la cabeza. Es un libro tan completo, con tantos personajes y tantas implicaciones, que me llevó a intentar escribir yo también. Si hay gente que puede hacer cosas tan increíbles con la palabra, ¿qué posibilidades tengo yo?» Eso lo unió a la filosofía de los cuentos de Borges, su incentivo a «expandir la mente» más allá de lo literario.

Como tenía siempre en el imaginario el árbol genealógico de cada personaje de García Márquez, confió en su capacidad para crear. Empezó con historias cortas que no fueron más allá. La primera que tejió con compromiso fue su primer libro, 'El Capitán': lo empezó a los 14 años y lo publicó a los 15. Abrazó el estilo de empezar por el final y construir a partir de ahí. «Se me hizo muy difícil hacer algo bien escrito y que la sorpresa se mantenga oculta escribiendo desde el final hacia el principio». Un hábito que cogió de Agatha Christie o Stephen King, una forma de centrarse más en el cómo, en construir personajes, en dar «migajas» al lector para que siga pasando páginas. En ese primer libro, empezó con la idea de cargarse a todos los integrantes de un barco militar y contar cómo. «Inadvertidamente escribes un libro mucho más corto de lo que podría ser; si empiezas desde el principio, no te cortas la posibilidad de continuarlas». Por eso salieron cien escasas páginas que vieron la luz gracias a una editorial ecuatoriana que le ayudó a autoeditarse: unas 300 copias.

Sus estudios

Para un curioso como él, elegir carrera fue una tarea complicada. Un amigo ecuatoriano le habló de IE y del grado en Filosofía, Política, Derecho y Economía, su opción para no tener que renunciar nada. «Estudiar las cuatro cosas a la vez se me hizo extremadamente interesante». También la mezcla de dos años en una ciudad «muy familiar» como Segovia para añadir después una «experiencia más urbana, internacional, cosmopolita» en Madrid, donde se encuentra ahora.

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Su último libro, 'Plus Ultra. Un libro de viajes poco convencional', en las antípodas de la narrativa, recoge parte de ese periplo en Segovia. Una colección de fotografías que hizo por vocación. «No tengo ningún curso de escritor ni de fotógrafo. Le robé una cámara bastante vieja a mi padre y he estado sacando fotos desde 2023».

El libro recoge sus experiencias por una docena de países en cuatro continentes que ha visitado en los últimos dos años: fotos aderezadas con la perspectiva de lo que sintió al captarlas. Está su hogar natal, Ecuador –también las Islas Galápagos–, y el adoptivo, entonces Segovia. «Recuerdo la primera vez que nevó, fue una experiencia hermosa, así que tomé un par de fotos de la nieve cayendo en el Alcázar y la plaza Mayor». Hay fotos de La Granja de San Ildefonso, pues se enamoró de los jardines. También lugares más remotos como India o Rusia. Estuvo en Moscú y San Petersburgo, un viaje «personal» para entender cómo se vivía desde allí la invasión de Ucrania. «Es una nostalgia intensa que justifica todo lo que piensan. Son tan fuertes que la mayoría de la gente acaba apoyado al régimen de Putin. Ciudades rodeadas de monumentos, de placas, de la época soviética. Van al pasado en busca de un futuro mejor».

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Más de 5.000 fotos que seleccionar. «Fue un dolor de cabeza absoluto. La mayoría eran muy malas, pero yo quería hacer algo con ellas, aunque sé que no son dignas de una exposición». No hay tantos mecanismos para autoeditar un libro de fotografía como una novela, que, al fin y al cabo, es tinta negra sobre papel. Aprendió a usar los programas que se usan para procesar las fotos de las bodas y estuvo un año imagen a imagen, añadiendo pequeños textos en español e inglés. El Creativity Center de IE le ayudó a financiar parte de la impresión en Ecuador. «No voy a decir que es un trabajo perfecto, pero me ha llenado». Lo presentó en su país, en el campus vertical de Madrid y lo vende en dos librerías de Segovia: Punto y Línea y Cervantes.

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