David Goodman, decano de la IE School of Architecture and Desig, junto a los hilos de Daniel Canogar en las escaleras del Palacio de Mansilla. Óscar Costa
IE University

Un laboratorio gigante en el corazón de la ciudad

La rehabilitación del Palacio Mansilla permite a IE University trasladar a pleno casco histórico los estudios de Diseño, Moda y Arquitectura, un nicho de sinergias creativas

Jueves, 27 de noviembre 2025, 22:42

Más de 300 alumnos de IE University han convertido desde hace un par de meses el Palacio de Mansilla en un escenario creativo en el que todo es posible. La rehabilitación de este edificio del siglo XVI, que sirvió en décadas recientes como sede universitaria de la Complutense o la Universidad de Valladolid, ha germinado en un contexto idílico para los estudiantes de Diseño, Diseño de Moda y Arquitectura. Cada uno tiene sus talleres, sus impresoras 3-D, un contexto innovador con las máquinas de coser más modernas, maniquís adaptables o cortadoras láser. Pero comparten esa mente creativa, la de buscar soluciones a problemas cotidianos, ya sea un vestido con material reciclado, integrar un edificio en el contexto de un barrio o armonizar su diseño interior. Por eso encaja que compartan patios, con una envidiable luz natural, incluso en un día nublado. Ven el mundo de una manera suficientemente parecida como para que se complementen. Es lo que el decano de la IE School of Architecture and Design, David Goodman, bautiza como «un laboratorio gigante». Y en el centro de la ciudad.

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Porque, más allá de lo académico, la universidad busca tender puentes con su entorno. Por eso no hay cafetería en el Palacio de Mansilla. «Eso obliga a los alumnos a vivir la ciudad. Que no vayan de casa al campus y esto sea una burbuja. Queremos que estén conectados, que contribuyan», subraya Goodman, un estadounidense de Chicago que lleva ya 14 años en Segovia, el periplo más largo que ha pasado en ningún lugar. Por eso entiende el paso adelante que significa respecto al campus matriz, el de Santa Cruz la Real. «No parece que estemos muy lejos, pero aquí se vive de otra manera». Supone, además, un contexto ideal para su escuela. «Tiene todas las instalaciones que necesitamos para la comunidad creativa que queremos construir». Porque sus títulos son 'hands-on', es decir, prácticos. «No es hacer una maqueta para representar la idea final, hay que hacer 40.000 maquetas feas para llegar a algo decente». Muchas, las bonitas, esas que finalmente valen, están expuestas en muestra abierta al público antes de cruzar los tornos de seguridad.

Goodman define este nuevo campus como un proyecto a largo plazo que, simplemente con el «crecimiento orgánico» de los estudios que ya acoge elevaría el número de alumnos a unos 750 u 800 para 2030. Una oferta que, además de los grados, plantea diplomas más cortos de especialización en diseño de interiores, orgánico y de producto que se cursan como complemento a los estudios principales. El decano defiende el modelo educativo Montesori, que promueve el aprendizaje a través de la experimentación, con alumnos de distintas edades compartiendo espacio, aportándose unos a otros. «Esa mezcla de disciplinas me encanta. Tienes a un alumno de Moda trabajando al lado de otro de Arquitectura. Eso genera una energía. Cuando ves a esos chicos, ¿no te dan ganas de hacer cosas? Esa vibración creativa es lo potente que tiene este edificio. Cuando funciona bien, es precioso», añade.

Un grupo de estudianes en las instalaciones del Palacio.

Por eso esgrime el lema 'Yes, and' como parte de la identidad de IE University. La apuesta por encajar aspectos que pueden sonar contradictorios como lo manual y lo analógico, lo tradicional y lo contemporáneo, lo local y lo internacional. Ejemplos como la estadounidense Zoe Whelan o la australiana Diana Lister, que trabajan en una librería móvil, como si fuera una silla, para trasladar una experiencia interactiva al Hay Festival. Mientras experimentan la ciudad. «Nos sorprende lo amigable que es la gente, cómo todos se conocen unos a otros». El valor de la proximidad para chicas de grandes urbes como Boston o Melbourne mientras recorren los pasillos de un campus con arte por doquier, desde cestería a los hilos de Daniel Canogar en las escaleras para ilustrar el paso del tiempo.

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Algo que ha vivido en primera persona Elena Cardiel, que estudió arquitectura en 2009 y ahora es la directora de sus laboratorios creativos. Una segoviana que no tuvo que emigrar y que ahora responde las preguntas de su círculo. «Están muy interesados en ver el campus con su nueva vida».

Pone en valor una mejora «brutal» de las instalaciones. «Que la escuela esté dentro del casco aporta mucho. Que la gente se fije en la fachada, conozca la historia. Es importante mantener ese vínculo con la ciudad», apunta.

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Por eso los profesores ponen a los estudiantes tareas inmersivas para que se impregnen del contexto y busquen, por ejemplo, materiales en proveedores locales. «La conexión con Segovia es muy importante».

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